Érase una vez la salsa… un solo golpe na má (I)


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Los años noventa fueron de transición en muchos aspectos para todo el conjunto de la música cubana. De un lado la crisis económica generó un fuerte proceso migratorio de algunas figuras importantes y de otras no menos importantes o conocidas a nivel masivo o popular, pero con un trabajo sostenido.

La otra cara de esa moneda está relacionada con el cambio en las reglas del juego en temas como el consumo, la difusión, la grabación y la comercialización tanto a nivel interno como externo de la música. Y estos cambios vinieron acompañados por un fuerte proceso creativo en lo musical que recibió el nombre de timba.

Ciertamente todo el andamiaje de esta década giraba alrededor del movimiento musical que lideraba José Luis Cortés, El Tosco, y su orquesta NG La Banda; lo no que resta importancia al trabajo y creatividad del resto de los músicos involucrados en estos acontecimientos.

No es un secreto que este cambio en las dinámicas musicales de la década, implicó una apertura al mercado y la aceptación de sus reglas, suprimió el papel de la EGREM como monopolio de la discografía en Cuba. No era secreto que desde comienzos de esa misma década ARTEX estaba impulsando la venta de discos cubanos en diversos mercados utilizando el formato del Disco Compacto, el CD, pero se trataba de matrices pertenecientes a la EGREM en lo fundamental.

En el mercado discográfico cubano aún predominaba el disco de “pasta” o acetato, aunque ya para comienzos del año 1994 la EGREM da sus primeros pasos para producir CD e intentar acceder a una cuota del mercado musical interno cubano con ese formato y competir con las empresas foráneas que se fueron estableciendo en el país.

La reescritura del mercado musical cubano pasó, igualmente, por un proceso de reestructuraciones musicales que involucraron el fin del ciclo vital de algunas orquestas y/o conjuntos, y el consiguiente surgimiento de nuevos proyectos musicales.

Fue así que un buen día desapareció el grupo Opus 13 para resurgir como la Orquesta del cantante Paulo FG, y en ese proceso fue desterrado de la misma su director y fundador, el violinista Joaquín Betancourt. Igual suerte corrió el grupo Afrocuba tras el fin de su relación profesional con el trovador Silvio Rodríguez; su director Oriente López se enrola en nuevos proyectos creativos y su pianista Ernán López-Nussa se aventura en la misma dirección.

Ese proceso de renovación y surgimiento de nuevos actores musicales pasó por la creación de la orquesta del cantante Issac Delgado que abandona NG La Banda en plena cima de su popularidad; o el caso del cantante Moisés Valle, también llamado Yumurí, que arma su propuesta musical tras su paso por la Orquesta de Elio Revé; y desde la ciudad de Camagüey llega el pianista Manolito Simonet con algunos miembros de la orquesta Maravillas de Florida que se ve obligada a reinventarse. El cantante Héctor Valentín abandona la orquesta de Adalberto Álvarez y decide seguir los pasos de los anteriores cantantes.

Otro movimiento de importancia musical será la formación y posterior inserción en el universo musical de la década de dos proyectos, uno de ellos es el grupo Habana Ensemble formado por ex miembros de Irakere y que dirigirá el saxofonista César López; mientras que el otro es Nueva Visión del flautista Orlando Valle, también conocido como Maraca.

Pero entre los cambios más relevantes de este momento histórico, a los fines de esta historia, se encuentran la salida de Changuito de Los Van Van que es sustituido por Samuel Formell y el fin de la relación profesional entre Miguel Díaz, o simplemente Angá, y el grupo Irakere.

En una jugada magistral, a nivel musical y humano José Luis Cortés rescata para su orquesta la figura del músico Raúl, El Yulo, Cárdenas y en la segunda mitad de la década funda y/o apadrina diversos proyectos musicales; algunos formado solo por mujeres; entre los que destaca PG o El poder de la Generación que intentó convertir en una sucursal de NG la Banda.

A lo largo de la década seguirán surgiendo proyectos musicales. Algunos como desprendimientos de orquestas, otros serán fruto de la voluntad de algunos músicos de tener y ganar su propio espacio, otros como resultado de diversos factores extramusicales que redibujaron el panorama musical de la década.

Entre estos proyectos destacan la orquesta que funda el cantante Jorge Luis Rojas, o simplemente Rojitas, a su salida de la orquesta de Adalberto Álvarez; el grupo Sello LA que es un desprendimiento del grupo Bamboleo y dirigen los hermanos Luis y Alexander Abreu –uno percusionista y el otro bajista–; la formación Chispa y sus Cómplices dirigida por el bajista Ignacio R. Cervantes; el grupo de Carlos Manuel, también conocido como Carapacho, y su Clan; el cisma del grupo Azúcar Band que dio origen a  Arnaldo y su Talismán. Como cierre, el productor y compositor Leonel Limonta funda la orquesta Azúcar Negra para acompañar en un comienzo a la cantante Haila María Mompié hasta que esta decide formar su propia banda acompañante, por lo que cada cual seguirá su propio camino.

Un acontecimiento extramusical sacó temporalmente del entorno musical del momento, a una de las orquestas más importantes de esos años: La Charanga Habanera, que dirigía el violinista David Calzado. Esta suspensión, así se denominó la medida, trajo como consecuencia la división en tres proyectos de esta formación que había sido creada a fines del año 1987 para cumplir determinados compromisos internacionales y que tuvo como primer director al percusionista Humberto Pérez Miranda, conocido en el ambiente artístico musical como Puchilán.

La Charanga Habanera fue el tránsito nominal y de formato de una formación llamada Caracol que por años se había desempañado en el mundo del cabaret y que tuvo entre sus integrantes en determinado momento al cantante Paulo FG. Pero desde el mismo comienzo de los años noventa pasa a ser dirigida por David Calzado tras un movimiento que dejó fuera a su director/fundador.

Sin embargo, a fines del año 1997 se desgaja en tres proyectos musicales: la Charanga Habanera per se, la Charanga Forever en la que militan muchos de los integrantes del formato hasta ese entonces conocido y el grupo que forman el pianista Juan Carlos González y el cantante Dany Lozada que recibe el nombre del Boom.

El cierre de esta etapa de formación y/o renovación de la planta musical cubana llegará cuando el pianista César Pedroso o Pupy Pedroso, abandone Los Van Van para formar su agrupación llamada Los que Son Son.

Así las cosas, en este transcurrir de la década, la EGREM pasará de ser la “Cenicienta” de la discografía cubana a reinventarse y asimilará, junto a BIS MUSIC, casi todo el catálogo musical que una vez perteneció a las empresas discográficas que en esos años redefinieron el mundo discográfico y la misma industria de la música.

Y en esa redefinición del papel de esta empresa jugará un papel importante su director Julio Ballester y su productor principal, el músico José Manuel García Suárez; mientras que discográficamente la primera señal llegará con el disco Pasaporte.


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