Si las cosas no son lo que parecen, necesitamos una ciencia de las apariencias.
“…toda ciencia sería superflua si la apariencia externa y la
esencia de las cosas coincidiera directamente…”
Marx (Capital vol 3 ch XLVIII)
Además de la dominación económica, militar, religiosa y financiera -que pesa sobre la historia de los pueblos- pesa de manera especial la dominación simbólica que opera de manera desigual y combinada, es decir, en todas las escalas con formas y velocidades diversas. Algunos la anhelan como la manera perfecta de la dominación que consiste en controlar las sociedades enteras, y conciencias, sin disparar una sola bala. Tras ese anhelo compiten muchos “genios” de la psicología, la antropología, la filosofía, la semiótica burguesa… y, hasta el hartazgo, van por el mundo ofreciendo su mercancía ideológica barnizada con propaganda de sí misma. Un festín de obscenidades trabajadas minuciosamente para ser vendidas (a precios exorbitantes) en los mercados de la alienación. Historia añeja. Algunos se hacen venerar como “sabios”. Necesitamos filosofía y método de análisis crítico, e intervención semiótica directa, contra las máquinas de guerra ideológica del imperio.
Marx dijo: “…toda ciencia sería superflua si la apariencia externa y la esencia de las cosas coincidiera directamente…” No puede deducirse un cuerpo teórico de una “frase”, pero puede derivarse un conjunto de reflexiones, imbricadas filosóficamente, a partir de una afirmación que conecta con la experiencia del desarrollo científico tanto como de la experiencia cotidiana de los pueblos. “Las apariencias engañan”, “nada es lo que parece”, “caras vemos, corazones no sabemos”, “aunque la mona se vista de seda… mona se queda”, “el hábito no hace al monje”, “no todo lo que brilla es oro”, sin referir muchas otras consignas populares en las más diversas lenguas. Estos saberes aluden al engaño o a las diferencias (voluntarias o no) entre las apariencias y los contenidos, la semántica y la sintaxis, entre la forma y el fondo. Contradicciones que han desplegado complejidades y problemas de todo tipo en el campo del conocimiento como en el campo de la enunciación, en el campo de la ideología como en el campo de la política. “Del dicho al hecho hay mucho trecho”. Ha habido, históricamente, intervenciones malintencionadas insertas en el núcleo de la dicotomía forma-contenido para engañar a las masas y hacerles creer que lo falso es real. Ese núcleo contradictorio es objeto de estudio de nuestra filosofía semiótica para la emancipación. Que no nos impongan unas cosas por otras.
Prolifera el hartazgo ante semejante pachanga de manipulación simbólica y se impulsa contra ese panorama, cómo se puede, una Semiótica para la Emancipación parida, dialécticamente, desde el núcleo de las contradicciones del capitalismo en sus ofensivas para la dominación. Y más aún, además de pretender un instrumental científico capaz de desintegrar los dispositivos ideológico-simbólicos dominantes, impulsar una revolución semiótica capaz de emancipar la producción de sentido y las relaciones de producción. Es una gran batalla que dependerá del ascenso de la conciencia social y la lucha de clases.
Si la Semiótica es la ciencia que estudia todo lo que se usa para mentir, como dice Umberto Eco, y si el capitalismo es un sistema económico e ideológico fundado en el engaño para robar el producto de su trabajo al proletariado, aquí pensamos que urge una Semiótica de nuevo género especializada en combatir los medios y los modos sistematizados por la ideología de la clase dominante, para la mentira, sus contenidos y sus emboscadas formales. No una Semiótica escapista, subjetiva o contemplativa. No una Semiótica empirista ni criticista. Sí una Semiótica para la transformación. No confundimos aquí la función fantástica del arte, ni la imaginación creativa que identifica maneras diversas para conectarse con las realidades humanas y representarlas artísticamente. No confundimos la fantasía con la mentira. No confundimos la creatividad con la falacia. Y porque “nada es lo que parece”, tampoco se confunde una preocupación social histórica con una exageración de coyuntura. “El método es literal y etimológicamente el camino que conduce al conocimiento. El método es el procedimiento planeado que se sigue en la actividad científica para descubrir las formas de existencia de los procesos, distinguir en fases su desarrollo, desentrañar sus enlaces internos y externos, esclarecer sus interacciones con otros procesos, generalizar y profundizar los conocimientos adquiridos de este modo”. Eli de Gortari.
Aquí se entiende a la Semiótica como una ciencia derivada de la Filosofía que se especializa en intervenir, críticamente, en la relación forma-contenido; sus influencias histórico-ideológicas y su papel en la lucha de clases. En su aspecto ético, esta semiótica permite reconocer y combatir el uso de las formas de representación en la historia para la dominación, colonización y explotación humana. Contra sí y contra el planeta.
Aquí se entiende a la Filosofía como una ciencia cuyo objeto de estudio es lo general y lo interroga históricamente, en su dinámica objetiva y en el conjunto de sus vínculos también dinámicos e históricos. La Filosofía es una Ciencia para la transformación del mundo empeñada en ofrecer una explicación objetiva y racional del universo y del conjunto de sus interacciones indisolubles y cuyo dominio particular está constituido por el conocimiento de lo general.
Gortari entendió que la Filosofía se beneficia de otras muchas actividades humanas y que, a su vez, esas actividades se apoyan en la Filosofía. “La Filosofía es la Ciencia que se ocupa de estructurar la concepción científica del Universo a través de la interpretación crítica, armoniosa y organizada de los resultados y consecuencias obtenidas en las investigaciones científicas, para constituir un conocimiento nuevo y presentarlo de manera racional y objetiva del cosmos.” Elí de Gortari.
