En una de mis andanzas por el siempre enigmático “Maisí” me encuentro con el legendario y amigo de siempre Casiano Matos, el cual tuve la dicha de conocer hace ya algunos años cuando visitaba la comunidad del “Pomo de Jauco”, sitio ubicado en la zona conocida como “la Tinta”. En ésta ocasión cuando nos encontramos comienza a brindarme una valiosa información, pude percatarme del brillo que contenía sus ojos, por lo que era fácil determinar que se trataba de algo importante, lo cual en momentos me confesó la repercusión que podía contener la información, por lo que me dijo: … - lo que te voy a contar constituye un orgullo imperecedero, no solo para mí en lo particular, también para todos los maisienses - …
Según Casiano; testimonios transmitidos generacionalmente cuentan la existencia de auténticos ritmos a finales del siglo XIX y principios del XX un poco desconocidos por las generaciones actuales, bautizados como “la puntillita” y “la cañandonga”, quienes según informantes formaban parte del ambiente festivo de las comunidades rurales del “Pomo”, “el Cedro”, “la Cuchilla”, “la Güira”, entre otros asentamientos de la ya mencionada zona de “la Tinta”, perteneciente al municipio de Maisí, provincia de Guantánamo. Su dispersión, reconocimiento y preferencia de sus habitantes no se hizo esperar, pues comenzaba un nuevo proceso músico danzario con un alto sentido recreativo y festivo, permitiendo así celebraciones populosas y raigales donde cada vez más se hizo notar el número de visitantes al jolgorio campesino, además convocados por los propios vecinos que amenizaban su fiesta, era común presenciar grupos familiares como multitudes barriales, mientras su práctica comienza ser motivo para celebraciones comunes en cumpleaños, noche buena, fines de año, entre otras fechas significativas, dichos festejos podían durar desde un día hasta una semana.
Se comenzaron a identificar y determinar los contextos de preferencia como escenario de éstas festividades, se bailaba dentro de los patios o salas de las viviendas, y al culminar cada número se aplaudía vivamente a los bailadores. Esto ocurría frecuentemente, con periodicidad semanal o quincenal, para conmemorar las festividades y celebrar otros acontecimientos que les proporcionaban alegrías en la vida aislada de las agotadoras jornadas laborales del campo; rápidamente se convirtió en un elemento de preferencia por parte de los habitantes de la zona, pues consideraban que habían encontrado un motivo esencial para la diversión y el entretenimiento, razón para sus celebraciones acompañados de refrescos y bebidas tradicionales populares.
Dentro de los nombres relucientes y reconocidos como tesoros humanos vivos se menciona y recuerda a Eusebio Matos, bautizado como el “Negro Floriano”; músico autodidacta, cuya casa constituyó punto fijo de convergencia de cuantos guajiros asistían a estas fiestas campesinas.
“La puntillita” y “la cañandonga” presentan rasgos eminentemente distintivos del estipe campesina en la cultura cubana; dado que su formato sonoro - instrumental y los cantos reflejan situaciones del ambiente típico de los guateques, aunque a decir verdad con matices propios que se expresan a través de la interpretación de estrofas y estribillos de época, y sus singulares pasos y movimientos coreográficos. Se baila en ambiente social, en la sala de una vivienda o en la plaza pública, en grandes círculos ¿vestigios del areíto? con una coreografía fija de pasos sencillos y sin una cantidad precisa de parejas. Mientras se bailaba por parejas que marcaban sus pasos en consonancia con la música y el canto, diferentes en cada género e identificables claramente por sus diferencias entre sí.
La música de estos bailes pertenece al género del Son y se interpreta en un compás de 2/4, es utilizada en guateques campesinos y el instrumento predominante es el “tres”, acompañado por guitarra, marímbula, bongoes de monte, además el guayo, las maracas y las claves.
