Choco, siempre Choco


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Aunque pase el tiempo -“el implacable”-, el Choco no pierde ni su aroma ni su robustez ni la solidez que transpira su obra y su ser: el Centro Pablo ha tenido el inmenso privilegio y la dicha de tenerlo muy cerca durante veinticinco años y no porque su taller esté en la calle Sol al doblar de la esquina de Muralla 63 donde radicamos, sino por la proximidad comprometida, sincera, fiel, desinteresada y espiritual que nos ha regalado por más de dos décadas.

Durante todos estos años hemos sido testigos del crecimiento y consolidación de la obra de este creador de ojos saltones y risa estruendosa de niño travieso (y santiaguero) que sabe pasearse con el mismo desenfadado glamour por las alfombras de las más exigentes galerías del mundo como por las humildes y adoquinadas calles de esta Habana Vieja, que ha hecho muy suya: saludando, abrazando o besando a todos de igual manera.

Desde que el Centro Pablo daba sus primeros pasos, Choco nos acompañó en aquella inicial exposición titulada Una obra para Pablo, exhibida en la galería del también querido Nelson Domínguez. En aquel momento -del ya lejano 4 de abril de 1997- el siempre presente Eusebio Leal dijo: “y yo me felicito de que una comunidad tan intensa de pintores, de hombres auténticos que nos hemos conocido en estos años de juventud inacabable estén en la casa de Nelson para hacer esta fiesta por Pablo”.

Premonitorias las palabras del historiador: estos veinticinco años han sido una fiesta permanente por (y para) Pablo en la que no han faltado (ni fallado) las artes visuales y, en particular, el quehacer de nuestro siempre auténtico Choco.

El próximo viernes 17 de diciembre a las 5 de la tarde  tendremos el placer de tener a Choco una vez más en nuestra casa para celebrar juntos el 25 aniversario de nuestro Centro. Nuestras puertas estarán abiertas para las amigas y amigos que quieran pasar a disfrutar de la novedosa muestra personal Choco siempre Choco junto a las pinceladas musicales del jazzista César López.

Ese mismo día se le otorgará el Premio Pablo a Choco y a Sánchez Idalino, custodio, amigo y guardián de nuestro Centro desde sus inicios. Este galardón se otorga “por una sola vez a personalidades e instituciones cubanas y de otros países que se hayan destacado en investigaciones, obras de creación y acciones encaminadas a promover y defender los valores de la identidad cultural y la solidaridad entre los pueblos. También se concede este reconocimiento  a personalidades e instituciones relacionadas, de alguna forma, con la vida y la obra de Pablo de la Torriente Brau —cronista incesante, creador imaginativo, luchador antifascista y antimperialista— y que hayan hecho suyos esos valores en el mundo de hoy”. El Premio consiste en una loza estampada con un delicado diseño concebido, especialmente, hace 20 años por el maestro Alfredo Sosabravo, Premio Nacional de Artes Plásticas, 1997.

 


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