Este domingo 12 de noviembre, el Centro de Informática en la Cultura, Cubarte, cumple 30 años de fundado; tiempo en el que ha tenido la relevante misión de propiciar la utilización de las tecnologías de la informática y las comunicaciones a favor de la creación, la enseñanza artística, la conservación del patrimonio cultural, la promoción de la cultura y el arte cubanos y los procesos de producción y comercialización de bienes culturales.
Como organización rectora de la informática en la Cultura cubana ha desarrollado la informatización en el sector cultural, mediante la progresiva consolidación y ampliación de la red Cubarte, con crecientes ofertas informativas y de servicios dirigidos al potencial humano de la cultura, la población en general y los interesados en el quehacer cultural cubano.
Cubarte comprende las áreas de Infocubarte, que contempla el Portal Cubarte que promueve lo más importante de la cultura cubana, tanto en el territorio nacional como en el extranjero, y también edita boletines noticiosos de diversos temas de la actualidad.
Otras de las áreas son la Webcubarte que brinda servicios de hospedaje de sitios web, diseño y programación, y soporte publicitario, y la Redcubarte que atiende los registros de dominio, conectividad, mensajería instantánea, y servicios técnicos.
Para rememorar un poco la historia de este centro, el Portal Cubarte conversa con Rafael de la Osa Díaz (La Habana, 1961), quien fue fundador de esta institución en 1993, y en la que luego se desempeñó como director entre los años 2007 y 2016.
Osa Díaz es licenciado en Matemática Aplicada en la especialidad de Aseguramiento Matemático a Máquinas Computadoras Electrónicas en la Universidad Estatal de Bakú, Azerbaiyán, y Máster en Física y Matemática.
Siempre vinculado al universo digital, Rafaelito, como lo conocen todos, también funda en 2001 la Agencia de Comercio Electrónico SOYCUBANO de la empresa ARTEX S.A., primera de su tipo en el país, creada para potenciar la comercialización de bienes y servicios de la cultura cubana a través de Internet.
En el 2007 fue promovido a vicepresidente de esa industria cultural para atender el área de Marketing y Desarrollo; allí se mantuvo hasta 2007 en que regresa a Cubarte como director.
Es autor del volumen Mitos y relidades de las tecnologías de la información, publicado por la editorial Academia en el año 2015, y ha publicado diversos artículos sobre la informática en la cultura, la multimedia, Internet, la comercialización de productos y servicios por vía digital y otros temas afines, en revistas especializadas y sitios Web.
Rafaelito accedió con mucho interés a compartir con los lectores de su Cubarte sus experiencias y remembranzas.
¿Por cuál camino llega usted a la actividad informática en el Ministerio de Cultura?
A finales de 1990 trabajaba yo en el Departamento de Sistemas del Comité Estatal de Estadísticas y con el impulso que venía tomando la informática a nivel de PC, matriculé un curso de programación en C, muy apropiado para el desarrollo de aplicaciones tanto a bajo nivel como a nivel de usuario.
En ese curso coincidí con colegas de otros organismos y empresas incluyendo el Ministerio de Cultura. Fue precisamente un especialista de este ministerio quien al conocer que yo andaba buscando «nuevos horizontes profesionales» me propuso me sumara al equipo de ellos.
En ese momento el Comité Estatal de Estadísticas era uno de los tres grandes organismos de la administración central del Estado con grandes inversiones en equipos de cómputo. Solamente el Centro de Cálculo Nacional contaba con tres mainframes, que son grandes computadoras y tenía centros de cálculos en otras provincias también con equipos similares o minicomputadoras del tipo CID 300.
Se acababa de adquirir un importante número de PC tipo Olivetti y se había desarrollado la segunda versión del Sistema MICROSET que permitía el registro de los modelos estadísticos en la base y su posterior concentración en los centros de cálculo provinciales y nacionales para su consolidación a nivel del país.
Toda la trasmisión de información se hacía por módems y contábamos además con un sistema de utilización de monitores a distancia para el acceso al centro de cálculo nacional. Para la época era un desarrollo tecnológico importante sobre todo en comparación con el resto de la Isla.
En esa época trabajábamos en la posible instrumentación de un Registro Automatizado de Población y se hacía pruebas piloto en diferentes municipios del país y para mí lo más importante es que había tenido la oportunidad de participar directamente en esos desarrollos, no obstante, sentía cierto estancamiento y ya comenzaban a sentirse los efectos del desmoronamiento del campo socialista, así que un poco de forma no totalmente consciente andaba yo buscando algo nuevo hacia dónde dirigir mis pasos en lo profesional.
