En la indiscutible calidad del cartel cinematográfico cubano radica, en primera instancia, el origen de unos de los filmes que se exhiben por estos días en el 24 Festival de Cine Francés: el documental “Al calor de los años fríos” (2023), especie de homenaje al cine cubano de los años 60 del pasado siglo, conocidos como la “década de oro” de nuestra cinematografía.

“Mis abuelos eran profesores durante los primeros años de la revolución y venían a Cuba a darles clases a los alumnos de la Universidad. Ellos formaban parte del ambiente cultural que había en ese momento aquí y eran muy amigos de Tomás Gutiérrez Alea y de Mirta Ibarra.

Cada vez que regresaban a Francia llevaban afiches que eran diferentes a los que siempre habíamos visto, aunque en casa se hablaba mucho de cine”, contaba recientemente Darius Kaufmann, director del filme junto a Eytan Jan, ambos actualmente en La Habana para la presentación de su película, el pasado viernes en el Yara.

“Años más tarde, cuando mis abuelos ya habían muerto, encontramos en el granero una caja bien grande con 75 afiches que desconocíamos. Coincidentemente, en esa época conozco a Eytan e inmediatamente nos sentimos subyugados por la belleza de las serigrafías”.

La primera idea que les surgió fue contactar a los representantes de Cuba en la Unesco para realizar una exposición con dichos carteles, la cual lograron materializar en dicha sede diplomática en enero de 2017, evento en el que les llamó la atención el amplio conocimiento que sobre películas de diferentes nacionalidades tenían los cubanos asistentes a la muestra.

Con una formación autodidacta, pero con material suficiente para iniciar una película y ávidos por descubrir cómo, pese al bloqueo que sufría la Mayor de las Antillas, sus habitantes disfrutaban de un panorama cinematográfico tan amplio, en 2019 decidieron atravesar el Atlántico.

“Nos percatamos de que los cubanos tenían una apertura hacia el mundo, la cual pasaba por el cine y queríamos resaltarla. Deseábamos corregir esa imagen que había y nos vinimos a Cuba para ver el proceso. En ese viaje no nos quedamos en La Habana, sino que también fuimos a la Sierra Maestra.

A lo largo del camino fuimos encontrando personas que conocían perfectamente todo el cine que se había hecho en los años 60 y 70: italiano, francés e, incluso, animados japoneses. Fue cuando nos convencimos de que teníamos que dar a conocer esa historia al resto del mundo”, relata Eytan al tomar la palabra.

“En el proceso de creación se nos cruzaron dos historias que debíamos reflejar. Por una parte, sería un filme patrimonial porque indiscutiblemente había directores de aquella época que queríamos entrevistar, como Pineda Barnet. Y, por otro lado, la cinemanía, lo que significó para la gente el sentimiento del cine de ese periodo.

Quisimos confrontar esas dos imágenes de la época de oro, respecto a la realización actual. No para destacar las limitaciones, sino para poner el foco sobre todo este patrimonio cinematográfico que se ha ido perdiendo por las propias dificultades que tiene el cine cubano”.

A lo que Darius acotó: “No es solo un filme sobre el patrimonio, sobre el cine que ha ido evolucionando; sino que también trata sobre la juventud. Cuando estuvimos en la Escuela Internacional de Cine descubrimos todos esos jóvenes realizadores, guionistas que, a pesar de las dificultades, están enfrascados en un combate diario para hacer cine y que, de hecho, hacen cine de muy buena calidad”.

Felices se les ha visto en esta nueva visita a La Habana, en la que han podido presentar un documental que contó con el aliento y la participación del ya desaparecido Enrique Pineda Barnet, Mirta Ibarra, Jerónimo Labrada, Eduardo Manet y Luciano Castillo.

En fecha muy próxima lo mostrarán en el 21 Festival Internacional de Cine de Morelia y, también en breve, comenzarán a perfilar el que será su primer largometraje de ficción, filme que ojalá también los traiga de regreso a la capital cubana en una de estas citas de la cinematografía gala, como la que concluirá el próximo domingo.