Programa Infantil de Televisión, una definición razonable


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La televisión con sus propias dinámicas y formas de contar historias constituye el medio por excelencia para informar y entretener. Desde su aparición, se ha introducido en los hogares y ha ocupado un lugar importante en la familia. Se ha convertido en fundamento común de socialización e información cotidiana y ha trascendido las barreras históricas de cultura.

La recepción televisiva es un proceso mediado, que transciende la relación unidireccional del medio sobre los destinatarios. Así mismo, incide en la capacidad de procesamiento de la información, en lo afectivo, junto a la personalidad.

En los momentos actuales, la televisión es posible abordarla como una fuente de aprendizaje. De ahí que, ofrece una variedad de contenidos que captan la atención de forma notable en la audiencia infantil.

En un estudio realizado por el Instituto Oficial de Radio y Televisión Española, sugirió la necesidad de elaborar una guía de contenidos prioritarios para la programación infantil en televisión. Teniendo en cuenta este aspecto, se expresa como definición de programa infantil de televisión:

Aquellos que muestran una descripción positiva de comportamientos infantiles impulsando valores como la solidaridad, la igualdad, la cooperación, la no violencia y la protección del medio ambiente. Son programas sin presencia de violencia, cuya temática conflictiva está limitada a pequeños conflictos propios de la infancia resueltos positivamente. El sexo sólo está justificado con carácter educativo o pedagógico para la formación sexual dirigida a menores de 7 años (del Río Álvarez, et al., 2005, p.10).

De manera análoga, la calidad en los programas infantiles juega un papel importante en las audiencias. Existen diferentes criterios en cuanto a la valoración de la calidad en términos de programa infantil. Algunos satisfacen en pocos parámetros de calidad y sin embargo sus resultados son satisfactorios. Como reconoce Mikos (2009) “La calidad, por ende, no sólo depende del estilo de producción de un programa, sino también de su utilidad para los niños” (p.19)

Al mismo tiempo, el consenso general ha determinado que la calidad en disímiles ámbitos, también depende de las necesidades que reclaman las audiencias. La calidad igualmente, puede definirse por la función que cumple el programa. Las productoras de televisión pueden no coincidir en los criterios de calidad de sus consumidores (Mikos, 2009)

De igual modo, el concepto de televisión de calidad es presentado más allá de una evaluación normativa o de lo que conocemos como televisión educativa desde la tradicional perspectiva de los adultos. Entre tanto, el concepto de televisión de calidad, reformula la de definición de programa infantil en el caso que nos ocupa.

Académicos coinciden en que televisión de calidad es una forma de hacer televisión, en que se desarrollan los temas propios de los niños, con una fórmula de narración apropiada para ellos. De esto se desprende un segundo acuerdo universal que apunta a que la calidad no es una sola, y lo más conveniente es hablar de los diferentes aspectos de calidad (Mikos, 2009).

No existe un concepto unificado, en cuanto a una definición sobre programa infantil de televisión. Los criterios se subordinan a las regulaciones que emiten las instituciones gubernamentales, en relación a la programación infantil.

Conviene subrayar que son mínimos los estudios dedicados a esta categoría en particular por los teóricos de la comunicación, en cambio, en las directrices que rigen el Sistema Nacional de Educación (SNE), se ha considerado evaluar el tema con profundidad.

 En el ámbito del proceso enseñanza-aprendizaje, existen diferentes razonamientos entre los más aceptados por la comunidad científica se encuentran los siguientes:

♦ Función informativa: permiten el estudio de la realidad a la que se hace referencia, pues la describen objetivamente.

♦ Función motivadora: suscitan emociones y afectos, que estimulan el estudio y la búsqueda de nuevos conocimientos, por lo que influyen en la voluntad de los destinatarios, mediante la emotividad.

♦ Función lúdica: promueven el “goce” del aprendizaje, mediante el juego, fundamentalmente en los primeros grados.

♦ Función investigativa: contribuyen a incentivar la necesidad de encontrar nuevas alternativas para la búsqueda del conocimiento científico.

♦ Función evaluativa: posibilitan su utilización para el control de los aprendizajes logrados por los escolares durante el proceso docente-educativo. Esta función no se reduce a un momento, sino que se concreta en el decurso del proceso. (Guanche Martínez, 2005, p.6-7)   

Es indiscutible el uso y aprovechamiento educativo que ha tenido o puede tener la televisión en la producción de programas infantiles. Para entender esta utilización mediática se pueden tener en cuenta, la finalidad y calidad de los contenidos. De igual modo el perfil temático de los programas, la eficacia de los recursos expresivos del medio o las propias narrativas de la audiencia como son, los hábitos y formas de consumo social y cultural.

Así, por ejemplo, los programas más exitosos orientados a la enseñanza del inglés para niños, combinan los modelos pedagógicos con entretenimiento, a la vez que transmiten valores. Tal es el caso de Dora, la Exploradora, considerado un clásico de la televisión infantil. A juicio de Enríquez O´Farrill (2006)

Para potenciar el tipo de aprendizaje desarrollador caracterizado por Castellanos y otros autores significa que los contenidos se deben presentar en situaciones comunicativas que reflejen el uso auténtico de la lengua en los niños. Es precisamente la combinación de imagen y sonido esencialmente imagen en movimiento que caracteriza a la televisión, la que la convierte en un medio muy poderoso para aprender el uso natural y auténtico del idioma (p.8).

Los programas infantiles, sobre todo, los orientados a la enseñanza del idioma inglés, deben estructurarse para favorecer la comunicación en el empleo de los contenidos pedagógicos, así como su identificación con las narrativas de la audiencia en su contexto. Sin olvidar que la práctica creadora de los recursos expresivos del medio, a través, de una puesta en escena atractiva, configuran el espacio simbólico donde se articulan los saberes transmitidos de forma entretenida y placentera.


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