Foto: Cortesía de Teatro de la Totalidad
Teatro de la Totalidad, de Guantánamo, estuvo de temporada en La Habana con sus dos espectáculos en repertorio. Sirvió para que, felizmente, crezca la repercusión sobre el joven proyecto.
Un círculo de especialistas pudimos conocerlo en su tierra por septiembre de 2019, gracias a un encuentro con la crítica en el que resultó el gran impacto de la cita, el cual notifiqué entonces en esta columna. Luego, la pandemia cercenó el lógico ascenso que merece su trabajo, pero aun así se mantuvo en vida y los volví a mencionar en el mínimo resumen de 2022.
La persistencia de Geordany Carcasés Obana, el director, y de Fermín Francel Figueredo, el actor, nos colocó ahora en Habana Espacios Creativos frente a Pan para la fe y El orden de los factores.
Ambas puestas son obras de autor, aunque no me refiero, en estos casos, a una pieza base de un dramaturgo llevada a escena. Tanto Geo como Fermín fungen aquí como autores de la totalidad de estos textos espectaculares con vocación de estilo. El dueto es responsable del todo.
Con fuentes en el legado teatral del siglo XX, en particular del llamado camino de los renovadores, más de una centuria asoma mediante el estado de gracia del cuerpo-mente del histrión Fermín Francel. Dúctil desde el don y el entrenamiento, el actor crea, de manera natural y verosímil, todas las situaciones desde el ámbito mismo de la actuación. Y con el polaco Ryszard Cielak detrás, resulta una potente mezcla de Vicente Revuelta con Dagoberto Gaínza. Un actor que no necesita nada. Presencia, palabra y acción. Todo lo crea como un acto de magia: un objeto, un perro, un auto, un personaje, un lugar.
Geo lo acompaña desde un creativo set de música y sonido, guitarra y percusión en justo acoplamiento. Escena de la teatralidad, no de la imitación. El Hombre que discurre entre narraciones callejeras salpicadas de filosofía popular. Historias mezcladas, pasajes, vericuetos, yuxtaposiciones (quizá demasiadas en El orden de los factores).
Entre las referencias bíblicas, la fe y el camino, el ser humano en el centro, atenazado por las pequeñas decisiones que pueden cambiar el sendero de la vida. Encomiable entrega de un nuevo nombre dentro de la escena nacional: Teatro de la Totalidad.
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