¿Cuál era en esa época la situación del Ministerio de Cultura en este campo?
Totalmente a la inversa. No había una dirección de informática que se ocupara del desarrollo de la actividad, ni existía una estrategia a nivel de país para el sector. El uso de la informática en las instituciones era incipiente o nulo y el ministerio contaba solamente con un pequeño centro de cálculo para el procesamiento de información económica, estadística, las nóminas y algunos otros procesos similares.
Por muy descabellado que parezca decidí comenzar a trabajar en el sector de la cultura.
¿Qué lo motivó?
No sé si fue el reto de empezar una cosa casi desde cero o mis inclinaciones hacia las artes, especialmente la música de la que había realizado estudios elementales, pero lo sentí como algo positivo para mí. Y así fue, mi vida cambió para siempre de una manera radical y si miro atrás, creo que para bien, en lo que a mí respecta.
Cuéntenos de sus inicios en el Ministerio de Cultura ...
Me incorporé en febrero de 1991 a la Dirección de Organización y Sistemas del Ministerio de Cultura embrión de lo que más tarde sería CUBARTE, que tenía a su cargo, entre otras tareas, la formulación de funciones y estructura de todas las entidades pertenecientes al sistema en el país.
A finales de los años 80 y principios de los 90, esta dirección acometió una importante restructuración del sector de la cultura de la cual surgieron los hoy existentes Institutos y Consejos dedicados a las principales líneas de desarrollo de la actividad cultural: Música, Cine, Libro, Artes Plásticas, Artes Escénicas, Patrimonio, Cultura Comunitaria y Enseñanza Artística, descargando al Ministerio de estas funciones para centrarse en temas más globales.
Inicialmente esta dirección era solo la Dirección de Organización, pero, gracias a la visión de su directora Digna Cardoso, se agregó la palabra «Sistemas» previendo incorporar las funciones asociadas a la Computación y la Automatización que ya por entonces venían tomando fuerza a nivel nacional como actividad metodológica de los Organismos de la Administración Central del Estado.
En esta etapa, principios de los 90, el desarrollo de la informática era muy incipiente; este organismo contaba con un pequeño centro de cálculo con una minicomputadora CID 300, dedicado fundamentalmente a algunos procesos económicos y estadísticos incluyendo nóminas, inventarios y otros temas relacionados.
En la Dirección de Organización y Sistemas atendían la actividad solo tres especialistas, entre ellos Orestes Oviedo, que se mantuvo allí hasta su fallecimiento hace poco tiempo. Ellos comenzaban a analizar las necesidades de procesamiento de información y automatización de algunas direcciones y centros del sector buscando crear algunos sistemas para ellos a partir de la utilización de microcomputadoras.
Pero en muy pocos meses Digna Cardoso pasó de valorar los Sistemas como parte de la Dirección de Organización a crear un centro que se dedicara a todo lo relacionado con la informática dentro del sector de la cultura y así surgió el Centro de Información y Sistemas aplicados a la Cultura (CEISIC), y Digna asumió su dirección.
Además de los especialistas ya mencionados y yo mismo, pasaron al nuevo centro Fernando Blanco e Idelsis Gallardo quienes jugarían importantes roles en el futuro.
¿Cuáles fueron las primeras tareas que desarrolló el CEISIC?
Entre las primeras tareas vinculadas con la informática estuvo realizar un inventario general del equipamiento disponible a nivel nacional, el uso que se le daba y las necesidades o posibles proyectos para su utilización.
¿Cuál fue su participación en esta abarcadora labor?
A mí me tocó atender todo lo relacionado con el Instituto Cubano del Libro y el Consejo Nacional de la Artes Plásticas, donde si bien en el primero ya había comenzado la incorporación de las microcomputadoras a los procesos de edición, en el segundo no existía ni la más remota idea de su utilización fuera del área contable.
Quizás esa misma situación fue la que nos motivó a pensar en algo que tuviera que ver con el amplio bagaje e historia de las artes plásticas cubanas. Ya Fernando Blanco venía pensando en la idea de elaborar productos informáticos que se pudieran vender bajo una marca comercial, sobre todo de cara al turismo, y así surgió la marca ArtSoft y sus primeros productos fueron juegos de colecciones de obras del Museo Nacional de Bellas Artes, de maestros como Wifredo Lam, Joaquín Sorolla, entre otros, cuyo soporte fueron floppy disk de 5 ¼, muy de moda por aquella época. A la vez, se fueron incorporando otros especialistas a la plantilla del CEISIC incluyendo el tema redes.
