Frescura, energía, destreza y compromiso fueron las cartas credenciales presentadas por el Conjunto Folklórico Nacional de Cuba (CFNC) durante el pasado fin de semana en el habanero Teatro Martí.

En total consonancia con el título del espectáculo: Tradición, viajar en el tiempo los jóvenes artistas, dirigidos ahora por su coetáneo Leiván García Valle, defendieron con elegancia la herencia que les dejó el sabio cubano Rogelio Martínez Furé (1937-2022), a quien se dedicó la propuesta escénica.

Las miradas de tres de sus polivalentes figuras (Yandro Calderón, Harold Ferrán y Leiván García) condujeron la travesía que zarpó con un fragmento del documental Cimarrón de palabra (Pedro Maytín), hasta llegar a su destino final en la Comparsa de Negros Curros (Martínez Furé/Rodolfo Reyes).

Aunque el escenario del lujoso "Teatro de las cien puertas" no ha sido muy visitado por agrupaciones cultoras de géneros similares, la complicidad ofrecida por el público fue asombrosa, provocando la interacción que caracteriza al llamado "teatro de relaciones".

Invitados de lujo engrandecieron la escena

La presencia de dos de los más populares jazzistas cubanos de estos tiempos como invitados especiales al espectáculo lo hicieron crecer hacia una dirección en la que se desdibujaron los límites entre tradición y modernidad.

Obba Meyi y Vals para Oshún son dos instrumentales compuestos por el pianista Alejandro Falcón para su disco Mi Monte espiritual, ahora llevados a la danza por la sexagenaria compañía y para lo que fueron invitados su creador y el quenista argentino-cubano Rodrigo Sosa.

La primera de estas firmadas por el maestro y primer bailarín Yandro Calderón, rompió las expectativas de quienes la conocemos desde su génesis.

Luego de su estreno el pasado junio en "Habana, espacios creativos", Obba Meyi no había vuelto a la escena y ahora retornó ataviada a todo lujo.

Protagonizada por los primeros bailarines Harold Ferrán y Yessell Ramos, la calidad interpretativa, la limpieza en cada movimiento y el aprovechamiento de la escena en conjunción con los sonidos de los tambores batá, la quena y el piano, llevaron ante el auditorio un deslumbrante acercamiento al orisha de la virilidad y la música.

Así mismo la obra dedicada a la maternidad humana multiplicó sus alcances con la inclusión de toques y danzas iyessá que propiciaron mayor desenvolvimiento a la primera bailarina-solista (Yulién Fernández).

Las otras obras defendidas por el legendario Conjunto Folklórico Nacional de Cuba estuvieron relacionadas con expresiones de la cultura popular y tradicional cubana, desde discursos contemporáneos, pero sin violentar sus esencias.

Es así que el público disfrutó de bailes de salón que hicieron historia (Contradanza, Danza y Danzonete) y del Son, por solo citar algunos de los géneros llevados a la escena.

Rompiendo con todos los pronósticos el momento de mayor interacción con el público fue el de los Pregones, simpático por la cercanía y distante a la vez, motivando la interacción y el diálogo con los bailarines-pregoneros.

Las palmas para Edgar Berroa

El crecimiento profesional que ha alcanzado el cantante Edgar Berroa dejó por sentada su cercanía a la madurez como cantante folclórico.

De procedencia popular, sin estudios académicos y con toda responsabilidad de la compañía en su garganta, él se hizo el firme compromiso de crecer hasta llegar a la estatura de la historia que representa la formación músico-danzaria y que dejó por sentada durante la temporada.

Cantos claros y limpios en su entonación e improvisaciones acordes y oportunas, fueron excelentes complementos para el éxito de la compañía que celebra seis décadas de su primera presentación pública.

Al decir de conocedores y seguidores del CFNC se evidencia el renacer de la más importante agrupación de su tipo en el país, que en cada presentación deja más alto el listón de calidad y respeto a las manifestaciones más raigales de la cultura popular y tradicional cubana.

No queda más que felicitar a sus integrantes y desearles éxitos en el futuro.