“Ahora, a pocos días del estreno, Teatro de la luna ensaya en su sede Mar nuestro”. Foto: Pablo Massip.
Quiso siempre Raúl Martín, director de Teatro de la Luna, completar una trilogía con obras cuyos textos fueran de Alberto Pedro. En este año ha cumplido ese deseo, y por partida doble.
“La tragicomedia era el género por excelencia de Alberto Pedro, porque siempre empleó el humor para sacar de lo más profundo nuestras esencias”.
Hace tiempo disfrutamos de Delirio habanero y El banquete infinito. Recientemente, en República Dominicana —donde lidera Teatro del Duende— presentó al público Esperando a Odiseo. En octubre se unirán las dos compañías en el Festival Internacional de Teatro de República Dominicana.
Ahora, a pocos días del estreno, ensaya en su sede Mar nuestro. Irrumpo en una de las sesiones, soy testigo además del trabajo de la costurera María Gutiérrez y mientras colocan la soga que necesitan tener las actrices para desarrollar la puesta, converso con el incansable Raúl Martín y con su elenco.
¿Qué esperas del público con Mar nuestro?
Que se emocione. La emoción es protagonista en las tres obras que he presentado con Teatro de La Luna en Cuba. En los ensayos ha sucedido. Cuando la verdad emerge, hay emoción en todas las aristas. La tragicomedia era el género por excelencia de Alberto Pedro, porque siempre empleó el humor para sacar de lo más profundo nuestras esencias.
Alberto Pedro nos lleva en esta obra, como es habitual en su trabajo, por los caminos de la filosofía. Lograba como pocos autores hacer poesía con el lenguaje cotidiano, con la gente de pueblo. Era aguzado observador de los personajes de la realidad, de la sociedad, de todo. Y propone temas que aún hoy permanecen vigentes: el racismo, la emigración, la soledad, las frustraciones, los sueños… La obra tiene una carga social muy fuerte. De temas profundos se habla de manera desenfadada. Es una obra hermosa, con un texto fabuloso y sentido, una obra muy completa.
¿Qué te ha dejado, hasta el momento, Mar nuestro?
Me ha dejado la satisfacción de trabajar con excelentes actrices. Yaité Ruiz y Minerva Romero, veteranas en mi compañía. Las demás, muy bien recomendadas y feliz me siento por haberlas conocido y haberlas sumado, Doreen Granados y Osmara López. Soy amante de lo femenino en escena y con esta obra me siento a gusto.
Ha sido un periodo intenso porque hemos tenido que ensayar dos veces al día en las pocas jornadas antes del estreno. Les agradezco todo el esfuerzo, y al equipo de trabajo que me acompaña también.
Me ha gustado verlas crecer. La historia es, aparentemente, simple. Tres mujeres en una balsa a las que se les aparece la Virgen de la Caridad en altamar. Alberto Pedro humaniza a la virgen, con una versión mundana, sabrosa. Y las actrices se confiesan en la escena. En todas las obras de Alberto Pedro se encuentra ese denominador común: los actores se confiesan, exorcizan sus penas y conflictos.
Otro reto para mí ha sido asumir, por primera vez, la modalidad del teatro arena. Nunca he trabajo con el formato circular. El público es el mar, y el escenario es el bote. Me ha gustado el desafío.
Entre puntadas, toma de medidas y cortes, converso con las actrices…
Doreen Granados es Oshún. “Ha sido mágico que llegara a mí. Desde 2020 no trabajaba en teatro. La pandemia nos afectó, estaba alejada de la actuación, pero esta obra y este personaje me han bendecido. Tuve la oportunidad de hacer esta obra, recién graduada, en el personaje de Fe, y ahora en el rol de la Virgen; me siento feliz. El personaje ha demandado más de mí, en fijarme más en la sociedad que me rodea, en nuestras ganas de hacer… Voy caminando, pensando que todos son mis hijos, escuchando los conflictos de cada cual, porque la Virgen escucha y defiende, añora la tranquilidad para su pueblo. Es la puerta que abro desde el arte para expresarme yo también, sin trabas. Lo agradezco mucho. Todo ha sido mágico. El texto es tan rico, dice tan bien todo, que apenas le he agregado algo”.
Yaité Ruiz es Fe. “Es una obra que, increíblemente, parece que fue escrita ayer. Es dura, es fuerte, es realista. Hay mucho desplazamiento de personas en el mundo, hay mucho éxodo de nuestro país. Estas tres mujeres están varadas en el mar y necesitan ser comprendidas. Hay mucha filosofía en torno a la cubanía, a nuestra identidad… Ellas sufren ese desequilibrio. El mar es una metáfora. No sé por qué yo soy Fe. Claro, existe una pauta trazada por el autor porque la obra alude a los tres juanes, y se exige un color de la piel específico para cada personaje. Fe debe ser mulata, en teoría, y yo soy mestiza. Así que asumo el personaje.
“Lo más difícil para mí ha sido el no poder tener el tiempo necesario para investigar con profundidad. Siempre me ha interesado estudiar mucho y me hubiera gustado como actriz hacer esa investigación. He debido llevarlo todo a la par, y eso siempre es intenso”.
Minerva Romero es Esperanza. “Trae esta obra el tema de la emigración, tema muy actual. Ha sido fuerte para mí caer en la desesperanza para poder entender lo que era la esperanza”.
Osmara López es Caridad: “Tuve la suerte de haber sido Caridad cuando estaba en la escuela. Yo la hice en un momento de mi vida en el que tenía muchos complejos por ser mujer negra, pero ahora asumir Caridad es diferente porque he superado aquello. Veo lo que no quiero ser, lo que nadie debe sufrir. Ha sido un gran reto regresar atrás y ver lo que yo fui y no quiero volver a ser”.
María Gutiérrez, extraordinaria mujer que reúne tanta creatividad, combina las telas para confeccionar los vestidos de colores blanco, rojo, azul y amarillo. Se esmera en concluir las piezas textiles para que todo esté listo antes del día del estreno, el próximo 25 de agosto.
La música comenzó a escucharse a todo volumen. El ensayo se retomó. Espero emocionarme, como parte del público que disfrute de la propuesta.
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