Homenaje al poeta y ensayista Roberto Fernández Retamar en la Sala Che Guevara.
Dos meses después de que sus cenizas llegaran al mar, al mar que rompe justamente frente a la Casa de las Américas, su Casa, amigos y familiares y lectores de Roberto Fernández Retamar se reunieron en la Sala Che Guevara para homenajearle. Para escucharle leer sus versos y hablar de su poesía toda, de su obra en esta institución, en la Universidad de La Habana, en el Centro de Estudios Martianos, en Academia de la Lengua, en la cultura cubana.
Marcia Leiseca, vicepresidenta primera de la Casa de las Américas
“Recordar el porvenir no son solamente hermosas y evocadoras palabras, son el reflejo del espíritu positivo presenta en la obra de Roberto. (…)”
“Hablar de Roberto no es posible sin referirnos a la vida y obra de la Casa, ambas están imbricadas orgánicamente desde 1965, fecha en que Haydee lo invitó a dirigir la revista, a la que se dedicó con pasión durante casi 55 años de su vida. En la revista —con sus casi 300 números—, expresó sus ideas, fue su arma de combate para defender las grandes verdades de Nuestra América y promover lo mejor de nuestra literatura y nuestro pensamiento”.
“La Casa ha tenido el privilegio de ser presidida por un ser humano excepcional, la heroína de la Revolución, Haydee; por un artista mayor, maestro de la pintura y el dibujo, Mariano; y por un grande de las letras y el pensamiento, Roberto. Para él nuestra admiración y amor más profundo, nuestro recuerdo eterno permanecerá inscrito en estas paredes y en esta obra que supo preservar y desarrollar”.
Alejandro González, Decano de la Facultad de Artes y Letras de la Universidad de La Habana
“Como en pocos profesores se reunían en él la curiosidad y los saberes de varias de las cátedras que hoy día conforman la ciencia filológica: los estudios literarios, los estudios lingüísticos y las letras clásicas. Como ningún otro profesor, quizás desde los tiempos de Juan Miguel Dihigo, fue un fundador en toda la amplitud del término”.
Miguel Barnet, Presidente de Honor de la Unión de Escritores y Artistas de Cuba
“Iconoclasta, batallador, martiano y fidelista, Roberto es una alegría sonora para la cultura de nuestro país. Universalmente sencillo como lo calificó su amigo José Lezama Lima, su poesía coloquial alcanzó en versos como Y Fernández, una altura dramática estremecedora. De hecho, su obra empezó como un suspiro elegíaco para forjar un mundo alrededor de la esperanza. Citó a Mateo en el salmo 34: «No he venido para meter paz, sino espada». Fue verdaderamente un intelectual crítico, esa especie que parecía extinguirse a mediados del siglo XX y a la que él le insufló un nuevo aliento siguiendo el ejemplo de José Martí y José Carlos Mariátegui.”
Pedro Pablo Rodríguez, investigador Centro de Estudios Martianos
“Basta por ahora considerar que Roberto entregó siempre una mirada integral e integradora sobre el Maestro: el hombre en sus vicisitudes y alegrías; el escritor pleno, novedoso y total de poemas, relatos, periodismo diverso, cartas, ensayos, piezas teatrales, traducciones; el pensador original, de síntesis universal; el eticista íntegro que entregaba amor y nunca odios:”
Fernando Rojas, viceministro de Cultura
“Junto a Haydee Santamaría, Roberto Fernández Retamar es el artífice de un legado y de un presente que siembran futuro. Lo seguimos como poeta y pensador, y también como promotor incansable y líder intelectual.
“La institucionalidad de la cultura cubana, los artistas y escritores y los trabajadores de la cultura, especialmente los del Ministerio, impensable sin la Casa, sentimos la pérdida irreparable para comprometernos con que las realizaciones de varias décadas encuentren nuevas rutas y superen enormes desafíos.
“Entonces, Roberto tiene mucho que hacer todavía.
“Nos deja para acompañarnos en su rigor intelectual, en su fidelidad a la causa, en su amplitud de miras, en su poesía, que son todas, en síntesis, su grandeza”.
Nancy Morejón, poeta
LA CLARIDAD
A la manera de un poeta romántico…
Para Roberto Fernández Retamar
Cántame, pájaro que vuelas
sobre el espacio austral
que desconozco. Húndete
en mi sed de persona
y pósate en los dedos que conforman mi mano.
Iremos a la floresta,
después que la lluvia
haya posado su cansancio
en la tarde. Después
que el sol haya alzado
su cabeza dorada
a través de las sonantes
hojas verdes.
La tarde es una sola,
en Greenwood o Almendares.
La puerta blanca de mi alcoba
se entreabre ya.
rayos solos de luz
se cuelan desde allí,
alcanzando mis pies en reposo.
¡Qué humedad la que deja el chubasco
en el verano!
Este mediodía, que ya deja de ser
por el canto de un pájaro,
se esfuma con el tiempo.
Naces y mueres, claridad.
Nacemos y morimos
en esta isla de la borrasca.
Ven hacia mí,
ay, cántame, pájaro de Cuba,
en la frescura de la patria.
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