Hay una delgada línea imaginaria que define e identifica lo bueno de lo malo y ese fino e invisible límite se nutre de definiciones tales como organización, previsión, voluntad y la más importante de todos el sentido común. Cruzarla a veces ocurre de modo involuntario, otras veces por cierta dosis de ingenuidad solo deducible de las circunstancias.
Así reflexionaba al regreso del concierto inaugural del Verano 2022 organizado por ARTEX y sus agencias junto con el Grupo PALMARES en el Anfiteatro de Varadero y que será al parecer el plato fuerte del verano de todas las propuestas del MINCULT (y por extensión del Instituto Cubano de la Música).
Comencemos por decir que no es la primera vez que se intenta convertir el Anfiteatro de Varadero en el centro de la vorágine musical del verano. En fecha hoy tan lejana como el año 2008 se apostó por este tipo de eventos; recuerdo que en aquel momento la idea fue del finado músico Juan Formell y se pretendió disponer de al menos otros tres espacios dentro de la ciudad balneario que sirvieran de preámbulos a lo que sería el centro de la propuesta: el concierto del Anfiteatro. Por esas coincidencias de la vida el primer concierto fue un sábado 2 de julio.
Aquel primer intento no pasó de los tres primeros conciertos y el nombre del evento: Verano en Varadero se diluyó en el torrente de propuestas y proyectos que han alimentado el reino de las ideas de nuestra cultura.
Alguien comentó que entre las tantas causas de que aquella propuesta se fuera a pique estaba la no coincidencia de criterios, intereses y voluntades de muchos de los involucrados en la organización del evento. El prestigio y la obra de Formell –y el total apoyo desde lo personal de Julio Bidopia, al momento director de la agencia Clave Cubana—no lograron limar las lógicas asperezas que fueron surgiendo el en camino.
Es justo decir que a pesar del fiasco de aquel intento Clave Cubana logró en algún que otro momento volver a organizar presentaciones de su catalogo en el Anfiteatro, pero los resultados no siempre fueron halagüeños. El muro de la coincidencia de intereses y voluntades fue el principal obstáculo.
Pudiera decirse que el sentido común había sido desterrado cuando se trataba de hacer funcionar mega eventos en el anfiteatro de Varadero. Que el lugar quedaría solo para alimentar la memoria de aquellos festivales que en los años setenta y ochenta del pasado siglo dieron brillo a su historia. Varias generaciones de cubanos forman parte de esa legión de personas que atesoran en su memoria armar sus alforjas para en vacaciones ir a Varadero a los Festivales, dormir en la arena y al día siguiente inventar una ruta de regreso a sus hogares; bien fuera en Cárdenas o Matanzas o tan distante como la Habana y Santa Clara.
Ciertamente Varadero ha cambiado, pero nuestra idiosincrasia y voluntad cultural, nuestra necesidad de expresarnos por medio del baile, la música y el jolgorio permanece intacta; incluso en tiempos difíciles. Con estas premisas se entenderá que la incompatibilidad de voluntades e intereses entre los involucrados en revivir la vida cultural de Varadero en el (o en los) Veranos requiere un fino trabajo de orfebrería social, económica y sobre todo de liderazgo.
Desconfiando, luego asisto; llegué a este concierto de apertura.
Las puertas del Anfiteatro fueron abiertas a las ocho y media de la noche, una hora después no había suficiente público; cosa que me asustó hasta que decidí asomarme a las puertas de entrada y cosa curiosa largas filas de personas –jóvenes en su mayoría—se extendían al menos por unos doscientos metros. La causa de su demora era bien sencilla: los organizadores no disponían de toda la infraestructura para enfrentar una novedad en nuestra sociedad actual: la venta electrónica de entradas.
Asumir esta variante para vender entradas garantizó una afluencia de público inesperada; y dio a estos la posibilidad de evitar en engorroso trámite de esperar ante una taquilla; pero la realidad obliga a los organizadores a buscar una solución urgente si se quiere mantener el flujo de personas. Otra ventaja de este método es que tras anunciarse por las diversas plataformas digitales la programación cada cual puede reservar de antemano espacios para el concierto y el artista de su gusto, interés y admiración.
Aquí es loable apuntar un tanto al MINCULT y a sus instituciones involucradas, aunque soy del criterio que la agencia PARADISO debe apostar por liderar este rubro y permitir que una plataforma como LA PAPELETA sienta que es algo más que una fuente de anuncio.
Foto tomada del perfil de Facebook de la agrupación
A las once de la noche comenzaron las presentaciones. Primero La Charanga Latina, que dirige el violinista Enrique Álvarez. Para ese entonces en el foro del Anfiteatro había al menos unas cinco mil personas y aún una larga fila pugnaba por entrar ante la demora del trámite de la validación de su compra electrónica.
Júbilo entre los presentes. Goce y disfrute; pero en el fondo todos – o al menos una parte importante de las personas con las que conversé—cruzaban los dedos para que el evento mantuviera el mismo nivel de propuestas que esa primera noche. No se trata del talento, eso está garantizado, el asunto es las ofertas. Fue el juicio más vertido.
Fotos tomadas de Internet
Hablando del talento convocado. Debo decir que fuentes cercanas del MINCULT me confirmaron que todos los músicos convocados aceptaron y ajustaron sus presupuestos e itinerarios profesionales para ser parte de este evento. Y aquí me permito hacer una observación: si se logra que nuestros músicos encuentren en este evento; y otros que se organicen más allá del verano; satisfagan sus necesidades económicas estaremos a un paso de dar a esa industria una fuerte presencia en el PIB y aportaran a las arcas del Estado fuertes ingresos. Pero algo importante: revalorizaran su cache de cara al mercado internacional. Experiencias anteriores las hubo en los años noventa.
En este punto la apuesta ha sido por satisfacer el gusto de todos los públicos y quienes han pensado en la posible programación musical –según mis fuentes—han apostado por formulas consensuadas en cuanto a la integración del talento. De los mecanismos de promoción dependerá la afluencia de públicos diversos que se integren.
Cerca de la una de la mañana comenzó el plato fuerte de la noche. La actuación de la banda de CUBATON Los 4. Para ese entonces la asistencia de público era superior a las seis mil personas. Todo un éxito si se tiene en cuenta que siempre el concierto de apertura está bajo escrutinio por parte del público y los organizadores.
Sin embargo; no basta solo con la voluntad del MINCULT –de hecho, loable la rectoría de ARTEX como cara visible—ni de PALAMARES. El Anfiteatro requiere que se piense en algo más que presentar orquestas, grupos y solistas en este verano. El mundo de la música hoy se complementa como una gran puesta en escena que requiere de recursos tales como luces, pirotecnia y despliegue de elementos que alimenten el sueño de los presentes.
Esa inversión, costosa en determinados rubros puede ser suplida con cierta creatividad. Por qué no incluir en la dinámica de los conciertos a esas formas de gestión que disponen de sistemas de luces; por qué no hacer un espacio a quienes pueden aportar elementos de publicidad inmediatos, como pude ver impresos in situ de los artistas que se presentan, o alegóricos a este evento. El ganar será un impulso a esa definición de economía circular que se pretende lograr en la cultura.
La delgada línea que separa lo bien hecho de lo mal logrado seguirá pendiente mientras dure este verano y se realicen estos conciertos; pero pienso que el resultado será visto en la medida que todos los involucrados piensen que quienes asisten; sea desde la Habana, Matanzas o alguna localidad cercana; son el superobjetivo de la propuesta. Si eso se logra como filosofía de trabajo estaremos cerca de regresar a Varadero, a su Anfiteatro y a una larga vida en nuestra cultura.
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