Obama y su conclusa visita a Cuba


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"En realidad, Obama no ha seguido ninguna de las dos variantes por separado y lo que ha hecho es presentarse con una más sofisticada combinación de ambas, apuntalada por un discurso que más sofisticado aún".

Este trabajo pertenece al dossier Cinco años de la visita de Barack Obama a Cuba.

Dentro de pocas semanas se cumplen cinco años de la visita del presidente Barack Obama a Cuba. Como ocurre con muchos acontecimientos, las imágenes circulantes en los medios desde el mismo instante de la visita, así como los mecanismos recónditos de la memoria, han contribuido a mitificarlos con un signo u otro. En aquella circunstancia, Temas invitó a un grupo de estudiosos de las relaciones interamericanas, oriundos de los Estados Unidos, América Latina y el Caribe, y en particular de Cuba, a reflexionar sobre su connotación. Rescatamos aquellas miradas por su utilidad para pensar de manera crítica y ecuánime algunos problemas del presente y los escenarios por venir.


*Publicado el 6 de abril de 2016

Siguiendo la política de Obama desde su último discurso de campaña, cuando dijo que “negociaría con Cuba, pero que no levantaría el bloqueo”, aún todo parece estar igual. Esta política continúa manejando el bloqueo “partiéndolo en dos”; con una mano maneja el bloqueo para beneficiar a la parte de la sociedad civil que le interesa y con la otra, maneja las relaciones con el Estado cubano. Por lo que no parece haber cambios al respecto.

Por fin el Sr. presidente de los Estados Unidos cumplió con su aspiración de visitarnos antes de concluir su mandato. Sin dudas, la visita tenía que ser ahora para, sobre el terreno, perfeccionar la política que viene siguiendo desde 2009. Obama tenía que observar por sí mismo qué significado tiene pretender seguir una política subversiva hacia Cuba.

Precedieron a la visita las medidas del 15 de marzo, emitidas por el Departamento del Tesoro. Es el cuarto paquete, con el que utilizando sus prerrogativas Obama maneja las variables como más corresponde a su conveniencia. Para tratar de consolidar una clase media dentro de la cual, según sus planes, debe encontrar los actores políticos que le acompañen en el cambio que busca para Cuba. Todas las medidas adoptadas continúan siendo unilaterales. Cuba no recibe, hasta ahora, un claro beneficio de tales medidas. No puede importar ni exportar, no recibe las inversiones norteamericanas, aún no queda claro si podrá utilizar el dólar, no se levanta la prohibición a los ciudadanos norteamericanos de hacer turismo en Cuba, no puede invertir en la economía de los Estados Unidos, no recibe ningún trato preferencial, etc.

Habrá más viajes, más espacios para viajes de norteamericanos a Cuba, los cubanos recibirán más visas, correo directo, más remesas, más vuelos comerciales, más intercambio cultural y académico, más dinero para proyectos conjuntos, más intercambio “pueblo a pueblo”, más visitas de ambas partes. Es decir, mucho más contacto entre ambas sociedades, pero la economía cubana aún no recibe las facilidades que significaría para Cuba poder exportar sus productos, importar, recibir préstamos comerciales, recibir inversiones de los Estados Unidos, intercambiar libremente con el dólar, entre otras.

Estas medidas, del 15 de marzo, al parecer acaban con la famosa “Lista negra” y hablan de la posibilidad del uso del dólar por parte de Cuba. Respecto al Estado cubano, supuestamente también. Pero no queda claro cómo será y por ello el ministro Bruno Rodríguez dejó en suspenso la eliminación de la tasa del 10% con que se penaliza al dólar en Cuba. Además, tampoco sabemos cómo se podrá cumplir la medida de que el “cubano de a pie” pueda tener una cuenta en dólares en los bancos norteamericanos. Ni cómo se otorgarán los famosos créditos. Todo parece indicar que, recordando una vieja novela brasileña, todo será bajo el slogan del “señorito Malta”: “Yo solo puedo tocar”. Parece también que será la banca norteamericana la única que podrá continuar manejando el dólar, pues para Cuba, por lo que parece, se mantendrá la “espada de Damocles” sobre aquella banca transnacional que se atreva a manejar dólares en negociaciones financieras con la Isla. Hasta ahora no hay nada claro y deberemos esperar alertas a cómo realmente serán las cosas.

