Mario Romeu González en su centenario.


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El apellido Romeu en la historia musical cubana que llega hasta el presente es sinónimo de profesionalidad y maestría.  Es el caso, entre otros conocidos miembros de la extensa familia Romeu, de Mario Romeu González a cuyo centenario arribamos este 27. Hijo del maravilloso músico Armando Romeu Marrero (1891-1991), un artista menos conocido que Antonio María Romeu Marrero (1876 - 1955), su hermano, apodado, El mago de las teclas -- de quien fuese Mario sobrino--, y hermano de la ilustre pianista y pedagoga Zenaida Romeu-, su padre se tomó en serio la enseñanza de la música a sus nueve vástagos, cuatro de los cuales se dedicaron a ella con notables resultados.

Mario era considerado un prodigio antes de los cuatro años de edad, cuando la banqueta del piano aún le resultaba incómoda, y a los once interpretaba a Mozart con precisión y soltura. Poco después integró la Banda de la Marina de Guerra de Cuba, bajo la exigente batuta paterna, e hizo con ella una extensa gira por varias ciudades norteamericanas. Esto le permitió familiarizarse con los clásicos del instrumento. Ganó una beca de estudios en el Instituto Curtis, de la ciudad de Filadelfia.

Inspirado con el ejemplo de su padre, un músico singular que se distinguió, además de por sus dotes como multi-instrumentista, compositor de cientos de obras y director de orquesta, por su impresionante creatividad, la que lo llevaría años después, en 1967, a crear un conjunto tan especial como la Orquesta Cubana de Música Moderna, antecedente y matriz de Irakere, Mario se distinguía por su limpieza en ejecuciones de alta complejidad y su incesante innovación pianística.

Si Antonio María había sido el iniciador de la improvisación desde el piano, como instrumento, siguiendo la práctica que hasta entonces solo se concebía para los instrumentos de viento y madera, este sobrino fue un destacado concertista, compositor, arreglista y director de orquesta. Al igual que su hermana Zenaida tocaba en las radioemisoras del país como CMQ, RHC o Mil Diez.

Entre 1950 y 1951 trabajó como pianista solista de las orquestas venezolanas de radiodifusión así como con la Orquesta Sinfónica de Caracas. Cuando regresó a La Habana dirigió la orquesta de la reciente televisión cubana, la cual había comenzado sus transmisiones en 1950, siendo uno de los tres primeros servicios de televisión de esta parte del mundo.

En 1959 fue nombrado director de la orquesta del ICR, su carrera al frente de la misma lo convirtió en el director icónico de la misma.

El realizador cinematográfico Enrique Pineda Barnet le entregó la responsabilidad de componer la música y realizar la banda sonora del filme La bella del Alhambra . Entre los premios recibidos por esta obra figura el Premio Coral a la mejor banda sonora en el XI Festival del Nuevo Cine Latinoamericano. En 1990 la película recibió el Premio Goya que otorga la Academia de Cine de España a la mejor cinta extranjera.

Romeu falleció en La Habana el 8 de enero de 2017. Su prolífica labor fue reconocida con la Distinción por la Cultura Nacional, la Medalla Raúl Gómez García; fue declarado Artista Emérito de la Radio y la Televisión en 2004  y Miembro de Mérito de la Unión de Escritores y Artistas de Cuba (UNEAC); en 2005 le fue entregado el Premio Nacional de Televisión.

Uno de los mayores premios será el de ser siempre recordado, tras tan larga vida, como un artista de altísimos valores estéticos y éticos, dispuesto a apoyar cuanto proyecto de valía solicitara su presencia y quien le abrió las puertas de la radiodifusión en la música a cuanta persona de talento se cruzó en su camino.

 

 


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