Diseño: Fabián Muñoz
“…acaso buscas en la superficie que miras
el secreto de lo que no podemos imaginarnos…”
Fayad Jamís, poema Antonio silencioso, enero 1967
Me gusta reiterar que la búsqueda en archivos es un descubrimiento seguro de tesoros e inspiraciones. Con esta idea, fija por demás, suelo revisar casi a diario al menos uno de los files del Archivo de la Dirección de Artes Plásticas de la Casa de las Américas, a veces como parte de mis propias investigaciones, otras para tributar información de diversas regiones del mundo, solicitada por estudiantes, investigadores, artistas y especialistas de disímiles campos de la cultura. En ocasiones, solo por curiosidad y costumbre de revolver papeles “viejos”.
Hace un poco más de dos años, escogí al azar el archivo correspondiente a:
Nombre: Inauguración de la muestra de 16 artistas cubanos.
Fecha: 13/7/1966
Descripción: Artistas cubanos pintan en saludo al 26 de Julio. Galería Latinoamericana.
Visto así, el encabezamiento podría parecer escueto, incluso poco atractivo, pero el interior demostró ser absolutamente lo contrario. La muestra que ocupó el espacio de la Galería Latinoamericana y que fue la primera exposición de homenaje al 26 de julio realizada en la Casa, reunió a un grupo importante de artistas cubanos, más o menos jóvenes en ese momento, ofreciendo una nómina rica en estilos y lenguajes. Las fotografías exhiben un grupo de artistas pintando sobre las paredes de la Galería, una especie de mural colectivo y a la vez individual, donde se entremezclan lenguajes, motivos, técnicas y temas, un recurso que luego se ha usado reiteradamente, pero no imaginé que formara parte del imaginario de la Casa en fecha tan temprana. Entre los artistas participantes puse mi atención en los hermanos Vidal, por razones que eran particulares en ese momento: junto a la especialista del Museo Biblioteca Servando Cabrera Moreno, Patricia Sera, trabajábamos en la catalogación de la obra del Antonio Vidal, proyecto que estaba iniciando el entonces emergente Estate del artista.
La unión de tantas coincidencias me llevó a algunos archivos fotográficos del Museo Servando Cabrera Moreno y me abrió las puertas del archivo personal de Antonio Vidal. Estas indagaciones se cruzaron entonces con una de las fotografías del arte cubano que más me emociona, que muestra en la escalera de la Casa de las Américas a los artistas: Alfredo Sosabravo, Eduardo Abela, José Rosabal, Salvador Corratgé, Antonia Eiriz, José Masiques, José Antonio Díaz Peláez, Lesbia Vent Dumois, Manuel Vidal, el poeta Pablo Armando Fernández, Fayad Jamís, Raúl Martínez, Mariano Rodríguez, Servando Cabrera Moreno y Antonio Vidal.
Dos años después, en el proceso de realizar esta exposición, recurrí a la memoria y la presencia de Lesbia Vent Dumois, quien aparece en la mencionada foto, al igual que Mariano Rodríguez, ambos organizadores de aquella exposición de homenaje al 26 de Julio.
Sentados en la escalera de la Casa, de pie o recostados en la pared –tan palpables y sonrientes que casi parece que podemos verlos– un grupo de creadores cubanos mira a la cámara, ¿fue antes de empezar el mural?, ¿después de días de trabajo?,¿antes de inaugurar la exposición?, no puedo precisar que contestó Lesbia al respecto, ella hablaba y yo bebía sus palabras, quería recordar cada detalle, porque siempre he sentido una especial sensibilidad por esa foto y porque esa escalera es también una senda que recorro cotidianamente.
Finalmente, la búsqueda y la indagación tuvieron un desenlace: hacer una exposición que cuente la foto con obras de esos artistas cubanos que apoyaron y acompañaron cada proyecto de la Casa desde su momento fundacional, porque siempre –y no solo los abstractos– sus obras han dialogado con el arte latinoamericano de cada momento.
