¿Dónde te agarró la pandemia? fue la pregunta que hicimos a un grupo de jóvenes cubanos que viajaban o residían en el extranjero cuando estalló el nuevo coronavirus SARS-CoV-2 y su enfermedad COVID-19. Esta pandemia abarca a casi la totalidad de los países del mundo, cuyos gobiernos y sistemas de salud han demostrado capacidades de respuesta muy diversas, particularmente en los inicios de la misma, entre enero y marzo de este año. Las experiencias de estos jóvenes son un reflejo de ello y de sus situaciones personales.
Conocimos de algunos jóvenes profesionales cubanos que contaron sus experiencias durante la COVID-19 a sus familiares y amigos en Cuba, por email o redes sociales. Partiendo de esas personas identificadas, pedimos colaboración con nuestra idea de explorar sus vivencias y las de sus amistades. Aportan una perspectiva novedosa de la migración durante la pandemia; es un estudio exploratorio con personas inmersas en el proceso investigado, desde un enfoque psicosocial de la crisis en la subjetividad cotidiana,[i] donde los miembros de una sociedad dan sentido a las circunstancias y actúan en consecuencia.
La reconstrucción de la experiencia vivida transcurre a través de una entrevista con cuatro preguntas abiertas, por email. El grupo creció como “bola de nieve”, durante la aplicación definida entre junio y julio, hasta 20 participantes; ello sucede a través de la invitación de unas a otras amistades y garantiza la confianza en las lealtades desde el sentido común, propicia la libertad de expresarse sinceramente. Se utiliza el método de análisis de contenido de la información cualitativa que aquí se presenta.
Recibimos las historias contadas por sus protagonistas, 11 mujeres y 9 hombres, todos jóvenes profesionales cubanos que están aún fuera del país, excepto una que ya regresó. ¿Dónde están y qué hacen? Cuando la pandemia estalló, se encontraban en 11 países, de 3 continentes. Europa: España (Islas Canarias, Cataluña y País Vasco), Rusia (Moscú), Suiza, Holanda, Irlanda. América: Estados Unidos (Florida, California, Nueva York, New Jersey, Carolina del Norte), Canadá, Barbados, México (Ciudad de México y Aguascalientes), Ecuador (Guayaquil). Y Asia: China (Chongqing).
Lo común: Todos migrantes con vínculos familiares o de residencia en Cuba; graduados profesionales de licenciaturas e ingenierías, la mayoría en el país, excepto los que llevan más años fuera. Lo diferente es la temporalidad de la migración: 7 de corto plazo; 10 residentes en el exterior (salieron de Cuba después de la reforma migratoria del 2013); y 3 emigrados.
Los emigrados: un ingeniero mecánico que lleva 19 años fuera de Cuba y vive en Florida; una artista plástica y diseñadora industrial en México desde hace 15 años; y una enfermera en salud mental que llegó a EE.UU. en 2008, luego de una travesía de cerca de un año, pasando por Bolivia, Chile, Perú, Argentina y México.
Los que residen fuera de Cuba: un informático en Carolina del Norte; un realizador de cine en Los Ángeles, California; una recién graduada de maestría en Nueva York; una terapeuta de autismo en Miami; un ingeniero industrial en Ecuador; una informática en Holanda; un ingeniero civil de una empresa de la construcción en México; una investigadora que trabaja en un centro universitario de Bilbao, País Vasco; una graduada de periodismo que estudia en Islas Canarias, vive allí con su hija pequeña y vive de la ayuda social del gobierno de España.
Los que están de migración temporal a corto plazo: tienen retorno pautado por estancias de investigación, trabajo o estudios de posgrado, 2 estudian doctorados en universidades de Cataluña; 3 maestrías en Moscú, Irlanda y China, respectivamente; y uno en una beca de investigación en Canadá. Y, finalmente, una que pudo regresar de su contrato de trabajo a bordo de un crucero, y le agarró la pandemia en aguas de Barbados.
