Identificar sociedad civil con las organizaciones no gubernamentales (ONG), los empresarios privados, las iglesias, habría hecho sonreír a los filósofos políticos de la modernidad y la Ilustración, que acuñaron el concepto. Reducirla a antípoda del Estado, como dos territorios en disputa perpetua, separados por una frontera real, en un juego que suma cero, donde lo que uno gana lo pierde el otro, distingue una marca de espejuelos oscuros perteneciente al sentido común conservador más primario. Asimilarla a los grupos políticos opuestos a los gobiernos socialistas, como en Europa del Este, resulta apenas una reliquia ideológica propia de la Guerra fría tardía. Caracterizarla de instrumento del enemigo imperialista, dirigido a minar el socialismo cubano, fue la reacción primaria entre ideólogos del marxismo-leninismo imperante, cuando el concepto apareció en los debates intelectuales de nuestros años 90. Legitimar su uso apenas como sinónimo de las organizaciones reconocidas en la Constitución de 1976 resulta otro reduccionismo, que confunde su significado y valor para la política del socialismo.
Ni los ideólogos de allá, ni los de acá, entendieron que la sociedad civil no es un conjunto de cosas, como tampoco lo es el Estado. Recuperada por Antonio Gramsci para el marxismo, por el pensamiento crítico posterior, y por la sociología contemporánea, la sociedad civil refiere a un espacio de interrelación, un plano de la dinámica social y una perspectiva, que privilegia la interacción entre grupos e instituciones como las escuelas, los medios de difusión, las organizaciones sociales, especialmente relevantes para aquellas agencias del poder político orientadas al intercambio con los actores sociales.
Por tanto, preguntarse si en Cuba "existe" la sociedad civil como preguntarse si "se dan las frambuesas" carece de sentido. Sin embargo, resultan relevantes otras cuestiones.
¿Existen movimientos sociales en Cuba? ¿Qué los caracteriza? ¿Cuáles son sus orígenes y antecedentes? ¿Están integrados por diversos grupos? ¿Qué factores incidieron en su surgimiento? ¿En torno a qué problemas? ¿Cómo se desarrollaban antes de que existieran las redes sociales? ¿Cuáles son sus principales temas, prioridades y actividades? ¿Hay diferencias entre sus agendas? ¿Se extienden a todo el país; o se concentran en algunas regiones? ¿Han evolucionado en los últimos años? ¿Cooperan con movimientos u organizaciones extranjeras o internacionales? ¿Tienen rasgos particulares respecto a los mismos movimientos en otros países? ¿Cuál es su capacidad de movilización? ¿Qué obstáculos han enfrentado? ¿Hasta qué punto han logrado hacerse escuchar? ¿En qué medida han podido influir en cambios de políticas? ¿Cuáles son sus problemas en la actualidad? ¿Cómo resolverlos?
Para contestar estas preguntas, y apreciar la naturaleza de las corrientes opuestas al prejuicio racial y de género, el maltrato a los animales, y otras acciones concertadas ante formas de discriminación e injusticia, no basta con impresiones sobre "lo que resulta evidente", opiniones, verdades aceptadas y repetidas sin contrastación.
Catalejo inicia una serie de entrevistas-ensayos entre investigadores y practicantes, dirigida a explorar las corrientes de pensamiento y movilización social que caracterizan la Cuba actual.
Tomás Fernández Robaina: con la sociedad civil y sus movimientos
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