Berta Armiñán Linares es sin duda una de las joyas más preciadas de la cultura en Santiago de Cuba. Su labor como fundadora del movimiento de canto y danza folclóricos quedó patentada en mayo de 1959, cuando integró la agrupación Cantos y toques de Oriente, devenida años después Folclórico de Oriente. Ella, junto a algunos de sus hermanos y primos, fue el alma de este importante suceso cultural.
“Mujer que nació para cantar y bailar”.
A finales del año 2020 me enrolé en lo que fue mi primer documental, Mujeres en dos tiempos, dedicado a la actriz y dramaturga Ana María Blanca de Agüero y a Berta Armiñán. Fue en esos meses que pude conocer a una mujer que nació para cantar y bailar.
En un principio el documental iba a ser dedicado a Ana María, pero visité a Berta un mes antes de comenzar la filmación, y comprendí que ambas necesitaban dicho reconocimiento. “En tiempo del canto y la danza folclórica”fue el segundo capítulo de la serie documental que abordó mucho de la vida y obra de esta diva en 30 minutos. Es difícil contar una historia de vida tan rica en tan poco tiempo, pues está llena del histrionismo y la grandeza de una mujer que desborda con su canto a todo el que la escucha.
Cuando Juan Manuel Márquez tomó las riendas del Folclórico de Oriente, convocó a Berta para que hiciera su primer espectáculo con un canto a Elegguá. Desde su sillón ella me cantó una parte de esa canción: “Yo llamo a mi Elegguá, yo llamo a mi Oshún. Yo llamo a Yemayá. (…) Elegguá, Yemayá”. Agitando las manos y sacando el recorte de un periódico de la época, ella habla con una alegría marcada por el deseo de revivir aquel momento.
Hay que señalar que Berta Armiñán es una cantante folclórica única, con un tono y timbre muy peculiares y poco usuales entre los intérpretes de música folclórica. En ella se funde la portadora/creadora, debido a que muchos de los cantos que conoce los aprendió desde pequeña en un lugar conocido como Monte Ruz, donde convivía con muchos descendientes de haitianos.
Todo ese conocimiento lo puso en función del Folclórico de Oriente; de ahí surgió una de las primeras obras de gran importancia para el folclor oriental: la tumba francesa. Esta primera tumba fue montada por Nieves de Armas, en cuanto a los elementos de dirección artística y general, pero la enseñanza de los cantos y numerosos movimientos es obra de Berta Armiñán. Ella, como nadie, guarda en su mente cada uno de estos cantos, algunos de los cuales ni las propias agrupaciones portadoras de las tumbas francesas cantan, como “Padrino inocente” y “Pondie José Miguel”. Hasta la forma en que se canta actualmente la “Mangleso” es obra de Berta. Una cuestión a señalar aquí es que ella es la única persona que he conocido que sabe la traducción de todos estos cantos.
Según su testimonio, esto lo aprendió visitando con su madrina la tumba francesa “La Caridad de Oriente”. Ahí conoció también a los composé, que son las personas que en aquellos tiempos se dedicaban a escribir la letras y componer los cantos. Aprendió a tocar el catá, instrumento por excelencia de las tumbas francesas. Me comentó que, gracias a ese conocimiento, pudo realizar un día un espectáculo, pues los tocadores no llegaron a tiempo.
Fue la artífice de la creación del “Gran gagá”, inspirado en las fiestas profanas que hacían los haitianos en Semana Santa, donde mostraban la gran fortaleza y genialidad que le aportaban los loas del vudú. Según me comentó Antonio Pérez (Tony), “fue en la década del 70 cuando escuchó por primera vez a Berta cantar”, y esto se debió a la presión de montar una obra que fuera puramente santiaguera. Es en esa confluencia que surge el “Gran gagá”, del cual Berta enseñó los pasos y cantos que en 15 días estuvieron montados. Obtuvieron el primer lugar en el Festival Obrero y Campesino celebrado en La Habana en el año 1971. Yo estaba totalmente impactado al conocer la historia de dos espectáculos emblemáticos de las agrupaciones folclóricas de Oriente y de Cuba.
