Patrimonio centrohabanero en Jornada por el Día de la Nacionalidad Cubana


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Para la Jornada por el Día de la Nacionalidad Cubana el Museo Municipal de Centro Habana tuvo como actividad central el “V Coloquio de Historia Local”, dedicado en esta ocasión al 45 aniversario de la muerte de José (Joseito) Fernández Díaz y el 135 del natalicio de Emilio Roig de Leuchsenring, figuras de relevante accionar en el territorio centrohabanero.

A Joseito Fernández, vecino del barrio Los Sitios (5 de septiembre de 1908-11 de octubre de 1979) se rinde homenaje de manera permanente en el inmueble encargado por el senador Alfredo Hornedo Suárez[1] en 1941, en el antiguo Paseo de Tacón o Carlos III no. 720, entre Soledad y Castillejo, obra inscrita en la tipología de “construcción doméstica” desde el 21 de enero de 1981 en el inventario de sitios y monumentos, exponente arquitectónico que, un año después, en 1982, deviene sede de la Casa de Cultura Joseito Fernández. A ello se sumó Gervasio no. 658, entre Estrella y Maloja, “lugar en que vivió parte de su vida y hasta su muerte Joseito Fernández”, según consta en la tarja colocada en su fachada, aval que le valió ser inscrita entre los sitios históricos del municipio el 31 de julio de 1985. A Joseito debe no solo Centro Habana, sino también La Habana toda, y la Isla, la popular pieza musical Guajira guantanamera, creación que junto a El Manisero, de Moisés Simons (La Habana, 1889-Madrid, 1945), y La comparsa, de Ernesto Lecuona (Guanabacoa, 1895-Santa Cruz de Tenerife, 1963), deviene embajadora de la cultura cubana ante el mundo.

Emilio Roig de Leuchsenring (La Habana, 1889-1964), a diferencia de Joseito, nació en Acosta no. 40, y su infancia transcurre en la finca Santa Teresa, en Managua, distante del territorio centrohabanero y, como todos conocemos, su obra en el ámbito del patrimonio cultural tiene por centro el territorio de La Habana Vieja. Allí fue nombrado Historiador de la Ciudad de La Habana en 1935, el primero en ocupar ese cargo, y desde el cual daría cuerpo legal al proceso de patrimonialización cuyo cimiento sería el Municipio, representado por su Ayuntamiento cuando en 1938 funda y dirige la Oficina del Historiador de la Ciudad de La Habana adjunta al Gobierno Municipal. Distinguen al intelectual los académicos calificativos de Historiador, Etnólogo, Periodista, y Patriota cubano, condición ésta que acompañó su accionar en todos los campos.

Investigaciones del Museo Municipal de Centro Habana revelan sus aportes al conocimiento y comprensión de La Habana, el enérgico liderazgo jugado en el proceso de patrimonialización de sus bienes culturales y, en particular, su esclarecedora mirada al desarrollo urbano de la capital cubana en una perspectiva a las que pudiéramos asumir como un texto cultural.[2]  “A pesar de haber desaparecido el grueso muro que encerraba la ciudad, el visitante, por poco observador que sea, notará la diferencia existente entre la antigua Habana, y la nueva ciudad, entre las que se establece un elocuente contraste”[3], acotaría en 1928, distinción que argumenta:

En la primera, hemos visto los inefables recuerdos de tiempos idos, de la época colonial, llena del melancólico encanto de las cosas que fueron. En la segunda, la gran ciudad, llena de energías y vida, levantándose prodigiosamente después del letargo de varios siglos, y capaz de brindar todas las ventajas que puede darnos el progreso y la civilización de nuestros días. // Amplias calles y avenidas corren entre construcciones macizas; altos edificios modernos se alzan elegantemente, como si quisieran internarse en el cielo eternamente azul, estableciendo gran contraste con las pequeñas casas de piedra gris que nos legó el pasado.

Destaca como signo de modernidad urbana, entre los principales parques y paseos de la Habana, el Malecón, “una avenida que sigue la costa, presentando una fila de espléndidos edificios”, que inicia en “el viejo Castillo de la Punta, y una amplia explanada donde las bandas militares ofrecen retretas casi todos los días”, destacando una de las obras conmemorativas más bellas de Centro Habana, el monumento “erigido a la memoria del General Antonio Maceo, héroe de la Guerra de Independencia de Cuba, obra del escultor italiano Boni”.