¿Cómo viviste la experiencia de la Covid-19? Ante la desestructuración de la vida cotidiana, la ruptura de referentes del sentido común los toma por sorpresa y emergen situaciones emocionales negativas, algunas a veces asociadas a las redes sociales. La familia, atravesada por las migraciones, emerge como preocupación y como refugio, aparece el dilema trabajo-cuidado y estrategias de convivencia. Las particularidades de cada país, el trabajo y los conflictos sociales también matizan las experiencias; así como el impacto subjetivo nombrando las etapas vivenciadas durante la pandemia.
Varios expresan la sorpresa inicial de una situación desconocida, desconcertante, preocupante: “Al principio, ni mis amigos ni yo tomamos la situación tan seriamente como deberíamos”. Pronto sobrevino la preocupación, “por la gente en Cuba, en el mundo, por la familia, por estar en un país extranjero, porque se viera afectado mi trabajo”; y “muy preocupada por la situación en Cuba, familiares y amigos, dentro y fuera del país.” También la preocupación por la salud personal se ve agravada por la inseguridad que genera la situación de la pandemia estando fuera del país, “desde España es más difícil, porque este ha sido de los países más afectados en términos de población enferma y eso me generaba inseguridad de modo general”.
Incertidumbre, miedo y ansiedad son vivenciadas negativamente y muchos identifican que es producto de la combinación de aislamiento físico y sobresaturación de información: “La pandemia por un lado trajo miedo o ansiedad generalizada, en mi opinión fomentado por estar recluidos sin salir a la calle y en constante interacción en redes sociales”. A ello se suma que sufren de soledad y aburrimiento: “Estuve en cuarentena por casi dos meses y medios y vivo solo, lo que le añade un poco más a toda esta situación. He tenido mucho tiempo para pensar, leer, trabajar, reflexionar y sobre todo obstinarme de la encerrona.” Pero para otros, permanecer en casa fue vivenciado como una forma de lidiar con la situación: “Estuve desde principios de marzo hasta principios de junio sin salir de mi apartamento. Solo a cosas muy necesarias porque después del primer mes, comencé a comprarlo todo online…aunque esto trae otro problema generado por la pandemia, la compra online y luego el trabajo para limpiar los productos.”
La familia, brindó refugio, compañía y apoyo, aunque también otras preocupaciones y adaptaciones: “El inicio de la pandemia me agarró en el Estado donde vivo [Carolina del Norte]. Afortunadamente pude irme a casa de mi padre en la Florida porque parecía que iba a ser cosa de varios meses confinado, como en efecto fue. Yo pude continuar mi trabajo desde casa, pero mi padre, que es un señor mayor, sí tenía que salir a menudo a trabajar, lo que nos preocupaba a todos”. La convivencia demandó estrategias creativas: “Estaba cohabitando con dos niños. Enseguida inventamos juegos, vimos películas, hicimos rompecabezas, para intentar abstraerlos y abstraernos de lo que pasaba afuera y de la imposibilidad de salir”.
Una pareja joven enfrentó el dilema trabajo-cuidado infantil. “La pandemia la estamos pasando en casa, tele-trabajando todo el tiempo, y con un niño pequeño de tres años. Ha sido una experiencia bien compleja porque trabajar y cuidar a un pequeño lleva bastante tiempo, al principio tuvimos que crear los horarios en casa y hacernos una rutina. Después de tantos días creo que lo más positivo es todo el tiempo que hemos estado juntos”.
Las particularidades de cada país influyeron mucho en las vivencias de la pandemia: “La incertidumbre financiera y la incapacidad del sistema de salud [de EE.UU.] de lidiar con la rápida propagación del virus fueron factores importantes en el estado de ánimo atípico general”. En Brooklyn, Nueva York, “casi que en el centro de la pandemia me ha sido difícil la inserción laboral porque ha sido imposible llegar a tener entrevistas de trabajos en que puedas desarrollarte mejor”.
En Estados Unidos algunos vivieron los conflictos sociales intensamente: “A raíz de esto, salieron a flote conflictos de antaño, con una división clara entre la intolerancia extrema de unos y la solidaridad de otros muchos. Estos conflictos trascendieron las redes sociales y se manifestaron en la ‘vida real’. Muchas personas salieron a las calles a protestar contra la violencia policial específicamente, pero también, en mi opinión, como reflejo de todo lo que está pasando. Esto dio lugar entre otras cosas al nuevo pico de COVID-19 que hay ahora”.
