El diálogo y la aceptación intergeneracional es una necesidad en toda sociedad que pretenda un desarrollo armónico, lo que constituye una necesidad para el satisfactorio desenvolvimiento del arte presente y futuro en Cuba.
Por estos días, cuando se dan los toques finales a las sesiones del III Congreso de la Asociación Hermanos Saíz (organización que agrupa a la joven vanguardia artística cubana), sus integrantes apuestan por desterrar todo vestigio de desconfianza en sus capacidades para asumir la responsabilidad social que les depara el mañana.
En relación con este particular el joven músico Abel Geronés comentó a esta publicación: “…sobre todo se debe tener confianza en nosotros y no demonizar el arte joven.
El arte es un reflejo del pueblo, su realidad y sus actualidades, no podemos seguir mirándolo con el miedo de quien no crea, lo que tenemos es que ver y asumir que el arte se parece a nuestra realidad, para poderla cambiarla.
Si no vemos a los jóvenes creadores como demonios, haremos nuevos caminos, todos juntos.”
Otro criterio en relación con este controversial tema lo ofreció la escritora Elaine Vidal Madruga, quien enfatizó en lo siguiente: “…cada día hay que confiar más en la juventud, el destino de la nación y su cultura está en manos de sus jóvenes, quienes seremos los reales hacedores.
Nuestro tiempo es ahora, no podemos pensar en que mañana estaremos preparados, ahora es cuando nos corresponde demostrar nuestras aptitudes, es nuestro momento de vivir y experimentar, como lo hicieron nuestros abuelos o los de la llamada “Generación del Centenario”, quienes experimentaron en su momento y vivieron lo que les tocó.
Quienes tienen el poder de decidir tienen que confiar en nosotros con los ojos cerrados, en los cambios que proponemos, en la realidad que deseamos mantener y sobre todo en las transformaciones que creemos necesarias para hacer una mejor Cuba…”
Con las expectativas al borde
Luego de un proceso de análisis en cada sección y en cada territorio, finalmente llegan las jornadas de evaluar en plenario el trabajo que se ha realizado, los avances y retrocesos de una organización llamada a parecerse más a su tiempo que a sus antecesores.
Por eso sus miembros llegan con las expectativas a flor de piel, buscando respuestas a sus inquietudes, análisis inteligentes y lógicos despojados de tabúes y estereotipos y sobre todo con la añoranza de ser escuchados y contribuir al desarrollo ulterior de la sociedad que pronto llevarán sobre sus espaldas, ya que como sentenciara el Comandante en Jefe de la Revolución Cubana Fidel Castro Ruz: “…una revolución solo puede ser hija de la cultura y de las ideas…”
En consonancia con eso, el director del grupo musical La Cruzada, Gustavo González compartió sus expectativas con los lectores de esta publicación: “…cada vez que nos encontramos, la idea es revisar lo que nos propusimos mejorar y ver por qué caminos van los procesos culturales y la manera en que nosotros como artistas y miembros del movimiento del arte joven cubano, podemos pensar cómo mejorar cada uno de esos procesos.
Durante las sesiones del plenario debemos debatir en profundidad muchos temas de carácter práctico que aún nos quedan pendientes, nos faltan muchas cosas para ocupar un lugar visible para la joven vanguardia artística, y ese es, en mi opinión, el principal desafío de los artistas de hoy.
El arte que se produce, desde nuestro seno, debe llegar a los públicos, que identifiquen y consuman nuestras propuestas, que sepan que pueden evaluarla a través de nuevos canales de difusión que permitan que las creaciones puedan llegar a sus destinos.
Además creo que estamos en la obligación de crear mecanismos para que nuestro trabajo sea cada vez más cercano a los estudiantes de las universidades y los preuniversitarios.
Lo que más me gustaría de estas jornadas es que sean provechosas y tengan una traducción en hechos concretos…”
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