Entre los legados dejados por Roig de Leuchsenring está también la esclarecida necesidad de crear la Biblioteca, el Museo y el Archivo del término Municipal, cuya esencia radica en su significación cultural y simbólica, en sus aportes a la consolidación identitaria del territorio, en la fragua del patriotismo local. Tras el decreto del alcalde Raúl García Menocal, del 3 de octubre de 1944, documento mediante el cual la Comisión de Monumentos, Edificios y Lugares Históricos y Artísticos Habaneros queda proclamada Junta de Patronos del Museo de la Ciudad, fundado por Emilio Roig, está la obra del abogado que se erige en insoslayable antecedente histórico de la Ley 23: “Ley de los Museos Municipales”, de 1979. Desde 1944 el sentido de una red nacional de dicha tipología museal es un hecho en Cuba; y el inmueble sede, su mayor vulnerabilidad.[4]

Distinguió el V Coloquio de Historia Local de Centro Habana la multiplicidad de perspectivas a tener en cuenta en la comprensión de complejo proceso de formación de la identidad nacional en su permanente y enriquecedor dialogo no solo entre pasado, presente y futuro, sino también en la convivencia de modos y costumbres diferentes en ellos; sin lugar a dudas, un sólido principio a tener en cuenta por técnicos y especialistas vinculados a la altruista tarea de catalogar e investigar los bienes culturales con potencialidad para erigirse en exponentes representativos de la identidad de una comunidad, un barrio, una ciudad o la nación, en símbolos en los que sus miembros se reconocen.

Tributaron al saber del municipio, desde la museología e historia del arte, las ponencias “La colección de medios de enseñanza Luis de Soto de la Facultad de Artes y Letras. Acciones para su patrimonialización”, “La colección de pinturas de la Sociedad Económica de Amigos del País” y “Para Gotario el maestro, todos los colores”, todas ellas con peculiaridades específicas tanto en lo teórico metodológico como en su alcance social.

La primera de ellas, a cargo del profesor Nérido Pérez Terry, vuelve la mirada a la obra de Luis de Soto y Sagarra, uno de los académicos más importantes en la tutela del patrimonio artístico de la Isla, al que no pocas ocasiones se reemplaza por pensadores foráneos cuyo análisis distan del contexto cultural cubano. A Luis de Soto es preciso regresar una y otra vez, no solo en su particular interpretación del estilo artístico en la década del 40 del pasado siglo,[5] sino también, y fundamentalmente en el ámbito patrimonial, por sus aportes al valor documental del arte y su proceso de producción como fuente histórica,[6] a esa visión que desborda la elitista concepción decimonónica para defender, en igualdad de condiciones, las “bellas artes”,  el arte industrial y la artesanía, un himno cubano a la diversidad cultural que se adelanta con creces a la Convención para la Protección y Promoción de la Diversidad de las Expresiones Culturales (UNESCO, París, 2005). Agradece el V Coloquio la presencia de la obra de Luis de Soto, y con ello el homenaje a una de su más ferviente defensora, la doctora Luz Merino Acosta, destacada investigadora de la Facultad de Artes y Letras que residiera en Dragones entre Campanario y Lealtad. 

Desde el Consejo Nacional del Patrimonio Cultural, apuestan por la sistematicidad del estudio de la colección de obras pictóricas atesoradas en la Sociedad Económica de Amigos del País las especialistas Ilka Peli Delgado y Gloria Santos Luna, empeño que tributa al noble empeño del colectivo de esta institución a la declaratoria de Monumento Nacional de la República de Cuba, tanto por los valores arquitectónicos atribuidos al inmueble sede, en Carlos III no. 710 entre Soledad y Castillejo, de la autoría de Evelio Govantes y Félix Cabarrocas que data de 1946,[7] como por la significación simbólica que ocupa en la historia cultural cubana. Peli Delgado y Santos Luna destacan como fuente documental para seguir la trayectoria de las obras las fuentes primarias que atesora la Sociedad, cuyo análisis e interpretación posibilitaran precisar el origen y autoría de cada obra y con ello, garantizarían la gestión de tan valioso legado.

Sella a la tercera de las ponencias presentadas en el campo de la museología, el protagonismo de una familia en el proceso de patrimonialización, esta vez al quehacer de una figura de las artes plásticas que si bien no ha de considerarse centrohabanero, ni por naturaleza ni por adopción, no puede estar al margen de este territorio, en tanto fue formado como artista de las artes plásticas en la Escuela Nacional de Bellas Artes “San Alejandro”, con sede en Dragones no. 308 entre Rayo y San Nicolás, en el corazón del Barrio Chino de La Habana: Ernesto Renán Gotario Vasallo (1932-2014). En “Para Gotario el maestro, todos los colores”, Margarita Ramírez Gotario, Luis Manuel Morales Varela y Táchira Morales Ramírez, su autores, revelan además de los datos biográficos, el papel jugado por Gotario en la creación del Instituto Superior de Diseño y el registro de obras de su autoría en instituciones emplazadas en la localidad. El V Coloquio agradece el cuidado y conservación de documentos entre los que se encuentra la solicitud hecha por Gotario el 24 de septiembre de 1953 al Dr. Esteban Valderrama, director de la Escuela de San Alejandro, para matricular en su condición de “alumno becado de pintura”, al “plan de Escultura”.

