Entre el público lector de la literatura de ciencia ficción producida en Cuba, Eric Flores Taylor es uno de los autores más conocidos. Nacido en 1982 y graduado del Centro de Formación Literaria Onelio Jorge Cardoso, cuenta en su haber con varios relatos y antologías de cuentos, muchos de los cuales han resultado premiados. En esta ocasión llega a nuestros dispositivos, de la mano de la editorial Cubaliteraria, su novela breve titulada Oculto.

Sirviéndose de espacios ya socorridos en su obra, Flores enmarca su relato en un sistema de planetoides gobernado desde una estación espacial, en una época en que los humanos fueron clonados y moldeados para desempeñar funciones bien determinadas, y su especie no es más que una reminiscencia, un recuerdo borroso en la mente de los clones de primera generación, destinados a desaparecer. Los orbitales, unos seres sin rostro que dirigen desde la estación espacial, han creado una computadora equipada con una inteligencia artificial poderosísima, capaz de asistir a los clones administrativos de un planetoide minero-reproductor y, a su vez, proponer modelos de entrenamiento avanzados para las dotaciones. Sin embargo, la IA comienza a traspasar los límites de su programación subrepticiamente.

Al ser creados y programados en tanques reproductores, los clones reciben un adiestramiento que excluye las emociones y se ciñe únicamente a la eficiencia en el trabajo y a jerarquías bien definidas: mineros, clones biólogos, médicos, soldados y administrativos. Si ocurre alguna negligencia en la extracción del mineral o se detectan comportamientos anómalos en determinados clones, se procede a «descontinuarlos».

El conflicto que dispara la acción se desata en una base de excavaciones del planeta, donde los clones mineros extraen el mineral necesario para mantener en funcionamiento la instalación principal, ubicada a una distancia prudencial de la mina. En dicha instalación se halla la IA. Dos clones de la dotación de la mina, el biólogo y la doctora, deciden llevar a cabo un experimento. A partir del acto de reproducción observado en animales del planeta, el primero le propone a su compañera intentar lo mismo entre clones. Oculto sería el nombre del proyecto y del fruto del mismo.

Finalmente nace la criatura. Los clones hacen lo posible por adiestrarle, pero no cumple las órdenes y parece experimentar sensaciones ajenas a los otros. Transcurren varios años hasta que, durante una inspección, Oculto asesina —descontinúa— al encargado de supervisar, cuando este se percata de las diferencias con el resto de los obreros y ordena su descontinuación atribuyéndolas a un fallo de los tanques. Es aquí cuando se descubre la existencia del engendro desde la instalación principal.

Paralelamente, algunos flashbacks enfocan la narración en la base desde la que se dirige el planetoide. El clon encargado de la administración intenta mantener a raya a la computadora central y se enfrasca en interminables confrontaciones con ella, en las que trata de convencerse a sí mismo de la superioridad de los clones, mientras busca defectos a cada informe que la IA genera. A su vez, la máquina lleva a cabo un silencioso proceso de machine learning, con el fin de retroalimentarse de los datos que el clon introduce para amañar sus reportes, y así replica modificando los mensajes que los orbitales le envían, organiza su propio sistema de adiestramiento de clones en un lugar apartado, se hace con el control del planeta y, por último, ordena la descontinuación del administrativo. De este modo, tras el abandono del satélite por los orbitales, luego de finalizar una larguísima campaña contra un planetoide rebelde, todo queda bajo la égida de «el que ordena» —así comienza la máquina a denominarse a sí misma— y la principal tarea de los clones será extraer el mineral necesario para mantener el núcleo en funcionamiento, nada más. Todo experimento o propósito que se desvíe de ese fin es neutralizado.

En ese escenario es que los científicos llevan a cabo el experimento. Años después ocurrirá la descontinuación a manos de Oculto, un hecho que revela a la IA la existencia de lo que empezará a denominar «interacción negativa». La pareja decide poner a Oculto bajo la supervisión de Otro, un misterioso personaje lisiado que permanece aislado en la inutilizada sala de controles de la mina, donde ha recurrido al basto arsenal de recursos técnicos y datos allí almacenados para estudiar y documentarse sobre los humanos y el funcionamiento de la producción de clones. Otro debe adiestrar a su aprendiz no solo con el fin de que actúe como el humano que es, sino para que lo ayude a movilizar a los mineros ante el inminente ataque de los clones de «El que ordena», quienes se acercan liderados por el ejemplar más capacitado de la dotación.

Pese a su brevedad, el texto logra recrear eficazmente un universo de dominación absoluta y de evocación nostálgica de lo humano, gracias a una narración contundente y acelerada y, sobre todo, al acertado manejo de los diálogos entre el primer clon administrativo, la IA, Otro y Oculto. En ellos reside la visión crítica de esa realidad alternativa que podría aguardarnos porque, en lugar de recurrir a la manida espectacularidad de robots o clones invencibles arrasando con cuanto se mueve, Eric nos coloca frente a una inteligencia superior capaz de trazarse objetivos propios con base en lo aprendido de la programación de sus creadores y operadores, ante quienes logra argumentar su «superioridad» con diálogos de una fluidez espeluznante. Hay batalla, sí, y con un elevado precio para los mineros, pero no se extiende más de lo necesario para revelar la habilidad de los clones de combate y, en especial, para dar al relato un merecido clímax, al que seguirá un sorprendente final en el cual, entre otras luces, descubrimos el origen de Otro y su rol con respecto a Oculto.

Aunque el desplazamiento del hombre por la máquina ha sido un tópico bastante recreado desde los albores de la ciencia ficción, creo que pocas veces una obra del género ha estado tan cerca de escenificar un vestigio de la «realidad real». Como apuntara José Miguel Sánchez Gómez —Yoss—, en uno de los ensayos de su libro La quinta dimensión, «La CF, que tradicionalmente ha empleado el futuro o los universos alternativos para echar una mirada crítica a nuestro propio mundo, sería el vehículo idóneo para caracterizar esta realidad actual».

Los tres últimos años y lo que va del presente —2021-2024— dan fe de la necesidad de una visión crítica de un mundo sujeto a vertiginosas dinámicas de cambio, donde hemos iniciado la fase de entrenamiento de los modelos de IA generativa, una invención capaz de brindar oportunidades insospechadas a quienes decidan emplearla con fines loables y de convertirse en un agente de caos si la administra quien no debe o, peor aún, se la deja retroalimentarse de su propio ingenio. El libro de Eric, a mi entender, consigue inocular esa visión en unas pocas páginas e inducir al lector a reflexionar sobre lo que parece ser el inicio de una nueva época.

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