La cultura no se explica sola, lo hace a través de la historia


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Conversar con la Doctora en Ciencias Históricas Reveca Figueredo Valdés es una suerte de recorrido por lo asombros que habitan al patrimonio artemiseño. Tal es la pasión de esta investigadora. Habla con el corazón y gesticula con énfasis en las palabras identidad, museos, monumentos, arte e historia. Para ella vocablos que se mezclan en la esencia de un territorio y definen el carácter de su gente. Cuando enciendo la grabadora sé que no es una entrevista sino una clase lo que está a punto de comenzar. Me acomodo en la butaca y comienzo a provocar a la Jefa del Departamento de Patrimonio e Inversiones de la Dirección Provincial de Cultura en Artemisa, a esta cubana que admiro en silencio desde hace ya algún tiempo.    

¿Qué significa para usted el patrimonio?

Para mí se trata de una parte muy importante. Una parte grande de mi vida porque le he dedicado mucho tiempo a su estudio e investigación. Hablo de toda mi carrera como licenciada en historia. Quiero responderte partiendo de la definición que da Naciones Unidas del patrimonio.

Plantea que es el conjunto de componentes naturales o productos de la actividad humana que documentan sobre la cultura material e inmaterial del pasado y el presente y que por su condición ejemplar y representativa para el desarrollo de la cultura se está en la obligación de conservar y mostrar a las actuales y futuras generaciones. Dicho esto, puedo asegurarte que es la forma que yo he encontrado de investigar y de transmitir a las generaciones que vendrán y a las que están la historia, los valores y lo que considero que deben conocer para entender de dónde vienen y hacia dónde van. Por tanto, el patrimonio es una parte imprescindible de mi vida.

Queda clara su vocación. Pero quisiera saber desde su experiencia… ¿Hasta dónde considera que la Revolución Cubana ha comprendido la necesidad de preservar el patrimonio cultural?

Es muy sencillo. Fidel dijo que una Revolución solo puede ser hija de la cultura y el patrimonio forma parte indispensable de esa cultura. Eso no se quedó en palabras sino que se convirtió en hechos concretos. Las primeras leyes que aprobó la Asamblea Nacional fueron la número uno Para la conservación del patrimonio de la nación y la número dos De los monumentos nacionales y locales. Considero que el conocimiento del patrimonio, dentro de la Revolución, es la forma más sólida que existe de transmitir valores, ideología, sentido de pertenencia e identidad. Si no se conoce aquello que atesoramos no sabemos de dónde venimos, por qué hemos luchado y hacia dónde nos dirigimos. Cuando yo hice mi elección como estudiante de dedicarme a la historia estaba identificándome con la defensa de ese patrimonio de la Revolución. Creo que dentro de la cultura el patrimonio es indispensable para poder llevar adelante el país, para poder tener dignidad, para saber en qué somos iguales y en qué nos diferenciamos de los otros. 

Sabemos que la conservación del patrimonio es costosa. Existen casos como Trinidad o la Habana Vieja, que por su vinculación con el turismo responden con gratitud a las intervenciones. ¿Considera que esa es una desventaja del patrimonio en el caso de Artemisa?

La conservación es costosa en cualquier parte del mundo debido a los materiales que necesita y a las técnicas modernas. Esa es una realidad que no se discute. Lógicamente siempre se busca que de la conservación de determinado patrimonio se pueda obtener una ganancia más allá del placer estético de contemplarla, más allá del placer espiritual que le da a los seres humanos tener un patrimonio bonito. Eso no es privativo de Cuba. En todo el mundo el patrimonio tiene que reportar una ganancia para reciclarla en su restauración, su mantenimiento y conservación.

Hay lugares en Cuba que lo han conseguido como Camagüey, Trinidad o la Habana Vieja. Eso tiene una fuerte vinculación con el turismo. ¿Cuál sería la desventaja de nuestra provincia? Artemisa no ha alcanzado el desarrollo turístico al que aspiramos. No existen grandes circuitos que pasen por nuestras ciudades aunque tenemos sitios de interés turístico. Poseemos lugares emblemáticos como Las Terrazas, enclavada en la Reserva de la Biosfera Sierra del Rosario y un lugar muy hermoso con posibilidades de contemplar aves exóticas y autóctonas y hacer turismo de salud.

