De la serie «Crónicas y textos fílmicos»
Hace veinticiete años, el 13 de marzo de 1995, en una conferencia en París con motivo del centenario del cinematógrafo, el director danés Lars von Trier y un amigo suyo, el también realizador Thomas Vinterberg, anunciaron Dogma 95 (Dogme 95), movimiento de renovación cinematográfica creado por ellos en Copenhague, al cual se sumarían otros dos directores daneses, Søren Kragh-Jacobsen y Kristian Levring para formar el Colectivo Dogma 95 o los Hermanos Dogma.
Esta propuesta llamó rápidamente la atención de los jóvenes cineastas a nivel internacional, al plantear que podían rodarse filmes sin grandes presupuestos y obviar así las exigencias del cine comercial a nivel de género, producción y distribución. Eliminados estos factores, los directores podrían realizar obras sin tener un gran capital y atraer a los grandes públicos.
Lars von Trier
Las diez reglas del movimiento, que debían cumplirse en las futuras filmaciones y que estaban concebidas a manera de «Voto de castidad», representaban algo novedoso en su conjunto y crearon las bases de una sugerente propuesta estética, aunque varias reglas ya eran practicadas por algunos directores de manera parcial, como el uso de la cámara en mano o el sonido directo. Estas reglas tenían la intención de despojar el cine de los efectismos tecnológicos al uso, en provecho de la naturalidad y la inmediatez.
Pero lo más interesante de la propuesta de Dogma 95 estaba en su renuncia a los géneros cinematográficos, en particular a lo que ellos llamaban «acción superficial», lo que descontaminaba el movimiento del tipo de cine más consumido hasta hoy, así como su renuncia a la autoría cinematográfica —al prescindir del nombre del realizador en los créditos— y a la presunción de objetividad y verismo que tantas veces se había manifestado por parte de corrientes y creadores a lo largo del siglo veinte.
Thomas Vinterberg
Veamos en detalle el «Voto de castidad»:
- Los rodajes tienen que llevarse a cabo en locaciones reales. No se puede decorar ni crear un set. Si un artículo u objeto es necesario para el desarrollo de la historia, se debe buscar una locación donde estén los objetos necesarios.
- El sonido no puede ser mezclado separadamente de las imágenes o viceversa (la música no debe ser usada, a menos que esta sea grabada en el mismo lugar donde la escena está siendo rodada).
- Se rodará cámara en mano. Cualquier movimiento o inmovilidad debido a la mano está permitido. (La película no debe tener lugar donde esté la cámara, el rodaje debe tener lugar donde la película tiene lugar).
- La película tiene que ser en color. Luz especial o artificial no está permitida (si la luz no alcanza para rodar una determinada escena, esta debe ser eliminada o, en rigor, se le puede enchufar un foco simple a la cámara).
- Se prohíben los efectos ópticos y los filtros.
- La película no puede tener una acción o desarrollo superficial (no pueden mostrarse armas ni pueden ocurrir crímenes en la historia).
- Se prohíbe la alienación temporal o espacial. (Esto es para corroborar que la película tiene lugar aquí y ahora).
- No se aceptan películas de género.
- El formato de la película debe ser el académico de 35 mm (1:1.85) [1]
- El director no debe aparecer en los títulos de crédito.
Celebración (Dogme 1: Festen, 1998), de Thomas Vinterberg, premio del jurado ex aequo en Cannes; Los idiotas (Dogma 2: Idioterne, 1998), de Lars von Trier; Mifune (Dogme III: Mifunes Sidste Sang, 1999), de Soren Kragh-Jacobsen, premio especial del jurado en Berlín, y el Dogma número 4, El rey está vivo (The King is Alive, 2001), de Kristian Levring, fueron los primeros filmes concebidos bajo los preceptos de Dogma 95. En total, se rodaron aproximadamente cuarenta películas generadas bajo sus reglas.