En México es muy evidente la desigualdad social. “El fenómeno ha sido interesante porque el contexto social lo ha hecho totalmente diferente del resto de países donde he vivido. La brecha social en México es abismal. Las personas de clase media alta y alta, que han podido trabajar desde su casa, se encerraron en cuarentena desde mucho antes que se declarara cuarentena oficial en el país. Llevo encerrada casi 4 meses, en los que mi profesión me ha permitido quedarme en casa todo el tiempo. Las pocas veces que he salido (siempre en coche) me he encontrado una ‘megalópolis’ completamente vacía. Sin embargo, en aquellos barrios donde la gente tiene que salir cada día para poder comer, apenas se ha respetado la cuarentena”.
Por su parte, en Holanda “la sociedad es un poco incrédula con las enfermedades. El gobierno no hizo lockdown completo. Solo se cerraron escuelas, bares, restaurantes, museos, gimnasios. Pero se podía salir a la calle en pareja o solo”.
La experiencia en Rusia marca un tono positivo para quien ha pasado la pandemia desde el inicio “viviendo en la residencia de la universidad en Moscú, en la cual incluso estuve en cuarentena sin poder salir por aproximadamente un mes porque se presentaron muchos contagios en nuestro edificio estudiantil. Es muy meritorio reconocer todo el trabajo que ha realizado nuestra universidad en Rusia durante todo este tiempo, incluyendo apoyo psicológico especializado de forma gratuita, análisis de detección de COVID para todos los estudiantes, limpieza y desinfección de locales, y alimentación también por todo el período de cuarentena”.
Haber pasado la pandemia en China, primer epicentro de la enfermedad, se asocia a vivencias de soledad e incertidumbre y fake news. “El inicio de la pandemia aquí coincidió con las vacaciones por el Año Nuevo Lunar y el final del semestre. Muchos estudiantes, chinos y extranjeros, habían viajado de regreso a sus casas, por lo que tanto la universidad, como los alrededores, estaban vacíos, con la mayoría de los negocios cerrados. Las primeras semanas fueron tiempos de mucha incertidumbre. Al desconocimiento de a qué nos estábamos enfrentando, y al temor del contagio, se le sumaron una ola gigantesca de noticias falsas que hacían lucir la situación mucho peor. Para nuestra protección, la dirección de la universidad decidió limitar nuestra salida a solo tres horas semanales a los mercados, restricción que aún se mantiene. Con la disminución de los casos en China, comenzó el aumento de los casos en el mundo, y la aparición de los primeros casos en Cuba. Este fue un nuevo momento de mucho temor, esta vez por la seguridad de mis familiares y amigos en casa. Aún ahora, seis meses después, la pandemia no ha terminado. Sin embargo, el ritmo de la vida se parece un poco más a lo que era antes de enero.”
La noción de proceso emerge en etapas del impacto subjetivo como reflexión general, compartida sobre lo que muchos vivieron, dentro y fuera de Cuba: “ha sido una experiencia difícil, llena de múltiples emociones y retos”. “La experiencia Covid-19 tuvo diferentes etapas: negación, frustración, aceptación y convivencia con el virus”. Así se llega a naturalizar en el pensamiento cotidiano, por el impacto de las vivencias en una línea de tiempo.
¿Cómo analizas tu experiencia desde la perspectiva de tu profesión? Las respuestas indican que las condiciones de trabajo de la mayoría cambiaron significativamente, predominando el trabajo desde la casa: “nos informaron de un día para otro que no podíamos regresar a la oficina hasta nuevo aviso”. A partir de ahí, los múltiples impactos vividos y sus ajustes, los aprendizajes para adaptarse y para la vida.