El paso en los bailes tradicionales de “la cañonga” se ejecutan al compás de la música, las piernas hacen una pequeña flexión y se mantienen durante todo el baile, se comienza saliendo con el pie derecho a pie plano, luego se alterna con el pie izquierdo y así sucesivamente, no tiene vueltas de pareja, es de coreografía libre y espontánea, protagonizada por improvisaciones bailables, “la puntillita” presenta elementos propio cuando el talón baja sin tocar el piso, se realiza un brinquito como si se tuviera una puntilla en el zapato; luego se alterna con el pie izquierdo y así sucesivamente, tiene vueltas de parejas, sobre todo, por debajo del brazo del hombre.
Al escuchar cada uno de los temas se pueden catalogar de cantos libres pero alegóricos al quehacer cotidiano de los campesinos, se improvisaba durante un rato prolongado; el instrumento del “tres” (Patrimonio Cultural de la Nación) era el encargado de matizar los espacios libres. El “tres” ejecutaba una introducción, manteniendo el ritmo hasta el final. El efecto de la sonoridad del conjunto musical se acerca al changüí.
A continuación, algunos de los versos que se improvisaban en esa época:
Puntillita mamá puntillita (Se repite)
El zapatico te aprieta
Ve, llévaselo al zapatero
Que te ponga otro punto
O te devuelva el dinero.
Puntillita mamá puntillita (Se repite)
Yo no como bacalao
Porque tiene mucha espina
El son de la puntillita
Se baila con disciplina.
Algunos estribillos versificados de la cañandonga que se recuerdan de la época, son:
Cañandonga me subo y te corto un gajo.
Cañandonga me bajo y te corto un pie.
Cañandonga me voy a casar contigo.
Cañandonga te voy a cortar un gajo.
Cañandonga un gajo de los mejores.
Cañandonga me voy a casar con ella.
Cañandonga antes que cumpla la edad.
Para recoger las flores chiquitas de reseda.
Estos bailes no tenían vestuario específico: las mujeres solían usar vestidos largos entallados en la cintura con un lazo posterior y blusas con mangas cortas; la ornamentación del cabello se hacía con cintas de colores y flores naturales, para dar un toque de alegría al atuendo, zapatos puntifinos, con tacones finos no muy altos y sin un color específico. Los hombres usaban camisas de mangas largas o guayaberas, pantalones anchos arriba y estrechos abajo, sombrero de yarey, mientras los zapatos eran predominantemente de dos tonos, además contenían un pañuelo o pañoletas de color rojo o azul.
En estas actividades festivas se manifiestan las tradiciones culinarias que caracterizan la región: - el típico congrí oriental, - el puerco asado en púa, - gallina, carnero o chivo en fricasé. - viandas hervidas, -ensaladas de vegetales, - tostones de plátano o guapén, - ayahaca, - habichuelas en salsa, - croquetas de guapén, - frituras de yuca o bolas, - bacán, si tiene carne adentro, - guanimo si no tiene carne, - bolas de guapén, - arroz con tasajo ahumado, - carne de puerco ahumada, - arroz con pollo,, - arroz con pescado, - mazorcas de maíz tierno hervido, - maíz sazón asado, - tostones, - filete de pescado, - guapén con calalú de malanga, - habichuelas, - el fríjol caballero , - bolas de plátano con leche de coco. Mientras los dulces típicos lo conforman postres predilectos; como:- el turrón de coco, - dulce de naranja, - de fruta bomba siempre están presente: - el rico chocolate, - tragos de café y el agua de coco.
En la actualidad el grupo tradicional “Inspiración Turquino” perteneciente al poblado “Sabana” ha realizado una meritoria labor investigativa al conformar un repertorio donde encontramos estos auténticos elementos identitarios de “la puntillita” y “la cañandonga”, de manera insoslayable se ha mantenido un legado centenario y que bien mereciera la pena poseer una mayor promulgación y visibilidad en bien de la cultura cubana y la Identidad Nacional.
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