El Vedado –esa zona sobre la privilegiada línea costera que algunos urbanistas han denominado el corazón de «la gran ciudad blanca»–, muy conocido por sus indiscutibles méritos y centros turísticos, no es, sin embargo, el epítome de La Habana. Aunque allí radican importantes sitios de memoria, de valores arquitectónicos y acontecimientos prominentes, además de las sedes principales del gobierno central, la ciudad y sus problemas desbordan este barrio, caracterizado antes y ahora, junto a otros de los municipios Plaza y Playa, por su estatus social superior. Con sus quince municipios, donde habitan 2 millones y pico de habaneros, La Lisa al suroeste hasta La Habana del Este, desde Guanabacoa a Marianao, pasando por San Miguel del Padrón, Arroyo Naranjo, 10 de Octubre, el Cerro, Centro Habana, que el filme cubano Suite Habana (2003) ha retratado como ninguno, la cultura profunda y la historia ignorada de la ciudad actual tiene su asiento, y se reproduce, en medio de un entorno urbano caracterizado por una problemática común, aunque diferenciada en su intensidad.
Catalejo rescata dos ensayos de conocidos urbanistas (uno arquitecto, el otro sociólogo), colaboradores habituales y miembros del Consejo Asesor de la revista Temas, ambos vigentes, aunque fueron publicados hace ya algunos años, y que iluminan el fondo de esa problemática urbana indivisible –y de todos los colores.
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