Muchos adoptaron el trabajo remoto, utilizando diversas tecnologías antes poco explotadas, y herramientas como Google Drive, Webex y “Zoom Meetings, que es la nueva tecnología de la comunicación en estos tiempos”. Se multiplicaron las comunicaciones por teléfonos móviles, correo electrónico e internet en lugar de cara a cara. La mayoría se adaptó a las nuevas condiciones, no sin adoptar cambios de comportamiento y actitudes: “Fue increíble ver como un fin de semana bastó para reestructurar el programa de la maestría y pasar a una modalidad de aprendizaje virtual”. “Aunque las condiciones de infraestructura están creadas, me tomó varias semanas adaptarme a este nuevo estilo de trabajo. Encontrar motivación suficiente para trabajar desde casa no fue tarea fácil, pero eventualmente fue posible. La estrategia era simple, cero planes, no pensar en el futuro y vivir el día a día”.
El trabajo desde la casa no es fácil para personas con familia, pero se ajustaron. “Por otro lado, he mejorado en mi capacidad de auto organización y disciplina para aprovechar al máximo el tiempo de trabajo, así como el trabajo en equipo, que, a pesar de las dificultades, se ha demostrado que es imprescindible, pues muchos de mis colegas de trabajo tenían una situación similar a la mía, con niños en casa, etc.”.
Hay sectores particularmente impactados: “La globalización de la información ya estaba cambiando el mundo de los medios audiovisuales desde mucho antes, pero por la pandemia se detuvo de tajo toda la producción audiovisual tradicional, dando terreno abierto al contenido web y el fenómeno del influencer. Algunos festivales de cine tomaron la decisión de organizarse de manera virtual”.
Aquellos vinculados al turismo fueron muy afectados: “Yo trabajaba en una agencia de viajes. El sector Turismo se anuló. Incluso algunos hoteles de la ciudad (Nueva York) abrieron puertas al personal médico y trabajadores sociales que se pasaban más de 12 horas en los hospitales”. “El turismo resultó la industria más afectada por esta pandemia”, dice un profesor del tema. “En cuestión de semanas, cierres totales o parciales de fronteras, flotas aéreas en tierra, limitaciones de movimiento y la disminución de la percepción de seguridad en los destinos turísticos ha convertido a la COVID-19 en la tormenta perfecta que ha generado la paralización del turismo a nivel mundial.”
Un caso singular es el de la trabajadora del crucero MSC Preziosa que permaneció 17 días “a la deriva” en aguas de Barbados, antes de poder regresar a Cuba “en un pequeño barco junto a otros cubanos que trabajaban conmigo”. Por la pandemia, “quedé sin trabajo pues dependo del turismo. Solo es cuestión de tiempo para que vuelvan los viajes de ocio. Debo tener paciencia y encontrar alternativas laborales hasta que pueda retomar mi profesión”.
La construcción fue otra industria impactada y reajustada: “La empresa [mexicana] se vio afectada económicamente debido a que se frenaron las inversiones… realizaron reducciones de sueldos con el objetivo de no despedir personal. Por no realizar una actividad esencial para el desarrollo del país la empresa tenía que cerrar sus instalaciones, pero nunca dejamos de trabajar, usamos ese tiempo para capacitarnos y para mejorar nuestros procesos.”
El sector salud ha sido fuertemente impactado por la crisis sanitaria y ha exigido más de sus profesionales. “Mi sector de la salud ha vivido momentos de caos, transformación, ha tenido que reinventarse, aprender sobre la marcha, realizar análisis holísticos, porque ya no es solo la persona que enfermó de COVID-19, es su familia, es la salud mental de él y la comunidad, la variable cultural, el medio ambiente”. El trabajo con niños autistas no se detuvo en medio de la pandemia, “por el contrario, ha sido cuando más han necesitado de los servicios muchos clientes que están afrontando todos los cambios asociados a la COVID-19.”
Desde la Psicología, la pandemia reclama mayor apoyo al bienestar: “En Cuba, mi sector profesional ha tenido un papel muy activo en el enfrentamiento a la pandemia: disímiles grupos de apoyo psicológico y acciones de orientación, tanto en los medios de comunicación masiva como en las redes sociales. Aquí, los psicólogos realizaron algunas investigaciones sobre las estrategias de afrontamiento o el bienestar psicológico en diversos grupos poblacionales durante la pandemia, muchas de las cuales ya se encuentran publicadas. Sin embargo, no he sido testigo ni tengo conocimiento de ninguna acción de intervención realizada, como la que hacen en Cuba.”
