Premio Nacional de Teatro 2020


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Zenén Calero y Rubén Darío.

El teatro de figuras recibió este año el premio mayor, el reconocimiento al universo de simbologías que responde a las múltiples puestas en escena concebida por el director Rubén Darío Salazar y al diseñador Zenén Calero.   De esta forma es puesto en alto el imaginario de titiriteros, que han encontrado en el teatro para niños y jóvenes, un mundo y una concepción plástica. Por ello la convicción de otorgarle a estos dos grandes de la escena cubana, el Premio Nacional de Teatro 2020.

Estilo y concepto, siempre en función de actores, coreografía, luces y música, han hecho que cada espectáculo haya tenido en cuenta al detalle un diseño que usa como base o se nutre de las artes plásticas, el dibujo, el grabado, la escultura, incluso la artesanía para llegar a figuras o muñecos que se construyen con contenidos y como entes en movimiento con sentimientos e historias. Conjuntos elaborados entre texturas, líneas y colores, con el objetivo de llegar al pensamiento del espectador y despertar emociones.

Un premio a la creatividad, a la guía de disímiles generaciones y a la investigación teatral. Otro reconocimiento a la labor de dos figuras que han recibido cuantiosas retribuciones de la crítica y del público, por su entrega a la docencia y a las acciones promocionales a favor del mundo de los muñecos. Por la búsqueda constante de la comunicación directa con el público y por el acertado tono lleno de juego, picardía y poesía de cada pieza o diseño estrenado.  Por la imbricación en todo lo relacionado con el mundo del teatro de figuras y sus relaciones con otras artes. Porque ellos han sido un vestigio de oxigenación en un arte que se renueva en la escena, y un salto necesario hacia el crecimiento como director y diseñador dentro del panorama del teatro.

Con una apuesta constante a los títeres, al alto riesgo escénico, honrando la tradición dramática de la Isla, pero siempre a la caza de su visión poética y apoyándose en otras voces y caminos, Zenén y Rubén incorporaron elementos y referentes de la vanguardia escénica internacional, y sin perder su identidad creativa hoy constituyen paradigmas de lo que hay que hacer en el teatro de figuras.

La obra de estos creadores ha marcando pautas, y han demostrado que se puede llevar al escenario, talentos muy diversos, y todos en función de algo que no solo sea el teatro, sino en un aporte a la cultura, cuando se hace con gusto. Ellos encontraron un camino artístico multidisciplinario que bebió de la interacción con importantes figuras de las artes en Cuba, por lo que sus estéticas tornearon la creación titiritera, enriqueciendo el mundo del teatro, y su mundo de figuras.

Rescate y experimentación, dramaturgia y teatro de figuras, ha sido la sólida carrera de estos realizadores que han dedicado gran parte de su vida profesional al hacer en la compañía Las Estaciones. Por ello, se agradece que la distinción dentro del panorama teatral cubano sea para los que se han dedicado al arte de las tablas para niños y jóvenes.

Obra: La niña que riega la albahaca y el príncipe preguntón. (Espectáculo unipersonal para títeres y actor). Diseño de muñecos, vestuario, escenografía y luces: Zenén Calero.

 


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