Tras haber pasado el tiempo, factor imprescindible para detectar valores, no muchos más de estos cuatro trabajos merecerían nuestra atención hoy en día. Los restantes filmes de mayor trascendencia son el Dogma 6 (Julien-Donkey Boy, de Harmony Korine); el 12, Italiano para principiantes (Italiensk for begyndere, 2000), sobresaliente título de Lone Scherfig, y sobre todo el 28, rodado por una de las más significativas realizadoras del cine actual, Susanne Bier: A corazón abierto (Elsker dig for evigt, 2002).
Un director español, gallego por más señas, Juan Pinzás, es el único que realizó una trilogía de filmes bajo la égida de Dogma 95: Era outra vez, de 2000 (Dogma No. 22), Días de boda, de 2002 (Dogma No. 30), y El desenlace, de 2005 (Dogma No. 31). A partir de este último filme, y según las reglas de Dogma, ya ningún director necesitó tener su trabajo verificado para identificarlo como una obra de Dogma 95.
En 2004 se rodó la primera película italiana en las coordenadas de Dogma, Cosi x caso, de Cristiano Ceriello (Dogma No. 35), pero la fundación Hermanos Dogma comenzó a trabajar en nuevos proyectos experimentales y sus integrantes eran escépticos sobre la interpretación común del manifiesto. Finalmente, el movimiento terminó al año siguiente debido a la imprecisión de ciertas reglas del «Voto de castidad». Un año más tarde se estrenó el primer largometraje británico registrado como película Dogma, Gypo (2006), de Jan Donn, que ocupó el número 37 en la relación de esta corriente. Desde ese momento, las diversas fuentes de información se contradicen respecto a cuáles han sido los títulos posteriores que podrían integran la lista.
A corazón abierto
Entre los realizadores cubanos, los presupuestos de Dogma 95 no tuvieron mayor impacto en sus proyectos audiovisuales. La propuesta les resultó interesante y novedosa en el momento de su aparición, pero no marcó la estética de sus trabajos y ningún cineasta se propuso rodar un título bajo los preceptos del «Voto de castidad». A la pregunta de «¿Influyeron los postulados de Dogma 95 en su quehacer artístico?», algunas respuestas fueron:
Manuel Pérez Paredes: «No, las reglas de Dogma no tuvieron influencia alguna en mi trabajo».
Gerardo Chijona: «El movimiento Dogma 95 me interesó cuando salieron las primeras películas. Ya después, cuando se convirtió en moda, no me interesó tanto».
Alejandro Gil: «Quizá me influyó en esa pretensión de tener la experiencia humana en el centro argumental, en esos giros dramáticos de los personajes al estar en situaciones límites o comprometidas. Pero cuando vas a las reglas de Dogma 95, a ese decálogo de sus fundadores, se hace muy difícil encontrar un camino de identidad total».
Arturo Sotto: «No. Lo que hizo Dogma 95 lo estaba haciendo el cine latinoamericano desde hacía mucho tiempo».
Enrique Álvarez: «La verdad es que no. Por lo menos no de una manera consciente. Puedo compartir algunas de las maneras de trabajar que ellos convirtieron en sus dogmas, pero creo haberlas tomado de otras experiencias anteriores y de las condiciones reales en que hacemos cine en Cuba».
Manuel Herrera: «Todos los presupuestos que trajo el decálogo de Dogma 95 habían sido ya utilizados por el cine cubano y latinoamericano desde mucho antes, es decir, desde la década del sesenta. Ejemplos de ello son Hombres de Mal Tiempo (1968), de Alejandro Saderman, y La primera carga al machete (1969), de Manuel Octavio Gómez».
[1] Von Trier y Vinterberg cambiaron en la práctica esta regla fundamental, la del uso del 35 mm en las filmaciones, porque se percataron de que era difícil para un operador utilizar una pesada cámara de cine para rodar todo el tiempo cámara en mano. Por tanto, se permitió filmar con cámaras de video, si bien se decretó como imprescindible el hecho de que la distribución fuera en 35 mm.
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