Con centro en las personalidades e instituciones se inscribieron en la cita los trabajos “Mariblanca Sabas Alomá. Rescate de una vida desconocida en el contexto sociocultural cubano (1820-1980)”, de Reina Mercedes Castillo Ramos, especialista del Museo Municipal de Centro Habana y “Presencia de la Iglesia Presbiteriana- Reformada en el Municipio Centro Habana”, de Ana María de los Ángeles Navarro Amador; mientras en expresiones culturales, tributando de forma directa al Patrimonio Cultural Inmaterial, “Señales para la salvaguarda del Filin”, de Ilén de la Cruz San Anastasio, especialista de la Casa de la Cultura “Joseito Fernández” y “…coge el trillo venao...”, de la Ms. C. Bárbara Sánchez Ángulo, en el ámbito de la oralidad. ¿Qué aportes destacar en relación con el enriquecimiento de cultura cubana?

Con el estudio de la significación cultural otorgada a Mariblanca Sabas Alomá, demuestra Reina Mercedes Castillo la recurrente necesidad de los análisis memoria/olvido en la historia de Cuba, en esta ocasión en defensa de la intelectual santiaguera que, radicada en Neptuno no. 860 entre Márquez González y Oquendo, alzó su voz en defensa de los derechos de la mujer en la participación política y administrativa de Cuba; una compatriota cuyos proyectos tienen lecciones que aportar al presente. Salvaguardar sus documentos, hoy bajo custodia de la autora, y su puesta en valor en instituciones públicas, mereció polémicas reflexiones en el Coloquio, al tiempo que se inscribieron en línea de trabajo a la que habrá de darse seguimiento desde el Museo Municipal.

“Presencia de la Iglesia Presbiteriana- Reformada…”, por su lado, sugería asumir por tema el inmueble de Salud no. 218 [Ant. no. 40] entre Campanario y Lealtad, que inaugurado en 1906, fuera inscrito atendiendo a sus valores arquitectónicos por Lina E. Grisantti y José Valdés en el registro de sitios y monumentos del municipio el 11 de mayo de 1983. En lugar de ello, Ana María de los Ángeles Navarro Amador, religiosa practicante, asumió el “tema” en el sentido de comunidad, de grupo social que desde finales del siglo XIX se integra al contexto cubano como parte de la nación, no solo por ocupar un espacio físico en la Isla, sino por participar de forma activa en sus proyectos de emancipación y construcción social, arista no tratada hasta entonces a pesar de su importancia para comprender la significación patrimonial de la edificación. Aporta su autora, entre otros, los orígenes del presbiterianismo en la localidad con la fundación de una escuela por Evaristo Collazo, Primer Pastor Ordenado, en su morada, ubicada en la calle Manrique no. 190 Ant., entre Maloja y Sitios, en 1890. ¿Principio para una ruta patrimonial del presbiterianismo en La Habana? Nombres como Evaristo Collazo, Enrique Belisario Someillán Rueda, Domingo Julián Pérez y Sánchez, Esteban Hernández Alfonso y Marcelo Salado y Lastra, algunos de ellos con grados militares en el Ejercito Libertador, son protagonistas de las gestas de independencia contra España; como serían en otros ámbitos las féminas de las Sociedades de Damas, a partir de 1922-1924 o la Unión Presbiteral de Mujeres, del 13 de abril de 1927.

Para dar testimonio de la complejidad inherente al proceso de patrimonialización en el caso de las expresiones culturales participaron del V Coloquio de Historia Local de Centro Habana dos ponencias, de la Ms. C. Bárbara Sánchez Ángulo, “…coge el trillo venao...”, síntesis de la experiencia vivida por la centrohabanera en un proyecto comunitario desarrollado durante su misión internacionalista en Venezuela. Destaca Sánchez Ángulo como requisito esencial el respeto a la tradición cultural de los pueblos y sus comunidades cuando de colaboraciones se trata y, del mismo modo, la potencialidad de la cultura popular tradicional como puente de hermanamiento entre los que todos los que participan.

