Como el ave cantor que da su nombre a su más reciente propuesta discográfica, en Como la alondra, Gretel Cazón propone un encuentro con clásicos de la canción latinoamericana.
Se cuenta que a partir de febrero la alondra inicia su canto y es en el mes de mayo que este se torna más impetuoso. Y ha querido el azar que sea uno de los álbumes presentados a esta edición del evento Cubadisco, a desarrollarse justamente en el próximo mes de mayo. Una oportunidad para que La Cazón, en plena primavera, transite por temas que prestigian el panorama musical de nuestras tierras.
Desde Ángel Cabral, pasando por un Osvaldo Farrés, María Grever, Agustín Lara, hasta José Antonio Méndez, por solo nombrar algunos imprescindibles; Como la alondra contiene 13 temas que, desde la mirada contemporánea de Gastón Joya, se tornan cercanos e íntimos. Así, como en susurro, Cazón propone un voltear la mirada y abrir los sentidos todos en una búsqueda interpretativa que significó un tiempo grande de investigación y selección de repertorio. Búsqueda en la anduvo asesorada por el valioso investigador Jorge Rodríguez. Sobre este y algunos otros aspectos, nos comentó la propia Gretel Cazón:
¿Qué motivó el nacimiento de este disco?
“Bueno, me acerqué a la música latinoamericana, a raíz de una invitación recibida a participar en el día de Cuba durante la Semana de música latinoamericana en París, por parte de la Unesco. En ese momento realicé un concierto para el que tuve que prepararme mucho, estudiar y seleccionar un repertorio amplio del que me fui enamorando.
Luego estuve en Mérida, también en un concierto que esa vez unía trova y poesía. Interpreté canciones mexicanas y cubanas y así fui conociendo y compartiendo con otros artistas, lo que además de despertar mi interés, me permitió acercarme a otros modos de hacer la canción, especialmente, la latinoamericana; la cual, por supuesto, tiene sus códigos propios. Por último y no por ello menos importante, tuve la oportunidad de estar junto a mi productor de Rumba azul y amigo Gastón Joya en los Estudios Abdala y allí le comenté mi deseo de hacer un disco de música latinoamericana; le encantó la idea y fue el colofón para mantenerme acompañada y respaldada por él, junto a esos músicos maravillosos que intervinieron en este sueño que titulamos Como la alondra”.
Después de Rumba azul, ¿por qué enfocarte en el panorama musical latinoamericano?
“Evidentemente Rumba azul va a significar un antes y un después dentro de mi carrera como intérprete por el rigor del repertorio escogido y a partir de él, la búsqueda en mí en torno a esos clásicos de cancionística ha sido insaciable. Por otra parte, nosotros somos cubanos y latinoamericanos y cuando se está en Europa, uno aprecia cuán especial son nuestros ritmos para el espectador, incluso, cuán parecidos vibramos en un mismo latido musical. Cuánto tienen que ver nuestras canciones, modos de sentir, festejar o enamorar a través de la música; la cantidad de ritmos parecidos y la manera romántica que aúna a la fiesta latinoamericana, la serenata, el bolero. Somos parte de ese amplísimo fenómeno sociocultural y como cantante, así, también quiero representarlo”.
¿Cuál fue el mayor reto a la hora de enfrentarte a estas melodías?
“Creo que el mayor reto siempre es seleccionar porque cuando uno tiene en las manos tantas maravillas, tantas canciones que quiere interpretar, dejar fuera una, resulta muy difícil. Uno quisiera poder hacer tres o cuatro discos de una vez, pero es imposible. Por eso en Como la alondra hay canciones de la música popular y de la folclórica latinoamericanas, de Cuba, México, Paraguay…ya te digo, quedan fuera desde el trabajo de mesa muchos temas que hubiera querido sumar, pero pienso que la selección se aviene muy bien a lo que quería, quiero y necesito expresar.
Dentro de ese trabajo de repertorización no podría dejar de mencionar a Jorge Rodríguez, ese sabio de la investigación al que le agradezco cada búsqueda y sugerencia. Escucharlo siempre fue una clase que seguiré necesitando para propuestas venideras, por supuesto.
¿Pudiera decirse que las cuerdas constituyen un personaje más dentro de este universo musical?
“Sí, indudablemente, las guitarras o mejor, las cuerdas pulsadas lo son en esta oportunidad. En ese sentido concebimos el disco como un homenaje, desde ellas, a Latinoamérica en tanto la guitarra es el instrumento que más utilizan de manera natural los trovadores, los campesinos, aquellas personas que, incluso sin formación musical, la saben tocar en nuestras tierras y con ellas han compuesto e interpretado bellas canciones: de fiesta, románticas, folclóricas, y ese es el sentido que queríamos que tuviera este álbum, que resultase muy claro, sencillo y, sobre todo, muy apegado al origen, a la raíz de nuestras melodías latinoamericanas.”
¿Quiénes te acompañan en esta propuesta?
“En el disco intervienen Barbarito Torres, laud; Carlos Ernesto Varona, guitarra clásica; Héctor Quintana y Nam Sam, guitarra eléctrica; Julito Padrón, trompeta; César Hechavarría, tres, clave y maraca; Marlene Martínez y Javier Valladares, en los coros y como invitados muy especiales, el trío Los embajadores”.
¿Con estas buenas nuevas sigues apostando por la canción? ¿Bajo qué condiciones?
“Sí, exactamente, sigo apostando porque creo en esas canciones que me llegan y llenan el alma, por tanto, son las que quiero entregar. Ese es mi gran y hermoso desafío, llegar a la gente con ellas “a cuestas” y emocionarles, tal y como me emocionan cada una de esas letras y melodías”.
Un equipo de trabajo al que se suma en la grabación, mezcla y masterización, Javier Valladares; en el diseño gráfico Ricardo Monnar y en la fotografía Alejandro Fernández. Un agradecimiento especial a Víctor (Vitico) Rodríguez, director y al Centro Nacional de Música Popular, completa esta propuesta que canta a Latinoamérica desde el amanecer hasta entrada la madrugada. Así lo quiso Gretel mientras, tras las paredes de un estudio, hacía volar su voz Como la alondra.
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