Necesitamos un “mapa” semiótico general para la táctica y la estrategia emancipadora. Un “mapa” capaz de hacer visibles, por una parte, las riquezas naturales y las cualidades de las fuerzas laborales que son la razón de la disputa hegemónica, al tiempo que desarrollemos un mapa de las subjetividades (pensamiento originario, despliegue de iglesias, coloniaje político-jurídico, creencias, supercherías, sectas… en contraste con las tradiciones rebeldes, en todas las esferas sociales, desde las independencias étnicas hasta las revoluciones científicas, tecnológicas y políticas impulsadas por los pueblos).
En suma, necesitamos un mapa actualizado de las fuerzas productivas, de la infraestructura y la superestructura. Pero un mapa que nos permita intervenir en “tiempo real”, no quedarnos atrás, rumiando las derrotas sufridas con antelación, sino ser capaces de mantener un modelo de diagnóstico y respuesta a la velocidad y con la ubicuidad de las agresiones hegemónicas. Sin descuidar la consolidación de la Revolución semiótica permanente.
Pero ni todos los “mapas” de situación más avanzados alcanzan para avanzar si no se logra una movilización política desplegada en todos los frentes de las organizaciones decididas a no seguir sometidas al capitalismo y sus operaciones de dominación. De nada, o de muy poco, sirven las mejores herramientas sin una militancia científica dispuesta a terminar con todas las máquinas de guerra ideológica burguesas y los incontables estragos que produce en el corto, mediano y largo plazo. No es suficiente un “progresismo” medianamente consciente del daño causado por los monopolios mediáticos. No es suficiente saber que donde hay bases militares hay bases mediáticas. No es suficiente fundar corrientes de pensamiento crítico o descolonizador, sin programa de intervención organizativa directa y formación de frentes de combate semiótico de acción crítica y autocrítica a fondo y desde las bases. Mientras la industria del engaño sigue expandiéndose en formas y contenidos.
Es indispensable el compromiso ético y de acción directa. Es indispensable la Guerrilla Semiótica y la guerra de guerrillas preámbulo de una revolución Semiótica abierta, capaz de desplegarse con todo género de tácticas de frente único y de centralismo semántico democrático donde la re-semantización sea obra revolucionaria de producción de sentido democratizado, contra toda forma del monopolio del sentido secuestrado por la ideología de la clase dominante. Es indispensable la organización del sujeto histórico que cambiará la realidad económico-social del mundo, cambiando también las fuerzas productivas del sentido.
Vamos, como se puede, tratando de ensanchar y profundizar las fuerzas. Pero la extensión, la complejidad y la profundidad de la problemática exige inter-multi y transdiciplina. Exige herramientas teórico metodológicas actualizadas y exige tecnología en manos de cuadros formados para consolidar bases de operaciones con salas situacionales diversas y capacidad de sistematización para los análisis tanto como para las experiencias que se pongan en marcha. Se requiere pues, asumir la fuente primera de la producción Semiótica de los pueblos que no es otra que la lucha de clases en los escenarios de combate social.
Es un consenso, a voces, el reconocer que una de nuestras mayores y costosas debilidades, está en la comunicación, no sólo por cuánto nos cuesta la ofensiva imperial, con sus tentáculos monopólicos nacionales, sino por las dificultades que hemos debido padecer para la transmisión de nuestras ideas. Pero ni las más profundas reflexiones plañideras sirven para algo si son sólo catarsis “sobre la leche derramada”. Entre muchas victorias comunicacionales de nuestros pueblos en lucha, tenemos también un repertorio enorme de errores que van desde la poca creatividad sintáctica, el estereotipo narrativo, las formas cansinas y dogmáticas del discurso, las egolatrías de micrófono y una incapacidad dolorosa para seducir cabezas y corazones con las mejores ideas y programas revolucionarios para la felicidad humana. Eso en el cine como en la poesía, en el teatro como en la prensa obrera. Un balance de las décadas recientes, con la incorporación de las tecnologías digitales sigue arrojándonos pérdidas. Salvando las honrosas excepciones.
Por esto es necesaria una vanguardia Semiótica que no sea, en el sentido sectario, un club de iluminados que indica el camino a los peregrinos errantes. Que no sea cenáculo de auto-proclamados vectores de la verdad… que todo lo contrario sean líderes legitimados en batallas sociales y conozcan la agenda que emana directamente de la contienda de clases. Que aporte y se mueva, promueva, más aportes. Que no sólo contemple y sepa, que intervenga y resuelva. Una vanguardia organizada de manera amplia y multiplicadora capaz de no empantanarse en escolasticismos de nimiedades y que permita convertir los debates en fuerza de flujo para que no se frenen los avances. En suma, una vanguardia de frente único dispuesta a corregir errores y a expandir horizontes, en la compleja lucha por superar los vicios ideológicos hegemónicos e impulsar el pensamiento emancipador que no olvida emanciparse a sí mismo, permanentemente.
Incluso la idea de “vanguardia” reclama, para sí, una semiótica emancipadora propia que le sacuda toda noción sectaria y todo vicio de “iluminación” sedicente. Aquí se entiende la vanguardia como obra de las decisiones democráticas que mandatan “ir adelante” a tratar de despejar el paso y recorrer los márgenes del conocimiento. No para vanagloriarse sino para servir disciplinadamente a las disputas por el sentido cada día más cruciales en nuestro tiempo.
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