También está Soroa considerado un paisaje clásico en nuestra geografía, con un orquideario inolvidable que sí cuentan con esa posibilidad. Carecemos sin embargo de otros circuitos que nos permitan mostrar a través de ofertas interesantes el resto de nuestro patrimonio material e inmaterial que es rico y variado. Pero no renunciamos. Es una meta de la provincia llegar a ese nivel.

¿De qué manera el patrimonio artemiseño se integra a la vida de los pobladores de este territorio?

Hay que reconocer que se realiza un esfuerzo para que los artemiseños conozcan su patrimonio, que se atesora en cada uno de los once municipios de la provincia. Hoy potenciamos algo que se llama Recorrido por la Historia, una especie de Rutas y andares, similar a la que el inolvidable Eusebio Leal ideó para la capital. Nos dimos cuenta de que los moradores de Guanajay no necesariamente conocían el patrimonio de Alquízar, la casa natal de Rubén Martínez Villena o Álvaro Reynoso, por ejemplo. O no conocían Soroa, o no habían visitado nunca Las Terrazas. Por eso, nosotros diseñamos esta idea para el verano. El programa tuvo tanto éxito que se quedó. Es un esfuerzo que tratamos de mantener. Aunque ahora existe la dificultad de la pandemia, se trata de una idea que potenciaremos sin lugar a dudas.

¿Cuáles son las singularidades de Artemisa desde el punto de vista museológico y patrimonial? ¿Existe algo que la haga diferente?

Sí, como no. Cada provincia tiene sus singularidades. Nosotros tenemos una red de 17 museos y algunos son únicos de su tipo en el país. Por ejemplo, el Ecomuseo. En cierta ocasión yo conversaba con la etnóloga e historiadora francesa Martine Segalen, de visita en nuestro territorio y ella me decía que en Francia los ecomuseos son muy comunes, pero no así en otros países y en Cuba tenemos el único en Las Terrazas.

El Museo del Humor es también único de su tipo en el país y uno de los más antiguos del mundo. No existen muchos y nosotros tenemos el de San Antonio de los Baños, que además auspicia una Bienal Internacional a la que han asistido algunos de los más importantes caricaturistas del orbe. Y cuando hablo de los más importantes incluyo a los cubanos como ARES y artemiseños como Ángel Boligán.  En nuestra provincia tenemos museos funerarios como el Mausoleo a los Mártires de Artemisa. También tenemos museos especializados como la Casa Segundo Congreso del Primer Partido Marxista Leninista de Cuba. O sea que dentro de los museos existe una gran variedad.

Entre nuestros monumentos también disponemos de una amplia gama. Puedo mencionarte a la Microcycas calocoma o Palma Corcho que es Monumento Nacional. Se trata de una planta endémica que compartimos con Pinar del Río y solo crece en algunas zonas específicas de estas dos regiones. Otros como el sitio en el que Antonio Maceo cayó en combate, monumento nacional y además un lugar sagrado de la Patria. Podría hablarte del lugar donde se desarrolló la batalla de Cacarajícara, las ruinas del cafetal Angerona, y la lista sigue. No se pueden ver los museos y los monumentos desligados porque entre ellos existe una estrecha relación. En el caso de Artemisa es innegable la singularidad.  

¿Desde su perspectiva y su experiencia cuál es el aporte de un museo a la comunidad en la que se encuentra enclavado?

Me gustaría empezar a responderte haciendo un poco de historia. Cuando se decidió en la década del 80 que todos los municipios tuvieran su museo, entre las diez instituciones culturales básicas de la comunidad, el Ministro de Cultura era el doctor Armando Hart Dávalos, uno de nuestros intelectuales revolucionarios más importantes. Aquella decisión no fue gratuita. Antes de la existencia de esa red de museos municipales era difícil acceder a la historia local. Si usted quería estudiar un determinado acontecimiento o personalidad, debía comenzar buscando a alguien que dispusiera de esa información. Hoy con los museos en la localidad si usted quiere realizar un trabajo sobre Jilma Madera, o sobre el Cristo o el Martí del Pico Turquino o la participación de esta escultora en la famosa estatua del Lincoln que está en Washington solo debe visitar el museo de San Cristóbal y allí existe una sala dedicada a esta personalidad relevante.

