Los días de fiesta en Gibara son los días que vuelve, de la mano del cine, toda la cultura nacional y foránea a sacudir una ciudad que parecía detenida en el tiempo.
En una propuesta autóctona, enriquecida con la asistencia de creadores de otras partes del mundo, el Festival Internacional de Cine de Gibara (FICG) es también la celebración del séptimo arte, hecho desde las más ricas y fecundas zonas de pobreza. Una jornada multicultural, que hereda las premisas de Humberto Solás en su concepción y manifiesto del cine pobre.
La cita, puesta en el calendario de cada año, cerró convocatorias por el paso arrasador de la pandemia en 2020. Se pospuso a causa del aumento de casos positivos al coronavirus, y en 2021 la situación epidemiológica obligó al comité organizador a cancelar nuevamente la realización de la decimosexta edición del evento.
Al margen de los aplazamientos, los gestores del FICG intentan preservar el espíritu del importante encuentro. No ha sido un tiempo de absoluto reposo. En el último año el certamen ha conectado con plataformas internacionales que acogen los materiales cubanos premiados en ediciones precedentes. Escenarios prestados que abren puertas y oportunidades a las producciones nuestras.
Después de varios intentos y reajustes «es un hecho que vamos a tener festival de cine en 2022 y esto nos alegra mucho», dijo a JR el actor Jorge Perugorría, presidente del evento desde 2016.
«Se prevé que va a ser más pequeño por las propias condiciones económicas que atraviesa el país; pero habrá festival. Sé que la noticia alegrará a muchos artistas y sobre todo al pueblo de Gibara, que espera con ansia esta, su gran fiesta de la cultura».
Un cine que vuela
Llegar a las pantallas de otras latitudes que también arropan el cine pobre ha sido uno de los caminos transitados por los organizadores del FICG durante esta temporada de inevitables cancelaciones.
«Este resurgir va acompañado de la intención de recolocar el certamen en el actual escenario cinematográfico», explica Sergio Benvenuto Solás, director de la cita.
«Si un festival no es capaz de actualizarse, de adaptarse al panorama artístico y creativo, a las nuevas fórmulas financieras de patrocinio y, particularmente, a los intereses teóricos de los cineastas y profesionales audiovisuales, deja de tener sentido», subraya.
El intercambio de ideas con impulsores del audiovisual de varios países del mundo constituye una fértil experiencia para los creadores de la Isla.
«Con el aprendizaje durante la etapa de 2012 a 2016, en que el certamen sufre un declive, asimilamos que era un proyecto de enorme valor social y cultural que había que rescatar. La pandemia nos ha colocado ante otro difícil reto: dos años sin poder realizarlo», aclara Benvenuto Solás.
«Perugorría es una figura internacional de primera línea. Un profesional con experiencia en la dirección y la producción, un promotor y productor musical nato. Su conexión con estrellas internacionales facilita la visibilidad y el resurgimiento. Pero era necesario realizar un esfuerzo de posicionamiento del festival en diferentes espacios. Por ello diseñamos una estrategia de gira en eventos de Portugal y España», precisa.
Una muestra de cortos cubanos premiados en el FICG en 2018 y 2019 recorre tres jornadas del cine europeo: el Festival Internacional de Cortometrajes de Évora (FIKE), el Festival Internacional de Cine Social de Castilla-La Mancha (Feciso) en Toledo, y el Festival Internacional de Cortometrajes y Cine Alternativo de Benalmádena (Ficcab). Paneles teóricos, participación en los jurados, debates con adolescentes y jóvenes y acciones de prensa complementan la agenda. «Como colofón, en Ficcab Jorge Perugorría mereció una importante distinción que años atrás recibió Humberto Solás, La Niña de Benalmádena, hecho que indirectamente también prestigia al FICG».
Para el talentoso cineasta cubano Arturo Infante, en el Feciso se constató que su largometraje El extraordinario viaje de Celeste García, protagonizado por la actriz cubana María Isabel Díaz, todavía conquista audiencias.
«Fue muy bueno conocer el festival. Es un evento muy interesante, centrado en el cine social. Nuestra película, a pesar de ser ciencia ficción, quedó muy bien en el certamen porque habla de la sociedad a partir de las temáticas de un personaje. Tuvo muy buena acogida. La presentamos en una sala muy bonita, una antigua sinagoga, donde María Isabel y yo departimos con los presentes. Me sorprende que a pesar de los años la película continúa su recorrido», dijo a JR el autor de Utopía.
Durante la experiencia en Toledo, los organizadores del FICG llegaron también hasta la Facultad de Arquitectura. «Es habitual que los pequeños festivales trabajen con amplios sectores de las comunidades donde se realizan», destaca Sergio Benvenuto. «Compartir experiencias con niños, adolescentes y jóvenes es la única manera de formar un público sensibilizado con el audiovisual artístico. De ellos, sin dudas, saldrán nuevos cineastas. Armando Capó, director de la película Agosto, era un adolescente gibareño cuando desembarcamos con el rodaje de Miel para Oshún».
Camino de vuelta
Después de estos periplos internacionales, con reajustes en su formato y agenda, regresa en 2022 el festival de cine que prestigia al oriente cubano. «Nos vamos a adaptar. Vamos a hacer el evento bajo cualquier circunstancia, con el presupuesto que nos puedan otorgar», afirma su presidente, Jorge Perugorría.
Vuelve, además, porque es una urgencia para el cine cubano e internacional, especialmente para los jóvenes creadores, quienes encuentran en este certamen una sólida plataforma para crecer en el medio audiovisual.
«El FICG conecta con sus pares del cine alternativo, independiente. La mayoría de los jóvenes cineastas comienzan sus carreras con cortometrajes luego de mucho esfuerzo por consolidar un presupuesto de producción. En ocasiones sin tener una idea de cómo mover y distribuir un producto audiovisual que habitualmente encuentra barreras de todo tipo para su exhibición», explica Benvenuto Solás.
«Comprender el rol de estos eventos es esencial por la necesidad de apoyo que se requiere de las instituciones culturales, los gobiernos locales, los patrocinadores estatales, la cooperación internacional, y del emergente sector privado».
A partir de su experiencia como creador, jurado y miembro activo desde las primeras ediciones, Arturo Infante señala que el festival «no solo ofrece un espacio para exhibir una obra; es también un sitio de encuentro con la comunidad cinematográfica de Cuba y del resto del mundo».
De cara al inminente regreso, Perugorría destaca que el certamen conciliado hasta el momento, se hará «con la misma alegría, con el mismo carácter multicultural, con la presencia de cineastas, pintores, teatristas, músicos… Vamos a mantener ese espíritu interactivo, ajustado a las condiciones difíciles que atraviesa Cuba. Llevará la misma pasión de siempre y creo que será recibido con toda la alegría por parte de los gibareños».
Deje un comentario