Fotos: Cortesía del autor.
Es que el proceso de aprender, en el que históricamente descubrimos que era posible enseñar como tarea no solo incrustada en el aprender, sino perfilada en sí, con relación a aprender, es un proceso que puede encender en el aprendiz una curiosidad creciente, que puede tornarlo más y más creador. Lo que quiero decir es lo siguiente: cuanto más críticamente se ejerza la capacidad de aprender tanto más se construye y desarrolla lo que vengo llamando “curiosidad epistemológica”, sin la cual no alcanzamos el conocimiento cabal del objeto. // Paulo Freire.[1]
Dedicada al Palacio de Junco como heredero del primer museo fundado por la Revolución Cubana hace 65 años; y al Farmacéutico de Matanzas que suma seis décadas de instituido para conservar una Botica Francesa de finales del siglo XIX.
Mientras registraba los acontecimientos que me resultaran enriquecedores en mi desempeño como docente e investigador del patrimonio cultural durante la recién finalizada VIII Conferencia Científica “Museología y Sociedad” (Matanzas, del 24 al 26 de septiembre), dos intervenciones llamaron profundamente mi atención: a modo de inauguración de la cita, “La educación patrimonial en los museos”, de Grisell Aurora Santana Sarduy, Directora de Museo del Consejo Nacional de Patrimonio Cultural; y, en la modalidad de panel, “Sistematización de experiencias académicas en formación de capacidades de interpretación patrimonial”, coordinado por Salvador David Soler Marchán, profesor del Centro de Estudios Socioculturales de la Universidad de Cienfuegos, líder del desarrollo de un modelo de gestión Integral del Patrimonio Histórico Cultural y Natural en la región central. ¿Qué les unía? La presentación del brasileño Paulo Freire, como referente teórico metodológico de sus trabajos.
Grisell Aurora Santana Sarduy, Directora de Museo del Consejo Nacional de Patrimonio Cultural
¿Qué podría aportar Paulo Freire (Brasil, 1921 – 1997), el pedagogo al que “le bastó publicar su Pedagogía del oprimido [1972] para situarse como uno de los intelectuales más citados en textos sobre educación en América Latina, África y Asia”[2] a esta Conferencia? ¿Cuánto repercute en los retos que la contemporaneidad presenta a los museos en Cuba y a la protección del patrimonio cultural en general? El hecho de que haya sido elegido por Santana Sarduy para ilustrar un sendero a seguir en la Educación Patrimonial, tarea inherente a los museos y la red de instituciones que le acompañan en la protección del Patrimonio Cultural en Cuba desde hace ya notable tiempo, y que Soler Marchán lo coloque entre los cimientos sobre el cual establecer un modelo para su gestión integral, lo revela sin dudas como una figura insoslayable en el ámbito del patrimonio.
La reseña de su texto Pedagogía de la autonomía, edición del 2004, apunta: “Freire nos convoca a pensar acerca de lo que los maestros deben saber, y de lo que deben hacer, en el proceso de la enseñanza y el aprendizaje” y subraya “sobre todo cuando el énfasis está puesto en educar para lograr la igualdad, la transformación y la inclusión de todos los individuos en la sociedad”.[3] Llamo la atención en dos ideas básicas en el cumplimiento del deber-ser desde la formación profesional; en primer lugar, el saber, lo que nos conlleva a una permanente superación y actualización en un tema que con el tiempo ha adquirido complejidad insospechada en su trayectoria histórica. En las palabras de apertura a la Conferencia expresaba Justa Cantillo, directora del Centro Provincial del Patrimonio Cultural de Matanzas:
La evolución de la museología como ciencia y las instituciones museísticas en el siglo XXI han estado marcadas por grandes desafíos y transformaciones que, sin dudas, reflejan los cambios culturales, tecnológicos y sociales de nuestra era. // Los museos han pasado de ser contenedores que atesoran bienes patrimoniales que constituyen la memoria histórica de un territorio, un país, o la humanidad, para transformarse en espacios democráticos, dinámicos, interactivos e inclusivos que permitan conectar con las expectativas de los diversos públicos. Además, actualmente los museos se redefinen y estudian grandes cambios que les permitan parecerse más a las comunidades que representan, para poder cumplir de mejor manera con su misión educativa y cultural en un mundo que se encuentra en constante transformación, donde el poder, la guerra, el cambio climático, y la desigualdad social se acentúan cada día más. [4]
En segundo, el saber hacer, efecto del primero, necesidad de actuar en correspondencia con la ética y moral a los principios teóricos y metodológicos que enseña la teoría y praxis museológica tanto en Cuba como en su expresión internacional, ámbito al que hemos estado vinculados desde la segunda mitad del siglo XIX con la creación de los primeros museos municipales y, en el primer cuarto del siglo XX, con el desempeño del Historiador de la Ciudad.
