Gibara y su Festival de Cine


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A medida en que se acerca el 6 de agosto, en Gibara va cambiando el habitual ritmo de los días. En esa fecha dará inicio allí la edición número 18 del Festival Internacional de Cine fundado por Humberto Solás en 2003, evento entre cuyos propósitos ha estado, además de los íntimamente vinculados al séptimo arte, el de incidir en el modo de vida de quienes habitan en la también conocida como la Villa Blanca de los Cangrejos.

A modo de un proyecto de desarrollo local fue concebido el que durante algunos años se nombró Festival de Cine Pobre, figurando asimismo entre sus principios fundacionales el de incentivar la producción cinematográfica en esa apartada región del país.

Todos estos objetivos se han cumplido con creces pues, producto del Festival, en Gibara ha sido rescatadas algunas construcciones patrimoniales, protegido áreas históricas y surgido nuevos hoteles, restaurantes, galerías y varios emprendimientos más, tributantes al incremento de las fuentes de empleo y, con ello, al desarrollo económico y social de un territorio que en 2017 fue declarado Destino Turístico.

En cuanto al cine, aquellos parajes han servido de escenario a varias producciones y, en 2010, nació allí el proyecto comunitario Cámara Chica Voces del Audiovisual, integrado por niños, adolescentes y jóvenes gibareños, cuyos primeros rudimentos les fueron impartidos en los talleres que habitualmente se realizan en un Festival que - ya con más de dos décadas de existencia - ha incidido además de forma amplia en la sensibilidad artística de los pobladores, a partir de su carácter multicultural.

En la edición que se extenderá hasta el 10 de agosto se hará énfasis en el desarrollo de las producciones audiovisuales, ya no solo en Gibara, sino en la provincia de Camagüey y las cinco de la zona oriental: Holguín, Las Tunas, Granma, Guantánamo y Santiago de Cuba.

Factoría del Cine Pobre se denomina la iniciativa que se inserta en el programa del evento con dos jornadas dedicadas a la discusión de proyectos de audiovisuales en desarrollo, de los cuales no importa la etapa de producción en que se encuentren ni el género en que se inscriban.

Los mismos podrán ser beneficiados con un premio en metálico de ayuda a su materialización y hasta, tal vez, atraer otros apoyos gracias a la promoción que obtendrán en el contexto de la cita cinematográfica.

De igual forma, los foros teóricos que tienen lugar en cada edición dedicarán ahora espacio a esta revalorización de la rica cultura existente al este de la Mayor de las Antillas, particularmente en el panel titulado “De idas y vueltas: la experiencia de los cineastas del Oriente” y en la charla “El mundo indígena de las Américas. Un panorama”.

Todo ello dentro de un programa en el que no perderán protagonismo las 83 películas en concurso, las muestras colaterales, los encuentros con actores y cineastas, las entregas de premios y numerosas propuestas musicales, de las artes visuales y escénicas.

Para los habitantes de Gibara el Festival Internacional de Cine no es solo el gran suceso multicultural del año, sino también el evento que les ha generado grandes y beneficiosos cambios; aquel del que esperan brinde nuevas oportunidades a la localidad, ya inmersa en los preparativos de esta fiesta de las artes que, como lo soñó Solás, ha hecho suya la comunidad.

 


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