La segunda estuvo a cargo de Ilén de la Cruz San Anastasio, especialista de la Casa de la Cultura “Joseito Fernández”, titulada: “Señales para la salvaguarda del Filin”. Tras un estudio sistemático del Filin, Ilén de la Cruz apuesta por una historia que sobre avales científicos precise los elementos que le distinguen como propuesta de notable autenticidad cubana, en tanto influencias como el jazz o el impresionismo francés terminan subordinadas a la trova tardía donde instrumentalmente juega un papel protagónico la guitarra. Señala que en el proceso de formación, a partir de los años 30 del pasado siglo, resulta insoslayable declarar entre sus cuatro pilares a Ángel Díaz, Portillo de la Luz, Ñico Rojas y José Antonio Méndez, impulsores de un movimiento del que prácticamente no escapan los compositores e intérpretes más notables de los años 40's demostrando un alcance social tan significativo que hacen de él una especie de embajador cultural de la cultura cubana en América y Europa. El personal técnico y especialista del Museo Municipal de Centro Habana, dentro de accionar, inscribió 1ro de julio de 1986, en el inventario de Sitios y Monumentos del territorio, en la categoría de Sitio Histórico, el inmueble no. 1108 del callejón de Hamel entre Hospital y Espada, morada de Ángel Díaz, “cuna del movimiento del filin desde 1940” y el 16 de noviembre de 2019, con el auspicio de la Dirección de Cultura Centro Habana, develó en su fachada una placa conmemorativa en la que reza:  “Reconocimiento a este callejón, cuna del filin desde 1940. Espacio de la rumba y de figuras que enriquecieron el patrimonio cultural cubano”. En el proceso de patrimonialización de este exponente del Patrimonio Cultural Inmaterial, es preciso que sus defensores, amén a sentirse parte del filin por plena soberanía, miren con altruismo resultados de investigación que les una ante la opción de una propuesta de legitimidad patrimonial. 

El V Coloquio de Historia Local de Centro Habana, dedicado a Joseito Fernández y a Emilio Roig de Leuchsenring, formó parte de las acciones por la Jornada por el Día de la Nacionalidad Cubana a celebrarse entre el 10 y el 20. Las reflexiones en torno al patrimonio centrohabanero develó, una vez más, la defensa de la nacionalidad desde la diversidad inherente al tejido social construido en el devenir del tiempo y subrayó la responsabilidad que nos compete con el patrimonio de la patria chica, el espacio al que, parafraseando a Félix Varela, debe contribuir con amor porque en ella tiene protección y abrigo.     

 

 

[1] “Periodista y político, amasó una gran fortuna. Construyó el Mercado Único (Cuatro Caminos), los edificios Rosita de Hornedo (Sierra Maestra) y Riomar y el teatro Blanquita (Carlos Marx)”. Juan de las Cuevas Toraya: 500 años de construcciones en Cuba, pp. 539-540, Ed. Chavín, La Habana, 2001.

[2] V.: Marcos Antonio Tamames Henderson: La ciudad como texto Cultural. Camagüey, 1514-1837, Ed. Ácana, 2005.

[3] Emilio Roig de Leuchsenring: “La Habana de 1928 vista por Emilio Roig”, en La Habana de ayer, de hoy y de mañana (1928). Biblioteca Pública Rubén Martínez Villena, Oficina del Historiador de la Ciudad, La Habana, octubre de 2017. http://www.bpvillena.ohc.cu/2017/10/la-habana-de-1928-vista-por-emilio-roig/ [9-10-2024].

[4] V.: Marcos Tamames: “La red de museos en aniversario. Conmemoración o recapitulación (III)”, Cubarte, 27 de octubre de 2016.  [9-10-2024].

[5] Resultan imprescindibles en la historia del arte en Cuba sus textos Los estilos artísticos. Introducción a la Historia y apreciación del Arte, publicado por la editorial Lex, La Habana, en 1944 y el artículo “Esquema para una indagación estilística de la pintura moderna cubana”, entre las páginas 65 y 138 del número 58-60 de la revista Universidad de La Habana, en 1945. V.: Marcos A. Tamames Henderson: De la Plaza de armas al Parque Agramonte. Iconografía, símbolos y significados, Ed. Ácana, Camagüey, 2003. 

[6] V.: Luis de Soto: “La historia visible: el valor documental del arte como fuente histórica”, en Luis de Soto y Sagarra: Filosofía de la Historia del Arte (Apuntes), pp. 75‐78, Editorial UH, La Habana, 2013.  

[7] Este inmueble fue inscrito en el inventario de Sitios y Monumentos del territorio el 12 de octubre de 1982 y especialistas del Museo Municipal de Centro Habana dan seguimiento a sus intervenciones con miras al expediente para una propuesta de Monumento Nacional.

 

 

 


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