A lo largo de la historia, la tecnología ha ofrecido nuevas herramientas de expresión a los artistas, dado que los beneficios de los medios y redes sociales se perciben en un universo virtual que se presenta sin límites y como una gran oleada de promoción que facilita la gestión del arte y su forma de interactuar con los públicos.

Subastas online, ferias, concursos y exposiciones son a través de la tecnología una fuerza fundamental para el desarrollo y evolución, modifican nuestras vidas y la visión que tenemos del mundo del arte. Un arte que es cada vez menos estático, y que impulsa a mirar más allá de lo que se considera "tradicional", para incorporar nuevas experiencias y formas modernas de producir, distribuir y comercializar.

En los tiempos que corren, arte y tecnología se hallan íntimamente relacionados. Uno al otro se complementa como proceso, recurso e instrumento cuando muchas de las prácticas pasan por un dispositivo tecnológico como parte de la realidad contemporánea; entonces proyecciones digitales, mapping, impresiones en 3D, entre otras técnicas y aplicaciones complementan la creación.

Solo una preocupación resulta de todo esto; y es que con la masividad pueda que se pierda el sentido y la habilidad para hacer y evaluar el arte de calidad, en tanto lo que se hace popular no es necesariamente bueno. Por lo que los artistas tienen ante sí el reto de estar más abiertos a las nuevas tecnologías que conducen a otras formas de expresión, pero deben mantenerse verdaderamente creativos e imaginativos, estar dispuestos a experimentar y a superarse.

La plataforma tecnológica debe ser vista como un nuevo soporte, una opción que el artista utilice y provoque. Si bien las redes sociales son el sitio de intercambio de información donde los usuarios comparten contenidos, establezcan contacto constante y actualizaciones en tiempo real, también es lugar para el debate, para transformar malos hábitos, y la forma en que el espectador piensa, siente y percibe el mundo.

Los creadores e instituciones cubanas, deberían acercase más a todas estas posibilidades que brinda la tecnología, sin que eso implique el desinterés hacia las formas tradicionales de concebir una muestra u obra.  Algunas galerías, museos, talleres y fundaciones en la Isla cuentan con sitios web, incluso con perfiles en las redes sociales que son más fáciles de costear, sin embargo, no logran su actualización sistemática, y esto tiene que ver con las gestiones internas de cada institución.

Para el mercado de arte cubano que enfrenta disímiles pruebas, incluso sacudidas internas, estos espacios ayudarían mucho con la promoción y por ende con la comercialización de las obras sobre todo de artistas emergentes.

Con la actual situación sanitaria por el nuevo coronavirus, las plataformas virtuales son el escenario para el arte y en Cuba debería tomarse como otra opción permanente. La creación y el diálogo artístico interdisciplinario llega a mayor cantidad de personas a través del espacio virtual, nos ayudarán a reaprender y a reconfigurarnos, la contemporaneidad exige cada vez más el uso de las redes, de nuestra adaptación, mostrando lo imprescindible de un arte que provoque, proponga y cuestione.