En el marco de la enseñanza/aprendizaje, desde la interacción entre educar y aprender, destaca Freire tener en cuenta ocho pasos: 1) rigor metodológico, 2) desarrollo de la investigación, 3) respeto por el conocimiento particular de cada estudiante, 4) ejercer el pensamiento crítico, 5) respeto por la ética y la estética, 6) aceptación de lo nuevo y rechazo a cualquier forma de discriminación, 7) reflexión crítica acerca de las prácticas educacionales y 8) asumir tu identidad cultural. Si entendemos que el papel profesional a los que nos convoca el patrimonio cultural de una comunidad está directamente vinculado al conocimiento de su origen, desarrollo de su producción cultural en el devenir del tiempo, su imaginario y en particular a la conformación de su memoria social,[5] ¿no resultan válido la aplicación de los referidos “pasos” en el ámbito de una comunidad? Recordemos que la Carta de Cracovia acota:
Cada comunidad, teniendo en cuenta su memoria colectiva y consciente de su pasado, es responsable de la identificación, así como de la gestión de su patrimonio. Los elementos individuales de este patrimonio son portadores de muchos valore, los cuales pueden cambiar en el tiempo. Esa variabilidad de valores específicos en los elementos define la particularidad de cada patrimonio. A causa de este proceso de cambio, cada comunidad desarrolla una conciencia y un conocimiento de la necesidad de cuidar los valores propios de su patrimonio.[6]
Teatro Sauto
Palacio de Justicia
Dos intervenciones dieron cierre a la VIII Conferencia Científica: “Los museos en Cuba. Retos actuales”, conferencia impartida por Sonia Virgen Pérez Mojena, Presidenta del Consejo Nacional del Patrimonio Cultural (CNPC) y, a modo de clausura, las palabras de Jorge Luis Aneiros Alonso, Presidente de la Unión Nacional de Historiadores de Cuba (UNHIC). En ambas reinó la tesis de hacer de nuestros museos municipales el reflejo de la comunidad que les sirve de territorio, un reto que enfrenta el ejército de museólogos, técnicos y especialistas encargado de ello en toda la isla, una meta cuya calidad, en mi opinión, deberá estar respaldada por un pensamiento museológico acorde a estos tiempos, un profesional que en permanente ejercicio de aprendizaje de forma crítica, sea capaz de desarrollar en la comunidad eso que Paolo Freire ha llamado “curiosidad epistemológica”. Desde tales perspectivas estaremos dando cumplimiento a la Convención sobre la Protección y Promoción de la Diversidad de las Expresiones Cultural (UNESCO, París, 2005), compromiso reafirmado por Cuba como motor de desarrollo sostenible en el 2021.
El programa rindió homenaje también al programa de la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (Unesco) llamado Rutas de las personas esclavizadas, que conmemora 30 años de existencia y tiene un respetado Museo en el Castillo de San Severino, Museo de la Ruta de las Personas Esclavizadas.
Ante el patrimonio cultural, los técnicos y especialistas desempeñamos la altruista misión de instrumentar, metodológicamente, aquellos bienes que la comunidad ha erigido, sin apenas darse cuenta de ello, en sus principales signos identitarios. Nos corresponde pues, conducirlos por el proceso de patrimonialización y, una vez investigados e interpretados, contribuir a que orgullosos sus miembros, los protejan, conserven y presenten al mundo. El desarrollo de la “curiosidad epistemológica” indicada por Paolo Freire, ofrece lecciones para transitar por ese sendero y garantizar sin dudas auténticos frutos, hacia una postura de descolonización que reclama el continente.
[1] Paolo Freire: Pedagogía de la autonomía, pp. 12-13, Paz e Terra SA, Sao Paulo, 2004. [PDF].
[2] Ibíd., Reseña, p. 1.
[3] Ibíd., p. 2. Cursivas añadidas.
[4] Justa Cantillo: “Palabras de apertura”, Sala de Conferencia de la Oficina del Conservador de la Ciudad, Antiguo Palacio de Justicia de Matanzas, 23 de septiembre de 2024, 10 am.
[5] “Desde luego, la Tradición, el Patrimonio y la Memoria Social son conceptos complejos, ambiguos y polisémicos; porque son construcciones sociales cuyos significados cambian dependiendo de la época, el tiempo histórico y según quienes los empleen y para qué fines los utilicen. Tres vocablos con múltiples acepciones, que aluden, cada uno de ellos, a diversas y variadas realidades dependiendo del valor que les confieren geógrafos, historiadores, folkloristas, sociólogos, lingüistas, economistas, antropólogos, etc.” Javier Marcos Arévalo: “La tradición, el patrimonio cultural inmaterial y la memoria social”, Conferencias y cuadernos, no. 5, Sociedad Extremeña de Historia, España, 2007.
[6] Javier Rivera Blanco y Salvador Pérez Arroyo “Carta de Cracovia 2000. Principios Para la Conservación y Restauración del Patrimonio Construido”, Plan Maestro, Oficina del Historiador de la Ciudad, La Habana. [PDF]. http://www.planmaestro.ohc.cu [6-8-2024].
2 de Octubre de 2024 a las 15:56
Excelente artículo, captó el espíritu del evento, y sobre todo nos hace reflexionar, en el como enfrentar el proyecto museológico desde las ciencias y al servicio de la sociedad.
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