Las obras del paisajista matancero Enrique Casas inundan la sala de la galería Collage Habana en el Boulevard de San Rafael, en Centro Habana. En un despliegue de luz y color, instantes  matanceros, escenas campestres, playas y costas, son algunos de los paisajes que distinguen el quehacer del artista sobre el óleo.

En un mismo espacio y hasta el último día de este mes, confluyen las artes visuales y la literatura en una de las galerías perteneciente al Fondo Cubano de Bienes Culturales. Resaltando en una triada perfecta, piezas del artista en cuestión, una obra de su abuelo Félix Casas Lima, discípulo de Leopoldo Romañach, y la alegoría a Poemas sin nombre (Madrid - 1953), de la reconocida  poetisa  cubana Dulce María Loynaz.

Llevando a la pintura el lirismo de la literata, la muestra es una composición entre el lienzo y la prosa, mostrando en cada obra espiritualidad, sensibilidad y el paisaje de una ciudad logrado a través del pigmento. Es así que Paisajes sin nombre, atesora poesía y la vivencialidad de la geografía matancera, dejando que asomen luz, color y contrastes, en un viaje en el tiempo y el espacio.

Con la herencia histórica de la pintura universal, traduciendo lo que ve, obedeciendo a su punto de vista, Casas enfrenta en su obra la fugacidad del instante. Ese que es irrepetible, pero que despierta escenas de contemplación de paisajes repletos de detalles dotados de un realismo capaz de capturar  matices y apresar la luz en momentos  determinados.

La muestra nos regala entonces, rasgos impresionistas identitarios de una de las zonas más queridas de esta Isla, que sirve de motivo e inspiración para muchos artistas en sus obras. He ahí su base y transformación, la honra a la herencia pictórica y a su hacer.