Esa es la vida, OCTAVIO


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Mientras filmábamos la película Guardafronteras en los cayos de Varadero, ya considerándolo mi amigo, me lancé a preguntarle al director Octavio Cortázar sobre su formación y familia. Me paralizó con su mirada y respondió con otra pregunta: “¿Para qué tú quieres saber eso, Patricio?”.

Eso ocurrió en el año 1980 y desde entonces ese deseo mío fundó una zona vedada en mi relación con él, relación que atesoro por su definitiva importancia para mi desarrollo en el arte y en la vida. Su ayuda constante y limpia me deja el saldo de una suerte vital en mi formación profesional y ética.

Algo ocurrió en el año 2014: Pedro García Espinosa, cineasta contemporáneo de Octavio, me ofrece un video que contiene una entrevista a él, en la que cuenta su vida profesional hasta 1980. Este sería el detonante para iniciar la idea de revivir la memoria de Octavio, en este caso, audiovisualmente. Mi amigo había fallecido cinco años antes.

Hurgando encontré otra entrevista amplia que le realizara el periodista Orlando Castellanos y que su viuda me concedió.

Estas entrevistas se convierten en grandes pilares para la construcción del guion titulado Esa es la vida, Octavio, y permiten un espectáculo biográfico de largometraje, ganador en la segunda convocatoria del Fondo de Fomento del Cine Cubano, en esa categoría.

El documental pretende revelar el devenir de su protagonista desde el surgimiento de su vocación, su formación y desarrollo profesional, durante casi 60 años de vida en y para el arte audiovisual, al tiempo que expresa el decursar de un intelectual en la segunda mitad del siglo pasado, los favores e imprevistos que pudo provocar su personalidad y, en especial, lo acontecido en torno a su creación artística dentro del ICAIC.

Afloran sus oportunidades y alegrías, angustias y adversidades, que resultan de las circunstancias vividas dentro de ese único instituto cubano para el cine y la creación cinematográfica.

Con especial importancia se destina un espacio a la presencia de colegas y amigos de Octavio que estuvieron relacionados tanto con él como con el cine. Son también creadores audiovisuales y personas de la etapa fundacional del ICAIC que establecen un diálogo con los temas que inicia Octavio y así permiten una dimensión de los aspectos que este realizador considera importantes, ya para el cine, para él, para la cultura nacional.

La presencia de su obra, enjuiciada por él o sus colegas, alcanza una categoría tan importante como natural en la expectativa que genera presentar a uno de los mejores exponentes del cine que se pretendía lograr en y para la Revolución cubana. Resulta esencial su obra documental y posteriormente, su ficción.

Se destacan, entre otros, los documentales Por primera vez, Acerca de un personaje que unos llaman San Lázaro y otros llaman Babalú, Al sur del Maniadero; y los largometrajes de ficción El brigadista y Guardafronteras.

Particular énfasis se le otorga a su faceta como docente, labor que acompañó su trabajo profesional por más de 20 años, y todo el trabajo que hizo en favor de la realización, divulgación y reconocimiento del documental como género tan olvidado en los años noventa como importante siempre.

Divisa crucial, inherente a este proyecto que hoy se construye, es la revelación de una memoria útil, que aspira a resonar en los amantes del cine y acercar la escucha de los que necesitan historiarlo o simplemente saber de los seres que detrás de cámara dan la vida por su imagen.

Valoración justa y respetuosa, dedicada a un cineasta cubano, a un cubano cineasta.

 


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