Fotos: Jorge Luís Sánchez Rivera
Cada vez que se anuncia la presencia de la Compañía Folklórica Camagüa en un teatro habanero, las taquillas se abarrotan de personas ansiosas por adquirir entradas.
Este es un fenómeno que se repite una y otra vez, no como resultado del azar, sino como expresión de reciprocidad ante el respeto que el maestro Fernando Medrano Vireya y sus discípulos profesan por el arte que defienden, por la escena y por su público.
Su más reciente presentación en la Sala Covarrubias del Teatro Nacional fue doblemente singular: de jueves a domingo y con dos espectáculos diferentes, algo poco usual en materia de temporadas teatrales.
Trinitarios, Cubanísimo y Homenaje fueron presentados jueves y viernes, mientras que para el sábado y domingo se reservaron Awan, Clave, Guateque y Son, Rumbeando y Caribe soy.
Un trabajo que raya con la perfección, desde lo parejo de peinados, largo de faldas, maquillajes y rostros sonrientes, hasta movimientos, alineaciones y acrobacias que parecen demostrar que Camagüa no necesita de las grandes figuras para enamorar.
La sumatoria de horas de trabajo infatigable, entrega y compromiso, obtienen como resultado el reconocimiento y prestigio que, dentro y fuera de Cuba, se han sabido ganar los miembros de esta compañía.
El público, de pie, delante de sus asientos, extensas ovaciones, grandes concentraciones frente a la puerta de salida solicitando fotografiarse con los protagonistas de la noche y un grupo nada despreciable de personalidades del arte en la Sala expectantes a cada evolución, son motivos más que suficientes para la satisfacción del maestro y su prole.
El hecho artístico que por esos días vivió el más pequeño de los escenarios del majestuoso Teatro Nacional, estuvo signado por la alta calidad de una compañía camagüeyana defensora de expresiones raigales de cubanía.
A diferencia de sus similares en el entorno músico-danzario nacional, la Compañía Folclórica Camagüa se acerca más a la cultura campesina y a la caribeña, elementos que también lo distinguen dentro del entramado de agrupaciones en las que el mayor peso está en las expresiones de matriz africana.
La ejecución de coreografías del propio Medrano Vireya y de la Doctora Bárbara Balbuena demostró cómo defender las esencias desde códigos contemporáneos, con mucho énfasis en interpretaciones al mismo nivel que la danza.
De especial atractivo resultó el acercamiento a la cultura caribeña, donde no faltaron su colorido y expresividad, ejecutados desde la seguridad que aporta el conocimiento.
Imprescindibles para tales resultados es el trabajo de investigación, otra de las cartas credenciales de esta formación, evidenciado en cada una de sus propuestas.
El protagonismo de la música
Indiscutiblemente la ejecución de la música, en vivo, aporta muchísimo al resultado final de la obra y eso es algo sabido por estos camagüeyanos.
Tres potentes voces femeninas marcan la diferencia, ellas defienden con elegancia cada tema del repertorio y aprovecharon la intro de Rumbeando para lucir sus facultades interpretativas.
El resultado del trabajo musical tiene mucho de Julio Puig Triana, cantante y director musical de la compañía, quien desde sus experiencias con sonoridades diversas imprime un sello peculiar al quehacer de Camagüa.
La limpieza de esta voz masculina, el dominio de los términos y los arreglos a cada tema, son el complemento perfecto para el éxito de sus presentaciones.
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