Las raíces y el desarrollo de Nuestra América


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Frank W. Blackmar

El 25 de noviembre de 1891 se incluyó en el diario El Partido Liberal, de México un amplio comentario de José Martí acerca de un libro aparecido en Estados Unidos. Su título, “Un libro del Norte sobre las instituciones españolas en los estados que fueron de México”, sigue de cerca el de la obra del historiador, sociólogo e historiador Frank W. Blackmar cuya traducción al español sería Las instituciones españolas en el Suroeste, en referencia al enorme territorio arrebatado a México por Estados Unidos.

El comentarista dedica buena parte de su escrito a opinar y aconsejar acerca de la necesidad de que los pueblos latinoamericanos se preocuparan por conocerse mejor a partir de sus orígenes. En tal sentido se expresa desde sus primeras palabras: “Por toda nuestra América empieza a mostrarse el deseo—como si ya hubiese comenzado a cuajar el alma continental—de conocer, por sus raíces y desarrollo, la composición de los pueblos americanos.”

La importancia del asunto la explica en la continuación de ese párrafo inicial cargado de sustancia conceptual: “La política no es la ciencia de las formas, aunque sea esto en mucho; sino el arte de fundir en actividad pacifica los elementos, heterogéneos u hostiles, de la nación: y lo primero es conocer al dedillo estos elementos, para no intentar nada que haya de chocar contra ellos, e irles acomodando gradualmente aquellas novedades foráneas que fuesen de posible y útil acomodo.”

En plena madurez de su creador y original pensamiento latinoamericanista, este texto fue publicado justo en los momentos en que Martí andaba en su primer viaje por Tampa y se aprestaba a poner en práctica esos principios en la organización de los patriotas cubanos para alcanzar la independencia del colonialismo y fundar una república sobre esas bases.

Por eso halla útil el libro de Blackmar, por ser de “esa clase de trabajos de raíz, de estudios, de elementos” que contribuyen a esos necesarios conocimientos por los que Martí aboga cuando dice: “Es necesario conocer para gobernarnos. Es necesario estudiar la potencia de nuestra virtud, para no fiar de ella, ni desconfiar más de lo justo;—y las causas de nuestros defectos, para irlos aminorando gradualmente con la aminoración de las causas. Un defecto a veces ¿qué es más que la forma y tesón de una virtud?”

Martí encuentra sagaz al autor del libro cuando este señala, al hablar de California, que de Roma vinieron sus instituciones a España y esta las trasladó a México y desalojó las leyes nativas sin lograr exterminar la población allí asentada. “Sobre los indios puso España a Roma: por eso anda así la América.” El cubano, sin embargo, objeta algunos criterios del estadounidense y sí considera al municipio, a pesar de venir de la antigua Roma, como la raíz y la sal de la libertad. También discrepa con su apreciación de las misiones religiosas, pues “no ve que iban—cuando eran como debían ser,—contra el espíritu de la colonia” y le señala al autor no averiguar “qué eran los indios cuando la conquista, y qué sabían por sí antes de que los desbandara el terror.”

Este trabajo —muy pocas veces comentado por los estudiosos de la obra martiana— revela, por un lado, su mirada siempre atenta a cuanto estudio pudiera aportar a la comprensión de nuestra América; por otro, su peculiar modo de examinar los diversos ángulos de nuestras realidades, y, finalmente su espíritu de servicio a la patria grande al difundir un libro que se ocupaba de nuestros pueblos. Así, se unían, como siempre, pensamiento y acción en José Martí.

 


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