Frente a vientos y sinsabores… sigue FIART


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FIART ha vuelto a cobrar vida, para todos los públicos, en PABEXPO. Aunque esta vez se ha tenido que asumir en condiciones casi épicas de ejecutoria, aparte de no existir las facilidades de transportación que hubo más o menos en años anteriores a las crisis de pandemia e inflación que hemos padecido, su presencia persiste provista de propuestas con alto o bajo sentido estético, cuajada de objetos instrumentales de uso doméstico o para el vestir y calzar, dándole así a los asistentes la posibilidad de elegir lo deseado o buscado para regalar…portadores de valores culturales cubanos o de otra nacionalidad. No obstante darse ahora en un contexto que recuerda la opinión de Marx de que “el hombre abrumado por necesidades no tiene sentido para el más bello espectáculo”, la FERIA suele también estimular el deseo popular de vivir, e igual trasmitir fantasías del hacer manual y pre-industrial que evidencian esas innumerables percepciones y formalizaciones inherentes a lo diverso-humano.  

Frente a enajenadas manifestaciones mercantiles estatales y privadas, que afloran en nuestro país, específicamente en el manejo de las Artes Visuales apodadas “contemporáneas” (concebidas según patrones de gusto y rango financiero foráneos, exhibidas pensándose en compradores externos reales o hipotéticos), la Feria Internacional de Artesanía de La Habana constituye un sucedo digno, implícito en la noción enriquecedora del espíritu, mediante un consumo de naturaleza cultural orientado principalmente a nuestra población compleja y distinta en posibilidades adquisitivas.

Desde sus orígenes a finales de los años 80s, FIART traía consigo no sólo la voluntad de mejorar la imagen de las numerosas producciones de utilidad y ornamentación que ha puesto en venta; ni tampoco únicamente abrir mercado de concurrencia para productores y negociantes  de cualquier sitio del orbe que desearan integrase. Ha sido vórtice de reconocimiento y puesta en visión culta de las creaciones y reproducciones propias de las artesanías tradicionales y modernas, de las Artes Decorativas y aportes de la Pequeña Industria, del diseño de esta época en disímiles variantes, y hasta de manufacturas híbridas, a veces incoherentes, que combinan medios y materiales contrapuestos. Sin faltarle tampoco las mercancías de maquiladoras, que han sido sólo recursos -discordantes en la naturaleza ferial- destinados a requerimientos comunes de la gente y cierta recaudación  de cantidades monetarias imprescindibles.

Espacio integral, la Feria en cuestión, que en las circunstancias difíciles de una Nación pobre, pero con un proyecto social sustentado en el afán de lo justo y solidario, ha sabido ampliar fuentes de labor e ingresos vitales para tantos egresados de la enseñanza artística y del diseño que no pueden contar con el inexistente mercado nacional de arte; y que no son elegidos por mercaderes y “corsarios” que controlan el acceso al mercado externo correspondiente. FIART ha satisfecho asimismo a espontáneos modistos, ejecutores de muebles e inmuebles, decoradores de afición y otros hacedores de oficios que han tenido ahí vías para ejercer labores legales remuneradas. Quizás le ha faltado como complemento un enfoque más nuestro de la formación docente de los artistas, liberado de la unilateralidad derivada de paradigmas del mercado global de arte, que prepare a los jóvenes en los denominados Oficios Artísticos para distintas funciones de la cultura visual en el Estado y la Sociedad.

No debe olvidarse que la Feria Internacional de Artesanía surgió de la idea de poner en práctica formas de positiva influencia de las culturas nacionales en el desarrollo económico-social del país, así como en la formación de otros rubros exportables autóctonos. Entonces se tenía el propósito, con Armando Hart de Ministro, de que el Ministerio de Cultura no fuera un Ministerio más; sino el  rector de todo lo social y estatal, tanto en sus particulares interiorizaciones de lo cultural como en la integración  de signos estéticos a la producción, el ambiente, la educación, la fiesta, las congregaciones públicas y el comportamiento de los individuos. Desde tal perspectiva, el Fondo Cubano de Bienes Culturales (que equivocadamente fue luego clonado, en una de sus partes en la Empresa Génesis) tendría funciones productivas, axiológicas, promocionales, comerciales y de asesoría para diferentes esferas con implicaciones culturales dentro de la realidad de Cuba. La Feria Internacional de Artesanía -que a la vez sería ámbito de entrenamiento institucional para una futura Feria Caribeña y Latinoamericana del Arte- desarrollaría como misión concreta muchas de las finalidades acabadas de señalarse en este breve texto.

Con mayores aciertos o circunstanciales desviaciones en la selección y la calidad, siempre en lucha contra incomprensiones y divisiones inadmisibles del sector cultural donde aparece ubicada, pero afanada en cumplir con creces su encargo plural, FIART ha prevalecido y contribuido al patrimonio económico de la cultura y de la patria; sin perder en lo esencial sus derroteros humanistas…

 


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