Desde la Bioquímica se intensificó el trabajo presencial producto de la pandemia y hubo que adaptarse: “Tuve que reincorporarme al laboratorio [en Barcelona], pues comenzamos un nuevo proyecto de investigación vinculado a la COVID-19. Al inicio salía a la calle con mucha inseguridad, malestar de forma general, porque las pocas personas que teníamos permiso especial de poder transitar, muchas no cumplían las medidas de seguridad. Los controles de policía eran rigurosos, dejé de usar transporte público, ahora voy y vengo a la universidad andando, lo cual ha implicado un cambio físico para mí. En mi sector, particularmente en mi grupo de investigación, la carga ha aumentado exponencialmente, al estar trabajando directamente con el virus, tenemos una carrera contra reloj para lograr resultados en el menor tiempo posible. Paradójicamente, la cobertura de la existencia de la enfermad ha generado una cartera de oportunidades inmensas para mi desarrollo profesional”.
La adaptación a las nuevas circunstancias tomó diferentes vías en cada país y produjo varios aprendizajes, donde se destaca la creatividad y la flexibilidad. Algunos adelantaron tareas postergadas, como revisar manuales y documentos, escribir manuscritos para posibles publicaciones. Otros sienten que son más productivos que cuando trabajaban en la oficina: “Las comunicaciones entre los integrantes del equipo son más frecuentes y más dinámicas. Se usan más llamadas que mensajería de texto”. Se flexibilizó la manera de evaluar el desempeño: “No es tan importante estar 8 horas diarias en un puesto de trabajo, como entregar los resultados previstos en el tiempo estimado”.
Las reflexiones muestran la resiliencia en las experiencias personales: “Creo que he aprendido a planificar mejor mi tiempo en el día, no solo en lo personal, pero también en lo laboral. Desarrollé un sin número de tareas hogareñas con las que antes no contaba, por ejemplo, he aprendido nuevas destrezas culinarias, a hacer cambios en el patio, temas como plantas, arreglar los pasillos laterales de la casa, etc”. Asimismo, les permite identificar lo valioso: “Considero que la enfermedad nos ha generado grandes daños sociales y económicos, pero nos ha ayudado a detenernos y pensar en lo tan importante que son cada uno de los seres queridos que están a nuestro alrededor y aún se mantienen con vida”. Es un impacto positivo en la subjetividad cotidiana de la crisis sanitaria mundial.
¿Cómo y cuándo piensas regresar a Cuba? ¿Qué expectativas tienes a tu regreso? Las respuestas se relacionan con la fecha y forma de salida del país, la actual residencia y perspectivas futuras.
La mayoría de los que residen fuera aspira a venir para fines de año. Ver a la familia es la principal motivación y anima la esperanza por el país. “En cuanto abran la frontera y sea seguro viajar. Voy a ver a mis familiares y espero que la crisis económica haya disminuido”. Otros están angustiados por las condiciones en Cuba: “Me preocupa la situación a mi regreso, en términos económicos, distribución de alimentos, etc. Creo que la situación es preocupante en mi país”.
Algunos se tornan sombríos: “Debo decir que mis expectativas al regresar a Cuba no son las que tenía al principio, donde iba a irme a un festival de música y seguramente ver a muchos amigos. Pero entiendo que luego de esto pasará algún tiempo antes de que cosas así vuelvan a ser parte de la cotidianidad, y no solo en Cuba”.
Una expectativa positiva es el deseo de ser parte del desarrollo del país y muchos que residen fuera quisieran seguir vinculados al país desde su profesión: “Yo por supuesto quiero ir a visitar Cuba y si pudiera contribuir allí profesionalmente también, con mucho amor lo haría”.
Pero no deja de haber los que dominados por el pesimismo ya “tiraron la toalla” en cuanto a regresar a Cuba. “Cada día que pasa tengo más claro que no tengo interés en regresar a Cuba, ni tengo motivaciones que me lleven a tomar esta decisión. Este año, será el primero desde que salí de Cuba en el que ni siquiera iré de visita y dependiendo de muchos factores del próximo año, probablemente no regrese más ni siquiera de visita y yo y mi familia perdamos todos los derechos que poseemos como ciudadanos cubanos, a partir de esta decisión. Mi última visita fue en octubre del 2019, quedé muy decepcionada, desilusionada y sin ganas de volver. Ya no tengo expectativas de regreso, ni siquiera lo planifico”.
