Fotos: Cortesía de Gretel Cazón
El mes de noviembre le regaló a La Habana, como es costumbre, múltiples muestras de amor por su nacimiento.
Desde las distintas facetas del arte y la cultura sus hacedores le demostraron cuánto incide su historia y esencia en los proyectos personales o colectivos que se generan desde sus vetustas calles, majestuosas edificaciones coloniales o, simplemente, desde el más sencillo de los hogares.
Y el concierto en la Plaza de Armas protagonizado por la intérprete Gretel Cazón, el maestro Ulises Aquino, acompañados por la Orquesta Sinfónica del Gran Teatro de La Habana, el Coro del Teatro Lírico Nacional y Ópera de la Calle, bajo la dirección musical del maestro Yosvani Duarte es la mejor expresión de que el arte hecho con respeto y rigor honra, especialmente cuando de celebraciones se trata.
Recuerdo que en una oportunidad el maestro Luis Carbonell me dijo: “nunca dudes en ofrecer lo mejor del arte a la gente, ella siempre lo recibe con los brazos abiertos. Aun cuando, quizás, ni siquiera por momentos lo entienda, hazlo porque en cualquier caso estás ofreciendo amor a través de una pincelada, una melodía... unas líneas y lo más importante, abres la posibilidad de que la gente aprenda mientras siente”.
Y justo ese presupuesto como esencia de vida se conjugó en este concierto ofrecido a propósito del aniversario de San Cristóbal de La Habana. A pocas horas de concluir, el maestro Aquino expresó:
“Se trataba de recrear un repertorio que debía ser abarcador, son 505 años de mucha Historia; se trataba, además, del homenaje al lugar que me vio nacer y donde más he vivido. Tenía que encontrar los puntos donde la música contara parte de esa historia”.
Y así resultó este singular tránsito por la música donde se interpretaron clásicos como la contradanza de Cecilia, la habanera de Carmen, la zambra de La leyenda del beso, Gospel de Louis Armstrong, El viejo varieté, la canción por excelencia de tantas generaciones de enamorados, Quiéreme mucho, Plegaria a la Caridad del Cobre y por último un Venga la esperanza conmovedor y necesario en tiempos en los que solo ella constituye la brecha posible para seguir adelante.
Por su parte Cazón, ya acostumbrada a imponerse retos cada vez mayores en cuanto a repertorio, sus primeras consideraciones fueron: “Creo que ha significado un salto para mí y un punto de crecimiento. Con la asesoría vocal de Ulises Aquino canté obras que, en un principio, ni yo misma creía que pudiera interpretarlas. Sin dudas es Aquino un gran maestro que me condujo con seguridad por piezas realmente importantes de muy difícil ejecución.
Y como toda acción tiene su reacción, lo primero que se desprenderá de esta oportunidad es que me uniré en varios proyectos con Ópera de la calle porque es un trabajo que me ha complacido muchísimo, además de todo lo otro que hago. Particularmente, esta es una zona que no había explorado y me sentí muy satisfecha en ella cursándola.
Por otra parte, la respuesta del público fue estupenda, los asistentes entendieron que eso era un regalo; porque ciertamente la elegancia también es un regalo, y que se haga así en una plaza pública, con todo el esfuerzo que entraña, es un hecho admirable del que me siento feliz haber sido parte. Resultó muy halagüeño escuchar las opiniones de la gente, sobre todo de las no entendidas en el tema porque eso significa que se logró la comunión entre los escuchas y todos los artistas que nos entregamos esa noche”.
Como punto de partida hacia nuevos entramados artísticos, estos grandes artistas honraron a la urbe materna con un selecto repertorio que supo quedar prendado en los asistentes. En medio de la dinámica de la Bienal de La Habana, la ceiba obra del notable artista de la plástica francés Daniel Hourdé también bendijo ese concierto donde primaron otros nacimientos de arte y cultura que pronto verán sus frutos en esta Habana nuestra.
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