La frase emblemática de la mulatísima, resonó en la Radio Progreso cual indispensable acorde. En esa casa azul de música y programación dramática a la que consideró propia, el personaje de Estelvina, de “Alegrías de sobremesa” inmortalizó a Aurora Basnuevo: la popular actriz y cantante, que hoy dijo adiós.
Galardonada con los Premios Nacionales de Radio, Televisión y de humor, Aurora Basnuevo fue símbolo de alegría y rigor ante una profesión a la que amó y entregó todas sus fuerzas, aun cuando condiciones personales no fuesen las más halagüeñas, no obstante nunca le faltó esa sonrisa para compartir y menos una palabra de aliento a los más jóvenes para proseguir.
Pudo ser maestra, según los designios de la familia, pero en una ocasión confesó que escondida de su madre se presentó en la CMQ y con un vestido, incluso prestado, ganó el primer premio, convirtiéndose en Estrella Naciente. Así comenzó una historia signada por reconocimientos lauros nacidos de esa capacidad de ser siempre auténtica.
Conoció el teatro interpretando una obra del Maestro Héctor Quintero, “Habitación 406”, supo de la grandeza de actuar en el Teatro Martí junto a figuras de la talla de Candita Quintana, Alicia Rico, Carlos Pons, Enrique Arredondo. Luego su rostro llegó a la televisión, entonces el espacio Aventuras, la conoció en “Los mambises” y “Tierra o sangre, entre otras; hasta que el programa costumbrista “San Nicolás del Peladero”, en su condición de la mulata le permitió actuar, cantar, bailar, junto al hombre de su vida, Mario Limonta, alias, el “Sargento Arencibia”.
Recuerdos y unos tras otros se suceden hasta que todo el espacio posible lo ocupa la Estelvina de “Alegrías de sobremesa” y aun cuando su voz era reconocida en espacios dramáticos de Radio Progreso, haber asumido este rol humorístico le abrió todas las puertas posibles. Estelvina se convirtió en la cubana vivaracha, “de a pie” que llegó hasta Angola regalando esa fuerza y felicidad que desbordaba.
En una oportunidad nos comentó que por momentos se sintió en deuda con el cine, sin embargo a él accedió en 1965 en “El encuentro” propuesta de Manuel Octavio Gómez, y aun los años dos mil la recuerdan en filmes como “Adela” y “Habana Blues”, sin obviar coproducciones como “Robinson Crusoe” (Francia) o “Encantado” (Italia).
Una carrera sin interrupciones, sin miedos a lo que muchos nombran “encasillamiento” fue la de Aurora para quien cada propuesta fue un reto más de vida. La Basnuevo, incluso, pudo interpretar, incluso, repertorio infantil sin abandonar el resto de los ya conocidos, porque Aurora o la “mulatísima” es una de las exponentes imprescindibles de la cultura nacional y muestra de lo que sentimos como cubanos. Y dicho así, siempre en presente, porque se queda habitando un pequeño espacio de cada uno de nosotros que le agradecemos hoy más que nunca: “Qué vida más sana, y qué aire más puro”…legó.
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