Y para otros, el vínculo con el país es sólo a través de la familia: “No pienso regresar a Cuba definitivamente, he logrado adherencia al sistema de vida americano, disfruto la libertad de pensamiento, el derecho a soñar y a vivir tu proyecto de vida, lo cual obviamente implica una elevada cuota de sacrificio, pero vale la pena. Si regresara a Cuba sería solamente a visitar a mi mamá y familia”.
Es interesante que, quienes salieron después de 2013 están pendientes de regresar antes de cumplir los 24 meses para mantener su residencia. Sin embargo, muchos no saben que este requisito ha sido extendido por el gobierno cubano mientras dure la pandemia y las restricciones de viajar al país.
Los estudiantes que están cursando posgrados o estancias de investigación esperan ansiosos por regresar en la primera oportunidad. “Pienso regresar en cuanto se abran las fronteras y los vuelos regulares sean estabilizados.” Incluso ponen mayor énfasis algunos que sus becas o estipendios vencen al terminar sus estudios, el no poder regresar representa una situación difícil pues sus visas no les permiten trabajar legalmente.
En perspectiva futura, hay confianza en la forma que el país está manejando la pandemia: “Tampoco se puede negar en que el gobierno cubano ha manejado esta situación con la pandemia francamente bien, así que estoy bastante confiado en relación a la salud de mi familia y a la mía cuando finalmente me sea posible viajar”.
Discusión de los resultados analizados: Los entrevistados constituyen una variada gama de jóvenes profesionales cubanos que se han enfrentado a la Covid-19 en diferentes condiciones y países. Por lo general, evidencian los mismos impactos emocionales que se registran en los jóvenes que pasaron la pandemia aquí o en otros países, sólo que agravados por la condición de ser migrantes. Demuestran resiliencia, capacidad de adaptación, cuidado de su salud y la de su familia, donde hay un vínculo dominante en la preocupación por los que están lejos.
Queda claro que no son diferentes a los jóvenes profesionales que, desde la Isla, enfrentaron la pandemia. Sin embargo, se puede afirmar que aquí cuentan con ventajas en cuanto a las políticas públicas frente a la pandemia y mayor apoyo social y familiar, aunque desventajas respecto a las condiciones materiales y tecnológicas.
Aquellos que están de viaje temporal por razones de estudio o trabajo añoran regresar lo antes posible. A través de las embajadas cubanas están pendientes de vuelos humanitarios que recogen a los nacionales dispersos y los traen de regreso a la Isla, donde deben pasar 14 días en cuarentena antes de reincorporarse a sus hogares. Ese es el caso de uno de los entrevistados, actualmente en un centro de aislamiento de la Capital, ávido de regresar a su Holguín natal.
Los que viven fuera se ajustan y adaptan a las situaciones de sus respectivos países, trabajos y familias. Deben haber escuchado o conocido –como nosotros- de individuos y familias cubanas que han enfermado, algunos fallecido y otros endeudado por el tratamiento médico recibido en el extranjero producto de la pandemia. Es una realidad impactante y peor aún para los que viven en EE.UU. y se enfrentan a medidas cada vez más hostiles contra Cuba.
El gobierno cubano no ha formulado nuevas políticas ni los menciona en las estrategias de recuperación de la pandemia. Aunque las fronteras siguen cerradas y los vuelos comerciales suspendidos, las esperanzas para el reencuentro familiar se mantienen. La COVID-19 abre un escenario de aprendizajes y oportunidades para la construcción colectiva con mayor bienestar e inclusión social en la vida cotidiana cubana. Merece una atención especial el vínculo de la nación con los jóvenes profesionales cubanos migrantes y sus familias, dentro y fuera del país.
Octubre de 2020
[i] Martín, C. (2006) Psicología social y vida cotidiana. Ed Félix Varela UH, Cuba. Este enfoque se articula con referentes de la etnometodología –que se ocupa de la organización de la vida cotidiana para producir y reproducir conocimientos.
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