Ganadores de la primera edición Le Club Dance Festival: Competencia de grupos/ No One y en la Competencia individual/ Lycan, bailarín del grupo Page. Fotos: Roberto Ruiz.
Última jornada de la primera edición Le Club Dance Festival. Tres días de “batallas” individuales y competición en grupos. Fuerza, dinamismo, discursos diferentes que convergieron en nuevas maneras de expresión; desde ese diálogo que emana de la calle y a ella es devuelta con altos niveles estético-artísticos.
Una primera edición que como saldo deja ver cuánto hay por hacer aún en tanto visualizar esas maneras emergentes, como mismo es preciso no dejar de la mano la espontaneidad y privilegiar una dirección artística que valide lo mucho que puede ofrecer cada espectáculo, pues por momento el espectáculo perdía el concepto de puesta teatral. No obstante, la energía desplegada por los concursantes a la par de la mostrada por los asistentes, lograba que en cada jornada prevaleciera el lenguaje de la danza.
Expectativas ante la novedad había y muchas, y los concursantes afirmaron como regla primera de la danza, su capacidad de hacer feliz a ejecutantes y público. Acrobacia, creatividad de las individualidades, sincronización y originalidad de los grupos, fueron elementos distintivos en cada puesta.
Es este un evento en pura formación que deberá ir aprendiendo y aprehendiendo de los tantos referentes probados que existen en la escena cubana, sin perder su esencia. Es una oportunidad para que avezados no abandonen la calidez y emotividad que nace de las raíces de la gente; del alma de lo cotidiano. Para los aficionados que a base de mucho esfuerzo y rigor se entrenan en la disciplina que exige la danza, constituye la ocasión para “apropiarse” de técnicas esenciales sobre las cuales erigir su discurso; y lo más importante, es la oportunidad de que sean visualizados desde un hacer seguro, potente, interdiscursivo que apela y aboga por la libertad de la expresión corporal como lenguaje otro, igualmente legitimado.
Lycan, bailarín del grupo Page.
En tales circunstancias en la competencia individual, el chico Lycan, bailarín del grupo Page resultó ganador. Luego de tres momentos de “batallas” impuso su ingenio, creatividad y musicalidad bajo un marcado sello urbano que llevó a escena, con total armonía y respeto, humor y desenfado. De esa manera dialogó e interactuó con el público y con el resto de sus contrincantes.
No One, desde su aparición en la primera jornada demostró un sello singular. Su absoluta sincronización y apego al ritmo, privilegiados, además, por una sostenida apoyatura musical, les hizo ganar los aplausos de seguidores o no. De formación totalmente autodidacta, estos jóvenes agradecieron al festival esta oportunidad que constituirá, sin dudas, un antes y un después en sus carreras.
Así se despidió Le Club Dance Festival de un público que desde ya bate palmas para una segunda edición. A sus creadores, los jóvenes y talentosos bailarines, Ibrahim Abraham y Ana Ailén Salazar; sus principales patrocinadores, Planet Records, Estudio 50, el centro 2.45, Tribecaribe, entre otros, así como el teatro Astral, ya experimentado en el universo de las lides competitivas, las gracias por esta oportunidad de acercarnos a la danza desde la estética y la sicología de lo urbano. Un modo de hacer fuera de estereotipos y falsas valoraciones, desde un danzar que también habla de Cuba y sus sueños, solo que desde otros cuerpos no mediáticamente reconocidos y por tanto poco validados, aun cuando la calidad demuestra lo contario.
A crecer evento, pues como dijera el jurado invitado especial de la noche, el coreógrafo y crítico danzario, Noel Bonilla, más allá de conceptos y estéticas, “bailar es sinónimo de vivir y ser feliz”.
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