Su estilo no solo quedó impregnado en la música folclórica, sino también en la tradicional. Cuando en los años 90 integra la plantilla del Ballet Folclórico Cutumba, se une al septeto de esta agrupación, con la que graba un disco. En este fonograma se pueden comprobar las dimensiones estilísticas de su canto y las cualidades de su voz, que se adapta a este formato y asume un estilo propio, lo cual es signo de un sello de calidad. Me confesó que muchas veces ella interpreta esas canciones en la soledad de su hogar o en cualquier actividad a la que es invitada.
Berta Armiñán transitó por todas las especialidades de una agrupación folclórica. Primero fue bailarina, después cantante y, por último, una de las grandes maestras del folclor oriental. Ella y Milián Galí son los últimos grandes maestros de esta especialidad que viven y que tiene Santiago de Cuba, siendo ambos una fuente de conocimiento para muchos investigadores y artistas.
Otra faceta importante en el arte de Berta Armiñán Linares es su conocimiento sobre los cantos espirituales. Ella tiene bien recogida en su memoria la tradición de esos cantos, que son creaciones populares. Existen algunos que solo ella canta y que desde hace tiempo no veo interpretar en las tradicionales reuniones de los médiums que se hacían en mi niñez y que en la actualidad se han venido rescatando. Ella me explicó el sentido de cada uno de estos cantos y en qué momento se deben interpretar durante la reunión de los espiritistas. Me contó que los aprendió de su madre y de una vecina que tenía un centro espiritual, quienes los cantaban en mayo, cuando ponían su altar de cruz.
“Su trayectoria, con presentaciones en escenarios de más de 20 países, está avalada por tantísimos premios”.
Cuando le dedicaron la Fiesta de la Danza, cantó en los pasacalles de la conga santiaguera, que fueron muy populares a principios del siglo XX: “Aeee un solo golpe na’má’” y “Señor sereno, por qué me manda a dormir con tanta gente en la calle y un solo guardia civil”. Así, en una hora de conversación, me fue cantando cada uno, cuestión que me hacía admirarla cada vez más. Su trayectoria, con presentaciones en escenarios de más de 20 países, está avalada por tantísimos premios. Ella recuerda con gran alegría España, por ser el primer lugar que visitó y donde la ovacionaron en numerosas ocasiones.
A sus 77 años Berta se encuentra jubilada, pero no retirada; su más reciente aparición en un gran espectáculo fue en la obra “Siete Mares”, del Ballet Folclórico Cutumba. Su presencia fue el esplendor del show, donde interpretó un canto a Yemayá. Con el Estudio Teatral Macubá participó en la obra “El espiritista”, dedicada al director, dramaturgo y actor Rafael Meléndez, quien fuera director del Guiñol Santiago. Es también intérprete en el videoclip “Cantos de tumba francesa a los Independientes de Color”.
En su hoja de reconocimiento ostenta la Medalla Raúl Gómez García, la Distinción por la Cultura Nacional, la Placa Heredia y la Llave de la ciudad de Santiago de Cuba, entre otros lauros. Sus aportes al universo de la danza y el canto folclóricos profesionales no tienen discusión. Creo firmemente que merece el Premio Nacional de Danza como acto de justicia cultural a una mujer que se entregó en cuerpo y alma a su arte.
“Berta Armiñán Linares es indudablemente la gran diva de la danza y del folclor orientales”
Añado que siento una gran preocupación: ella guarda en su mente todo su legado patrimonial, y si no se graba podría perderse en el futuro. Sus conocimientos sobre los cantos haitianos, cubanos, francohaitianos, espirituales y de la música tradicional popular ocuparían varios fonogramas. A esto se suman las propias composiciones que ha realizado a lo largo de sus más de siete décadas de vida.
Berta Armiñán Linares es indudablemente la gran diva de la danza y del folclor orientales. Me siento muy privilegiado por haber conocido la grandeza que guarda en su gran humildad de maestra.
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