Casi en forma simultánea ocurren tres hechos importantes en la vida del joven José Martí en la segunda quincena del mes de enero de 1869: la elaboración y publicación de su primer trabajo de carácter político, los sucesos del teatro Villanueva y su drama en verso titulado Abdala.
El 19 de enero de 1869 José Martí publicó un trabajo de carácter eminentemente político en El Diablo Cojuelo periódico creado por su amigo el joven habanero Fermín Valdés Domínguez. Salió sólo una vez esta publicación.
Valdés Domínguez tuvo la idea de editarlo aprovechando la denominada libertad de imprenta establecida por el decreto del 9 de enero de 1869 del nuevo Capitán General español en Cuba.
En este primer y único número del periódico El Diablo Cojuelo, Martí publicó también se publicaron otros artículos del doctor Joaquín Núñez de Castro, de Antonio Carrillo y O´Farril y del propio Fermín Valdés Domínguez.
En la parte inicial de su trabajo Martí se refirió a lo que significaba escribir para los demás. Expuso: “Nunca supe yo lo que era público, ni lo que era escribir para él, más a fe de diablo honrado, aseguro que ahora como antes, nunca tuve tampoco miedo de hacerlo”.
Además enjuició el contenido del documento del entonces Capitán General de Cuba en el que se patentizaban supuestas libertades y señaló al respecto: “Esta dichosa libertad de imprenta, que por lo esperada y negada y ahora concedida, llueve sobre mojado, permite que hable usted por los codos de cuanto se le antoje, menos de lo que pica; pero también permite que vaya usted al Juzgado o a la Fiscalía, y de la Fiscalía o el Juzgado lo zambullan a usted en el Morro, por lo que dijo o quiso decir.”
Y añadió Martí: “Más, volviendo a la cuestión de libertad de imprenta, debo recordar que no es tan amplia que permita decir cuanto se quiere, ni publicar cuanto se oye.”
En forma irónica se refirió a cuestiones relacionadas con la situación imperante en Cuba. En uno de los diálogos publicados señaló:
“- ¿Señor Castañón?
“- ¿Qué hay?
“-Aquí lo busca a usted la señorita Cuba, que viene a reclamar su voz, que según dice, ha tomado usted sin su licencia.
“-¡Ay, cierra, cierra, amigo! Di que me he mudado de casa; que me he ido al infierno, que… que qué sé yo… en fin… mira… como te atosigue mucho, le dices, de mi parte, que pienso mudar de voz, ¿eh? Pero pronto, ¡pronto!
“No sabemos a estas horas si la señorita Cuba entró o no entró a tiempo avisaremos este fausto acontecimiento.
También fustigó la actitud y labor de los Capitanes generales de Cuba.
Igualmente criticó a algunas de las publicaciones establecidas en La Habana, entre ellas el Diario de la Marina, acerca del que expuso: “El Diario de la Marina tiene desgracia. Lo que él aconseja por bueno, es justamente lo que todos tenemos por más malo. Y esto lo prueba “El Fosforito”. Lo que él vitupera por malo, es justamente lo que tenemos por bueno. Y esto lo pruebo yo. Quería censor; no hay censor. Dijo que la libertad de imprenta traía muchos males.
“Para él sí, para los demás no; porque gana el que escribe, puesto que puede escribir; gana el que imprime, puesto que no hay censura que le arrebate el trabajo, y gana el que lee, porque se nutre de las cosas buenas, y aprende a despreciar las malas. ¡Pobre Diablo!”.
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