Si un estudiante se interesa por la existencia de estructuras precolombinas o de indocubanos en su municipio puede visitar el museo y allí tiene la información. El museo es como nuestra pequeña Matria. La Patria es lo grande, pero el lugar del que somos es nuestra Matria, nuestra madre y los museos han aportado eso. El conocimiento de las historias locales que forman parte del gran mosaico que es la historia de Cuba.

Otros aportes son la vinculación del museo con las escuelas. Se propicia la participación de niños y jóvenes en círculos de interés y concursos de valores. También tienen una cuota importante en la concreción de las identidades. Yo digo que en el sistema de cultura las Casas de Cultura son la columna vertebral porque en ellas se funden todas las manifestaciones, pero no podemos olvidar que todo pasa por la historia. La cultura no se explica sola: Se explica a través de la historia y en eso el museo tiene un papel preponderante.  

Sabemos que para dedicarse al patrimonio debe dominarse con claridad la línea divisoria entre la ciencia y el arte, ¿Dónde radica esta separación y qué importancia les confiere a ambos aspectos?

Mira, si a patrimonio nos referimos, la ciencia es la historia. Hay una simbiosis exacta entre la historia y el arte. Es difícil delimitarlos. El arte es el disfrute estético y la historia pone las cosas en su justo lugar. Las contextualiza. Decía Leal que los edificios no tienen la culpa de los acontecimientos que ocurrieron en ellos. Si nos referimos a Angerona, por ejemplo, solo se menciona el halo romántico del alemán que se enamora de la negra liberta. Pero Angerona es mucho más que eso. Hay que dotarla también de ideología. Allí sufrieron los esclavos y cuando bajas a contemplar los aljibes te encuentras con seis cepos para el castigo. Es una línea delgada que el especialista no ve tan delgada. Detrás del componente artístico y del disfrute hay una historia que soporta la pieza, la edificación o el lugar.

Hábleme de proyectos inmediatos

Nuestro departamento es pequeño, pero tienen grandes retos. Nuestros planes son abrir los tres museos que hoy se encuentran cerrados en Artemisa. El de la capital que se convertirá en museo provincial, el Carlos Baliño de Guanajay y el de Candelaria en el que ya se trabaja. La idea es incluir las instituciones museables en los planes de inversiones de los gobiernos municipales. Una realidad difícil hoy es que los museos nacieron en casas patrimoniales, edificaciones muy antiguas. En ningún caso se construyó un inmueble para hacerlo museo y esas casas antiguas requieren la restauración sistemática y eso constituye un handicap para nosotros en las condiciones del bloqueo. Pero nuestra provincia hace en el día a día una identidad y por ello es imprescindible que se entienda que nuestras instituciones museables, nuestros monumentos, nuestro patrimonio, estén en las mejores condiciones para mostrar. Esos son nuestros retos, sueños y aspiraciones.

¿Después de tantos años de experiencia vinculada a la cultura y al patrimonio, cuáles son sus insatisfacciones fundamentales?

Creo que las insatisfacciones tienen que ver mucho con esos retos. Podría mencionar que me siento insatisfecha cuando no se prioriza el patrimonio que fortalece ideología, aporta valores y otorga identidad. No siempre se entiende así y eso como historiadora puede ser frustrante. Pero me siento útil cuando se publica una investigación histórica. Cuando contribuyo a un nuevo conocimiento. Me siento bien cuando los estudiantes me buscan. Eso alivia un poco las insatisfacciones. He dedicado mi carrera y mi vida a la historia y al patrimonio. Siento que ahí está mi esencia como profesional. Creo en Artemisa y en el futuro que tiene por delante para mostrar las bellezas y la diversidad que existe en este rincón del occidente cubano.

La doctora Reveca concluye sus respuestas y me observa. Ignora que mi agradecimiento va más allá de la formalidad por haber accedido al cuestionario. Otras muchas ideas gravitan entonces en la oficina, pero es preciso ordenarlas, hallarles sitio en una nueva embestida para la que seguro habrá tiempo. Por ahora toca poner a buen recaudo las declaraciones de quien es también la historiadora de Guanajay.

A fin de cuentas, las palabras de esta mujer son también patrimonio de la cultura artemiseña. Es cierto, como ella afirma, que la cultura no se explica sola. Suerte que tenemos a Reveca Figueredo Valdés para que nos asista en esa explicación, para que nos ayude a desentrañar la cubanía.


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