Respecto a la “Lista negra”, todo indica que solo no se le aplicará a los barcos norteamericanos que trasladen mercancía a Cuba, pero nada de permitir que otros lo hagan, ni que los barcos cubanos puedan trasladar mercancías de los Estados Unidos a Cuba. Esto pone en dudas cómo será ese comercio que los Estados Unidos quieren permitir a los propietarios privados en la Isla.

En un reciente artículo, antes de la visita, yo decía que el Sr. Presidente tenía dos alternativas: o continuaba manejando las cosas, prestándole mayor atención a sus intenciones de subversión y de “cambio de régimen”, a pesar de haber declarado en varias ocasiones que no es partidario de esta última variante; o continuaba avanzando para facilitar la entrada en el proceso de normalización de las relaciones entre ambos países.

En realidad, Obama no ha seguido ninguna de las dos variantes por separado y lo que ha hecho es presentarse con una más sofisticada combinación de ambas, apuntalada por un discurso que más sofisticado aún. El Presidente se nos ha presentado como un pacifista y con un brillante discurso, en el que se disfraza de Caperucita Roja, en el que solo la sombra del lobo asoma tenuemente de vez en cuando. Se trata, en realidad, del mejor discurso que Obama ha hecho para referirse a la relación con Cuba, caracterizada hasta ahora por la abierta prepotencia. Nunca había hecho un discurso sobre Cuba tan contemporizador, elogioso de los cubanos de la Isla y de sus logros; lanzando el ramo de olivo, poniéndonos a la par de las virtudes del pueblo norteamericano y de los cubanos de allá.

Por supuesto, no perdió tiempo para hacer notar las diferencias que nos separan a la sociedad cubana de la norteamericana: unipartidismo cubano ante el pluripartidismo democrático de los Estados Unidos; economía de mercado libre ante la economía estatalizada de Cuba, etc. Para decir al final, en un tono casi de ironía, que a pesar de todo estaba dispuesto a pasar por encima de las diferencias y tratar de tener buenas relaciones con Cuba. Como si se tratara de estar en disposición de perdonarnos nuestros defectos.

El Presidente no tomó ninguna de las dos alternativas, siguió con su “doble juego”: nos ahoga con una mano y nos alivia indirectamente con la otra. Porque hay que decir que, en realidad, cualquier medida que pueda beneficiar a la sociedad civil, “empoderarla” como él dice, aunque lo haga de manera unilateral, con su sector seleccionado, de todos modos, es beneficioso para Cuba. Cuba, en definitiva, se beneficia de eso.

Entonces la visita de Obama ha sido exitosa. Tanto para Cuba como para Estados Unidos.

  • Porque se trata de la primera visita de un presidente norteamericano a Cuba, en pleno ejercicio, y para negociar con Cuba.
  • Porque, en realidad, Obama ha sido el presidente norteamericano que más ha hecho por cambiar las relaciones con Cuba.
  • Porque con un presidente inteligente e informado se incrementa la capacidad de negociación.
  • Porque el hecho de poner sus pies sobre la tierra cubana lo puede dotar de una mayor objetividad para relacionarse con nosotros.
  • Porque cualquier política basada en percepciones a distancia resulta en extremo peligrosa.

 

No obstante, no es posible extraer de la visita de Obama a Cuba la conclusión de que este haya renunciado al interés estratégico supremo de volver a controlar a Cuba. No se puede decir que la visita de Obama tiene impacto sobre un cambio de estrategia política hacia la Isla. La estrategia continúa siendo la misma.

Pienso que lo que más se gana con esa visita es que el Presidente esté más imbuido de la realidad cubana y de la intención de Cuba de defender su soberanía y su independencia, aun cuando ello pueda resultarle más difícil. Además, la visita a Argentina, de seguro le permitió al Presidente comparar ambos escenarios.

No creo que se haya sentido más tranquilo, en todo su mandato presidencial, que como se sintió en Cuba. Más seguro, más libre de hacer lo que quiso, más despreocupado de la seguridad de su familia y de la suya propia. Bien habría podido darle vacaciones a su guardia personal. Solo por eso recordará con agrado la visita a Cuba. Porque el Presidente representa al Imperio, sus intereses son contrapuestos a los de Cuba, pero es ante todo un ser humano.

Marzo 31 de 2016.


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