Fotos tomadas de internet

Nuevamente se ensombrece la cultura cubana, ha caído uno de sus fieles guardianes: Juan García Fernández.

Aunque es una ley de la vida, la muerte siempre causa grandes dolores y cuando es alguien cercano es doblemente difícil hablar o escribir.

Lo conocí hace más de dos décadas cuando compartimos responsabilidades en el Sindicato de Trabajadores de la Cultura y desde entonces nunca más nos alejamos.

Sus consejos y experiencias abonaron mi paso por la tarea y aportaron mucho a mi vínculo con el mundo del arte.

Sabiduría, constancia, carisma y empatía fueron sus rasgos personales más visibles.

Juan García Fernández (Juanito) tuvo una larga y bonita historia  de aportes y defensas de las expresiones más raigales de la cultura popular y tradicional cubana.

Miembro del Conjunto Folklórico Nacional de Cuba desde el 10 de febrero de 1966 y su director en una de las etapas de la prestigiosa institución, su participación en históricos éxitos como Oddebí el cazador y Alafin de Oyó, entre otros, marcaron pautas para el futuro de bailarines y músicos.

Su compromiso como defensor del arte popular lo llevó a convertirse en uno de los más acuciosos investigadores, con el propósito de legar a las generaciones sucesoras lo más genuino.

Desde sus funciones como directivo de la compañía estuvo muy cercano a los líderes de la Revolución, siempre defendiendo el arte popular.

Más allá de su eterna cercanía a la sexagenaria agrupación la vida y la obra de quien se recibió como Máster en fechas recientes desafiando el paso del tiempo, trascendió el plano danzario y capitalino para aportar al arte folclórico y popular en diversos espacios y ámbitos dentro y fuera del país.

Para el universo del arte popular cubano este ha sido un duro golpe, frases de dolor y respeto fueron ofrecidas por prestigiosos  artistas del país:

"...la magnitud de los aportes de Juanito a la cultura cubana fueron muy grandes y deben ser referencia para quienes siguiendo su ejemplo nos hemos consagrado al arte folclórica...", comentó el maestro Reinaldo Echemendía Estrada, director del Ballet Folklórico de Camagüey.

Otro agramontino visiblemente afectado con la pérdida es el músico, cantante y director Wilmer Ferrán, director de la agrupación Rumbatá, quien comentó:

"...Juanito es una luz en el camino del arte cubano, en su más amplia extensión.

Su vida y su desvelo por nuestra cultura han incidido de manera significativa en toda la cultura cubana, sobre todo la más apegada a las raíces.

Desde Rumbatá nuestro respeto hacia su memoria y nuestro compromiso con su obra...".

También desde el oriente cubano recibimos las condolencias del Ballet Folklórico Babul, en la voz de su director Ernesto Llewellyn de Lahera, quien comentó:

"...hasta el oriente de Cuba también llegó el quehacer del gran Juan García, sus conocimientos nos han sido muy útiles para nuestro trabajo profesional.

Su pérdida es una mala jugada de la vida, porque creo que Juanito tenía mucho que dar todavía..."

El etnólogo e investigador Miguel Ángel García desde la distancia también hizo llegar sus consideraciones y comparándolo con el sabio Rogelio Martínez Furé escribió: “...Lo único que le faltó fue escribir a diferencia de Rogelio, pero su alcance llegó más allá como nadie lo ha hecho, es así...".

Su coetáneo y amigo de la infancia Alfredo O'Farrill Pacheco contó la manera en que juntos llegaron al Conjunto Folklórico Nacional de Cuba y se enamoraron de esa compañía a la que dedicaron su vida, desde dentro y desde otros espacios.

"...cuando llegamos, veníamos de un grupo aficionado, y allí nos quedamos sin el ánimo de convertirnos en lo que somos.

Perder a un hermano siempre es difícil, pero sé que no se alejará mucho y que desde la dimensión en que está, cuidará de nosotros, de nuestra cultura...".

Criterios como estos abundan hoy entre los que le damos un fuerte aplauso a Juanito en agradecimiento por tantos desvelos.

Por eso mismo hoy los músicos y bailarines del Conjunto Folklórico Nacional de Cuba hicieron sonar los tambores y  entonaron  cantos de despedida para quien también fue fiel custodio de la religión cubana de matriz africana.