Cuando Don Felo cruzó por el Tivolí


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Noventa años después de haberse fundado el Septeto Nacional de Ignacio Piñeiro, y cuando las tendencias musicales en boga apelan a un torpe reduccionismo creativo en nombre de la posmodernidad, el septeto sonero vuelve a ganar notoriedad en la música popular cubana; solo que esta vez tal proceso ocurre de forma inversa al siglo pasado: el movimiento es de oriente a occidente, tal y como ocurrió con el son oriental.

No es secreto que las circunstancias económicas vividas en los años noventa modificaron el panorama musical de la ciudad de Santiago de Cuba y de una parte importante de la zona oriental. El formato de orquestas, conjuntos o jazz band cubano comenzó a resultar inoperante sobre todo en los locales donde el turismo se fue convirtiendo en la principal fuente de empleo e ingreso para los músicos de esta zona geográfica; esto ocurría de modo paralelo a la proliferación de orquestas y otras estructuras en la capital de la República. La solución salomónica fue recurrir a los tríos y a los septetos de son, y  hacer converger en su estructura todas las inquietudes y recursos creativos del momento.

Fue tal la fuerza expresiva de los septetos y sextetos en Santiago de Cuba, que en una oportunidad el compositor Rodulfo Vaillant llegó a comentar: “… existían al menos cincuenta septetos con un trabajo interesante y meritorio”, y llamaba la atención sobre el trabajo de cuatro de ellos fundamentalmente: El Septeto Santiaguero, El Siboney, el Tradición y Ecos del Tivolí. Sin embargo, me atrevo a afirmar que esa relación no estaría completa sin Los Jóvenes Clásicos del Son, el primero de ellos en ganar notoriedad y, aunque su trabajo fundamentalmente se desarrolló en La Habana, despertó la atención de especialistas y de la industria discográfica sobre tal acontecimiento que se estaba desarrollando 900 Km al este del centro metropolitano.

La historia del septeto Santiaguero es por todos conocida; por lo que propongo que fijemos nuestra atención en el trabajo del septeto Ecos del Tivolí y su más reciente producción discográfica titulada: Tributo a Rafael Hernández; y que según BIS MUSIC —casa discográfica que lo ha producido— saldrá en el verano de este año a los mercados nacional e internacional en soporte físico; aunque ya en las plataformas digitales se escuchan algunos de los cortes del disco.

Hacer una selección de la vasta obra de Rafael Hernández, Don Felo, como le llaman los puertorriqueños, implica la posibilidad siempre latente de dejar fuera obras suyas que han marcado la música del mediterráneo caribeño y latino en general y que, por otra parte, han sido eslabón lo mismo entre generaciones de músicos y de melómanos. Sin embargo, los 13 temas escogidos cubren un amplio espectro de su trabajo autoral.

Listo el repertorio, es momento de traducirlos al formato de septeto sonero de estos tiempos; asignatura que aprueban con creces los productores musicales del fonograma. Como cierre de tal aventura musical se escoge a los posibles invitados y es aquí donde siempre Aquiles sufre un tropiezo menor, pero tropiezo al fin, con la interpretación del tema Jugando mamá, jugando; que canta Juan Guillermo. Y es que una cosa es la voluntad de tener un invitado y otras es que el invitado satisfaga las expectativas del público general, que será quien juzgue, a diez de última, el resultado final.

Dramatúrgicamente el tema que él interpreta está en la curva musical ascendente del fonograma, por lo que más que mantener el clímax –iniciado con la interpretación que hace Beatriz Márquez del tema Silencio—, detiene la dinámica musical establecida al prácticamente recitar lo que se debe cantar; sobre todo cuando es antecedido por una magistral interpretación al tres —que bien puede ser un cuatro— de Pedro Mapellé en el tema Mi querer, que por momentos recuerda el sonido del boricua Yomo Toro, uno de los grandes ejecutantes del cuatro puertorriqueño. Y es que una cosa es ser cantante de estos tiempos y otra cosa es saber interpretar un son como Dios manda. Y aquí me permito una digresión necesaria; y es que los treseros orientales de hoy ejecutan el instrumento combinando estilos diversos que van desde guiños roqueros hasta apropiaciones de ejecutantes del cuatro puertorriqueño, lo que da un buen matiz sonoro a ese instrumento.

Con el siguiente corte y uno de los temas clásicos de Don Felo: El lamento borincano, el fonograma regresa a la ruta ascendente teniendo un gran cierre con dos temas que a pesar del tiempo transcurrido no pasan de moda: Ausencia y El Cumbanchero. Apoteosis de música, bien hecha esta última, que termina a golpe de conga santiaguera en franco paso de despedida —Trocha abajo— como cierre del fonograma.

Ecos del Tivolí con este disco continúa una propuesta que pasa por recrear la obra de importantes compositores y que tuvo su comienzo en el Tributo a Ñico Saquito; por lo que la tercera entrega dará por concluido un ciclo necesario para retomar lo mejor de la música hecha en estas tierras caribeñas y que no pasan de moda, aunque se les quiera colgar la etiqueta de “música tradicional”, ignorando que, la tradición se escribe todos los días.

Ese apego a lo mejor de la música cubana recreada desde las dinámicas de estos tiempos, es el gran aporte del movimiento de septetos soneros que en los hoy lejanos años noventa se fue imponiendo en Santiago de Cuba a partir de una condicionante económica. Aporte que pasa por una interacción creativa que combina lo conocido con lo que se está por conocer, sin que se conviertan en procesos antagónicos o excluyentes, como sí ocurre en muchos otros trabajos discográficos que circulan.

El barrio del Tivolí fue creado por los inmigrantes franceses que huyeron de Haití hace más de doscientos años y que se integraron social y culturalmente a la vida santiaguera de entonces; lo único que no pensaron nunca sus primeros habitantes fue que, algún día, de sus calles saldrían exponentes del son urbano; el mismo que noventa años atrás definiera Ignacio Piñeiro y que todo indica seguirá trascendiendo las modas y las tempestades del mercado. En BIS MUSIC  saben de esas cosas.


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