La búsqueda exhaustiva de los pintores cubanos vinculados a la abstracción en la colección Arte de Nuestra América Haydee Santamaría puso ante mis ojos un dato que no esperaba: Antonio Vidal es el artista abstracto cubano que más obras ha donado a la Casa.[I] Junto a un potente lienzo del año 1966, una litografía en negro, blanco y grises de ese mismo año y el conjunto de diez dibujos realizados en tinta sobre papel de la década del setenta, contamos además con la ilustración (figurativa) para uno de los cuentos del libro Nuevos cuentistas cubanos, publicado por la Casa en 1961, donde comparte publicación con otros creadores de su época, algunos presentes en la fotografía de mi inspiración. En total, Antonio dejó para la Casa trece obras, y salvo la escultura, podemos decir que están todas las manifestaciones que abordó: la pintura, el grabado, el dibujo, la ilustración –muy vinculada a su placer por el dibujo humorístico y la caricatura. Si tenemos en cuenta que, según algunos de los curadores y críticos que han estudiado su trabajo,[II] no le gustaba mucho “sacar” obras de su casa, es notable la persistente presencia de Vidal a lo largo de cinco décadas en exposiciones y proyectos de la Casa, lo cual me permitió descubrir quizás el motivo de tanta generosidad: Vidal se sentía parte de la Casa de las Américas.
Antonio Vidal (1928-2013), Premio Nacional de Artes Plásticas (1999), ha sido un hombre de su casa, es cierto, reconocido por su silencio, su dedicación al acto de pintar, su humor particular, preciso y directo, su constancia como artista y maestro, su afán de lector, su pasión por la historia del arte, su asombrosa incursión en la escultura, su labor fundacional en el Taller Experimental de Gráfica de La Habana y en la Unión de Escritores y Artistas de Cuba y desde muy temprano en la Escuela Nacional de Arte. Pero también fue un hombre de la Casa, lo demuestra su presencia en exposiciones, proyectos, el cuidado con que guardó en sus archivos su paso por la Casa.
La singular casualidad de convertir una exposición colectiva en otra casi personal, donde Antonio comparte espacio con sus colegas y sus historias en la Casa. La posibilidad de unir dos homenajes, pensar que exponiendo la memoria reafirmamos nuestras propias historias, que el presente es el resultado de no olvidar el pasado.
Si le explicara esto al Antonio pintor, artista sin etiquetas, trabajador del arte, diríamos mejor, él lo entendería, por eso he preferido hablar de Antonio Vidal desde la Casa, y de la Casa desde el hogar de Antonio, y menos de su obra, su técnica, sus aportes visibles en la muestra y en todos los homenajes que esta exposición despliega.
Nuestra historia es esta Casa de los artistas del continente que guardó Antonio en su memoria y en su archivo, y el propio Antonio, a quien conocí personalmente a inicios de los años 2000,[III] cuando me permitió acceder por primera vez a su casa en la calle Estrella (y lo que sugiere que tan singular hombre viviera en una calle con nombre de luz)[IV] y a quien vi por última vez en su casa de la calle Lealtad (otro nombre de calle también perfecto para su hogar). Recorrer el camino desde Estrella hasta Lealtad, y lo que este camino significa, creo que ahora sí podemos imaginarlo.
Casa de las Américas, junio 2023
*Palabras al catálogo de la exposición Antonio Vidal, un hombre de su Casa.
[I] He sido exhaustiva en la enumeración porque mucho me sorprendió que en el catálogo de la muestra Su punto de vista (Centro de Arte Contemporáneo Wifredo Lam, junio-julio del 2000) cuando al final del currículo de Antonio se mencionan las más importantes colecciones que atesoran su obra, no se incluyó a la Casa de las Américas, pese a la excelente muestra de obras de Antonio que atesora la institución.
[II] Tanto Darys Vázquez como Abelardo Estorino han hecho esta observación, Darys en las palabras al catálogo de la exposición Alas, realizada en la galería El reino de este mundo, de la Biblioteca Nacional de Cuba, febrero-abril de 2011 y Estorino en su texto “El Vidal que yo conozco”, para la exposición El Silencio Elocuente, Museo Nacional de Bellas Artes de Cuba, abril de 2008
[III] Artista solicitado muchas veces por los organizadores de Subastahabana, donde trabajé como curadora de las ediciones realizadas entre 2002 y 2006, pude reunirme en tres ocasiones con Vidal, con motivo de la selección de sus obras para este evento.
[IV] Ver el texto “Aunque yo nunca fui al café Las Antillas” de Orlando Hernández, palabras al catálogo de la exposición Antonio Vidal. Pintura en galería La Acacia, enero de 1991.
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