Casa de África se abrió al pincel, la cámara y la voz


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Fotos: Cortesía de A Mayor Producciones.

En ocasión de la XV edición de la Bienal de La Habana, el museo Casa de África con su visión inclusiva, el 20 de noviembre abrió sus puertas a una jornada de intercambio cultural que aplaudió las más disimiles visiones estéticas. Un horizonte creativo que en momentos difíciles, como los actuales, unen a más de una treintena de artistas de la plástica entre estadounidenses y cubanos.

Muestras pictóricas, cinematográficas y como cierre un gran concierto que unió la canción, el jazz, el hip hop y la música de raíz africana.

Comunión absoluta de voluntades que se hicieron realidad gracias al accionar del colega de la plástica y activista norteamericano Ben Jones.

El siempre amante de la cultura y pueblo cubanos, Jones, llevó a la colonial Casa de la Obra Pía siglos de tradición e historia, y con esta muestra que se mantendrá durante seis meses en el recinto que con tanto celo atesora y preserva parte importante de la impronta africana en Cuba, logró articular un discurso de raíz común donde se hacen resaltar problemáticas como la búsqueda de la identidad, la relación del hombre con su destino; el yo personal y el colectivo; la historia multiplicada, a través de lienzos, con dibujos que se proyectan más allá del legado de lo negro. No se trata únicamente de mostrar la crueldad de la esclavitud, por ejemplo, sino colocar al individuo frente a ese real sentido de la existencia, la capacidad de resiliencia en entornos hostiles y la búsqueda de la verdad.

Eso significó Visiones compartidas, antecedente cronológico de lo que sucedería en la muestra cinematográfica de la segunda jornada, donde la presencia de la obra documental de la cubana y del mundo Gloria Rolando acerca a otros referentes culturales, pero de tronco común: el hombre por encima de razas, tendencias religiosas, preferencias ideológicas: el ser humano como centro de su propio universo conceptual.

La música es el cierre obligado cuando de mostrar expresiones artísticas diversas se trata. Y este concierto final demostró que también las visiones son compartidas cuando en un mismo diapasón caben tantos acordes, géneros y melodías diferentes que entroncan en este hurgar en las esencias vividas de cada una.

Jazz y hip hop: improvisación compartida desde bases estructurales diferentes y un mismo punto de confluencia humana y cognoscitiva, todo aderezado con ese ritmo ancestral africano del que el grupo Baobad se apropia para crear su propio mundo de invención, siempre asentado en las bases ancestrales del folclor africano.

Para Magia Cabrera entre las voces féminas pioneras del decir hip hop en la Isla, hasta Alejandro Mayor y Gala Mayor – agrupación que extiende su proyección musical desde el jazz al unirse con Rubén Marín y Primera Base en un proyecto que bajo la nominación de Cuba Rapeando así, pretende visualizar las coordenadas musicales y estéticas de los hacedores del género, ahora en casa—.

 

Alejandro Mayor  y Gala Mayor.

Para el final, la canción, genuina expresión de la cultura cubana que dicha y sentida al estilo de la Musicalísima, Beatriz Márquez, adquiere especial dimensión.

De esa manera la Casa de África abrió sus puertas a la decimoquinta edición de la Bienal de La Habana desde el pincel, la cámara y la voz.

 

 


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