Imagen de portada: De izquierda a derecha: Ricardo Ronquillo Bello, presidente de la Unión de Periodistas de Cuba; los periodistas, Enrique Milanés León y Reinaldo Cedeño (Premio Nacional de Periodismo Cultural) y Santiago Jerez Mustelier, director de la revista Alma Mater.
Reinaldo Cedeño Pineda tiene la sensibilidad suficiente para contar historias, para que “el periodismo” se transforme en “su periodismo”, ese que, sin ambages de ningún color, descubre la armoniosa dramaturgia de la cotidianidad.
Ser periodista, ser Quijote y Las pequeñas palabras, demuestran algo que el presidente de la Unión de Periodistas de Cuba (UPEC), Ricardo Ronquillo Bello, apuntó esta tarde en la casa de la prensa, durante la presentación de ambos volúmenes: “Cedeño es de los periodistas a quienes los editores disfrutan leer extraordinariamente”.
Y es cierto, no solo porque lo diga Ronquillo, sino porque incluso cuando conversa o lee algunos de sus apuntes y crónicas (como hoy, a modo de provocación), el silencio se instala en el auditorio que disfruta cada pedazo de letra y arma mentalmente las imágenes y sonidos transferidos por las palabras.
Para el periodista Enrique Milanés León, Cedeño es un “Quijote a pleno sol”. Con ese epíteto tituló una reseña publicada en Cubaperiodistas a propósito de la presentación de Ser periodista, ser Quijote, “el libro de apenas 75 páginas”-dijo Milanés, que apasiona aún más por “cuanto-agregó- sigue diciendo de la página 76 en adelante”.
Esa habilidad para seguir contando y, lo mejor, seguir transmitiendo más allá de los límites corpóreos que las hojas imponen a los libros, tiene mucho que ver con una de las ideas manejadas por Milanés en su reseña: “Cedeño es todo un maestro en la ´cardiología social´”.
De ahí que le sean tan familiares “el periódico, la radio, la prensa digital, la poesía, el ensayo, la tertulia, la promoción cultural, el evento cumbre y la charla en un barrio pobre”.
Para el periodista Enrique Milanés León, Cedeño es un “Quijote a pleno sol”.
“A los nueve días del mes de julio de 1991 -escribió el autor en el primer texto del libro- el Rector de la Universidad de Oriente de Santiago de Cuba expidió mi título de Licenciado en Periodismo. Ver mi nombre en aquel documento me resultó excitante, me resultó raro. Sin paradojas, cabían las dos. Despedía muchas cosas y entraba en otras. Un mundo que solo podía intuir se abría ante mí”.
De ese mundo por el cual transita desde hace solo un “tiempito”-dijo jocosamente- salieron esos “apuntes” con el propósito de concretar, en algunas páginas, sus hallazgos diarios en la profesión/oficio.
Cedeño cree en el periodismo de la pasión, en la fragua-como anotó- de escribir la novela cubana de lo cotidiano. Por eso, Milanés reafirmó que “nos regala un libro pleno de caminos y enseñanzas para los reporteros en formación, que somos todos nosotros”.
La tarde en la UPEC se nutrió de pequeñas palabras. El también Premio Nacional de Periodismo Cultural “José Antonio Fernández de Castro” en 2021, confía en la potencia de los detalles porque-según su visión- “es como susurrar en las noches a alguien que estimes un ´te quiero´”.
Contó Santiago Jerez Mustelier, director de la revista Alma Mater que, cuando Cedeño lo convocó a hablar, “como bateador emergente, sobre uno de sus hijos”, no pudo hacer “otra cosa” que ponerse nervioso.
Pese a la predecible tensión, Jerez conversó “desde el placer de ser un impenitente lector” del volumen y reconoció haberlo recorrido “como quien recorre un cuerpo vivo, húmedo y palpitante”.
Sonidos, imágenes, música, poesía, confluyen-de acuerdo con Santiago-en crónicas que son un refugio.
“En Cedeño-zanjó- se sintetiza un concepto del periodismo como mirada profunda de lo real, maestría en la narración, humanismo para descascarar la historia y los personajes, pulso para colocar la tensión y el silencio en su justo lugar”.
Aunque ya hace algún tiempo, a propósito de la publicación de Ser periodista, ser Quijote, el autor recordara en Facebook, que no era distribuidor, ni librería, ni editorial y, por tanto, no contaba con más ejemplares, hoy transgredió esas palabras y cargó, hasta la UPEC, alrededor de una veintena de cada título.
Su madre Caridad le enseñó a agradecer cuantas veces fuera necesario. Llevar sus trazos hasta los lectores es también una forma de gratitud.
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