En su opinión ¿cuáles fueron los proyectos más significativos del CEISIC de aquella etapa?
Hubo dos proyectos que a mi modo de ver marcaron el desarrollo y la proyección del CEISIC tanto nacional como internacionalmente, y que en lo personal significaron mucho para mí como profesional además de la experiencia y estímulo que me aportaron.
Habitualmente en el mes de febrero se celebraba cada año en Cuba la Convención Informática donde confluían un grupo de congresos y talleres, y una feria que mostraba los avances informáticos del país; este evento había cobrado importancia y su participación internacional iba creciendo cada año.
En 1992 el CEISIC participa en esta Convención y organiza el Primer Taller Internacional de Informática en la Cultura y además montó un pequeño stand en la feria con la presencia de varias instituciones culturales con interesantes proyectos de utilización de la computación, como el Laboratorio de Música Electroacústica bajo la dirección del maestro Juan Blanco.
La participación y entusiasmo de Fernando Blanco y su equipo en esto tuvo vital importancia en el alcance que todo tuvo, incluso contó con la presencia de un vicepresidente de la UNESCO y de los encuentros de Digna con este surge el proyecto de crear un laboratorio multimedia para la creación de productos multimediales, muy de moda por esa época, y evidentemente muy vinculados a las manifestaciones culturales.
Esta sería una de mis principales tareas en lo adelante. Había que organizar estos procesos, conseguir el equipamiento y software necesarios, contratar personal con conocimientos en estos temas y capacidad para llevar adelante los proyectos.
¿Cómo lo hizo? ¿Con cuáles referentes?
Bueno, cuando comencé a informarme sobre el tema me di cuenta que todo era bastante novedoso, había poca documentación disponible, sobre todo sobre cómo organizar estas pequeñas producciones, pero en el país había varios grupos de programadores incursionando en el tema, sobre todo en su vinculación a la educación, aunque dichos grupos no tenían contacto entre sí, no compartían sus experiencias y más bien competían en tener mejores resultados.
Entonces logré organizar un encuentro con todos los grupos con alguna práctica en cuanto a multimedias y los resultados fueron muy positivos para todos. Pudimos valorar la experiencia de cada uno (pros y contra), detectar problemas comunes y tomar algunos acuerdos sobre como conseguir las herramientas necesarias para continuar avanzando.
Mientras comenzábamos a hacer los primeros pininos en el desarrollo de productos multimedia comencé a escribir lo que hacíamos, como proponíamos hacerlo y cómo lo hacíamos. Otra vez las artes plásticas fueron el punto de partida y trabajamos en un proyecto sobre la vida y la obra del conocido pintor cubano Wifredo Lam, que dirigió un realizador de cine y televisión que había trabajado previamente en la elaboración de un documental sobre Lam.
Después de haber trabajado en la dirección de varios proyectos elaboré una especia de guía sobre cómo asumir la realización de un proyecto multimedia tanto desde el punto de vista técnico, o sea programación, diseño, audio, video, interacción, como en el orden creativo y organizativo, incluso aplicando algunas técnicas de la Gestión de Proyectos Informáticos.
¿Pudiera poner ejemplos de los proyectos más complejos que desarrollaron?
Uno de ellos fue la multimedia sobre la vida y obra de Félix Varela, que fue asumida por el reconocido director de cine Jorge Luis Sánchez, y la música fue compuesta por el laureado músico Edesio Alejandro.
Aún recuerdo la cara de Edesio cuando le pedí que compusiera un tema musical que durara dos minutos y que el final empatara con el principio a modo de carrusel. Para todos fue algo muy novedoso que requirió un cambio de mentalidad en cuanto a cómo utilizar la informática aplicada un proceso de creación artístico.
Esta experiencia me permitió después publicar artículos, dar charlas y conferencias sobre el tema, un poco a modo de «conejillos de India» en la producción multimedia en Cuba.
Esto que empezó como un laboratorio fue apoyado por la UNESCO…
Y con el paso del tiempo se convertiría en…
La Editorial Ediciones Cubarte con decenas de títulos que se comercializaron en todo el país.
Continuará...
Deje un comentario