Fácil sería imaginar que fue en la Alameda de Paula donde surgieron los versos de El negro mar, en los que, allá por los años cuarenta del pasado siglo, Nicolás Guillén apresó metafóricamente el ambiente nocturno que reinaba en el puerto habanero y puso a desembocar un son en la Bahía.
Así lo sugiere la estatua que reproduce la ensoñadora figura del poeta acodado en la baranda del más antiguo paseo marítimo de La Habana, con la mirada perdida en las salitrosas aguas, ajeno a los que cruzan por su lado, mientras que, ¿quién lo sabe?, espera a su melancólica Rosa.
Tal es la belleza y expresividad que logra allí la escultura realizada por Enrique Angulo (Sancti Spíritus, 1947), la cual fuera oficialmente inaugurada en fecha reciente, a propósito de haberse cumplido el pasado 16 de julio treinta años de la desaparición física de quien, por la esencial cubanía de su obra, ha sido reconocido como nuestro Poeta Nacional.
Enrique Angulo (Sancti Spíritus, 1947) escultor de la estatua de Guillén en La Almeda de Paula
“A esta escultura llegué a través de un encargo de la Fundación Nicolás Guillén. Estuve trabajando en ella unos tres o cuatro meses; sin contar el tiempo que llevó la fundición”, explicó al Blog de Cubarte el artista, autor entre otras obras del complejo escultórico ubicado en la guantanamera Plaza Mariana Grajales y de la tarja que recuerda la declaración del carácter socialista de la Revolución Cubana, en la céntrica esquina de las calles 23 y 12.
¿Qué tuvo en cuenta para hacer esta escultura?
“La poesía de Nicolás Guillén. Además, tengo la gran suerte de vivir a una cuadra de donde él residía y me he relacionado con su familia. Pero, sobre todo, su poesía fue lo que me inspiró; la figura de él que todo el mundo en Cuba la conoce.
Nicolasito, su nieto que preside la Fundación, es amigo mío desde la infancia y me facilitó varias fotos. A partir de ellas concebí esta escultura”.
¿Por qué lo cautivó en particular esta expresión que ofrece la estatua?
“Él está mirando extasiado a la Bahía de La Habana porque acostumbraba a venir a la Alameda de Paula a relajarse, a disfrutar de este paisaje. Es una expresión de reflexión, de introspección. Está disfrutando de un momento de solaz, de descanso”.
Hace algunos años, Ud. se inspiró en el poema de Guillén Balada de los dos abuelos para hacer otra obra…
“Es una escultura de salón que, por cierto, ha obtenido dos premios. Uno, en una trienal en Hungría, hace mucho tiempo; y otro de la Popularidad, en una muestra nacional que hicieron en EXPOCUBA, allá por los años 80”.
¿Cómo fue que surgió esa obra?
“A mí siempre me ha interesado la textura de las paredes de la ciudad de La Habana. En realidad, es una lástima que estén así, pero para un artista pueden ser muy inspiradoras.
En mi caso, he trabajo mucho la figura de personas ancianas; entonces era un contrapunteo entre la erosión que provoca el paso del tiempo en los seres humanos y también en las cosas. Es un envejecimiento, pero a la vez un enriquecimiento que entrelaza a ambos y le da, en este caso un carácter cultural, espiritual.
Pensaba en eso y después, leyendo el poema Balada de los dos abuelos de Nicolás Guillén, que es parte de la cultura nuestra, me vino la inspiración. No es un problema racial, es un problema de la cultura: África y España. Están los abuelos negros, los abuelos blancos; se van descomponiendo y se funden en una hoja que es nuestra cultura. La obra es una loa a la cultura cubana”.
¿En qué proyecto trabaja actualmente?
“Estoy preparando una exposición personal. Casualmente estoy trabajando una escultura que tiene mucho que ver con La Habana. En dependencia de lo que decida la galería del Fondo Cubano de Bienes Culturales que la acogerá, podrá verse para el aniversario 500 de la ciudad”.
¿Cómo artista, qué representa para Ud. la obra de Nicolás Guillén?
“Para mí es una maravilla la obra de Nicolás Guillén. No solamente porque es una poesía tan antillana; sino porque es de una riqueza tremenda, en todos los sentidos: intelectual, espiritual y es un gran reflejo de la cubanía
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