Buenas tardes a los presentes, agradeciendo a todos y sobre todo reiterar el apoyo brindado por la Casa a los coauspiciadores de los Talleres organizados por la SEAP y el Centro Che Guevara. Como muchos saben, el 8 de octubre se efectuó el primero de los talleres, dedicado al Che, con el tema sobre “la transición socialista”, que forma parte de los componentes centrales de su legado teórico-práctico dentro de su actuar en la Revolución Cubana. Hoy, dando continuidad a los objetivos del primero, se ha convocado al Taller “El legado de Fidel sobre la transición socialista: algunas aproximaciones a su vigencia en Cuba”, en el que participarán un Coordinador, la que les habla, y 4 ponentes que expondrán temas de gran relevancia e interés para nuestra realidad actual.
Quisiera, en mi condición de coordinadora, tomarme un breve espacio sin abusar de mi posición, para exponer algunas ideas personales sobre el Fidel que sentimos como nuestro.
Estos días, en vísperas de la desaparición física de Fidel, representan para todos un cúmulo de recuerdos y sensaciones múltiples en los que recordamos su presencia en ese su magisterio tan peculiar, convenciéndonos de que su figura, su voz y su pensamiento permanecen inalterables en el tiempo, razón esencial, del porqué la dimensión de su accionar rebasa cualquier comparación. No se trata de una simple retórica ni de frases preconcebidas, se trata, en palabras sencillas, de expresar las cualidades que por casi 60 años caracterizaron su entrega a una obra que por derecho propio lo conviertió en el artífice supremo de algo tan complejo como es proyectar y hacer una revolución. De esa forma, deviene el líder indiscutible de una Revolución forjada con el empeño de todos pero con la entereza y la grandeza de alguien que se sabe destinado a vivir el presente con mirada de futuro y con valor de retorno, algo que inculcó a todos los cubanos ante el triunfo de los logros, pero sobre todo en momentos difíciles, como los tantos por los que hemos transitado, sobre todo cuando se define el carácter socialista de la Revolución Cubana.
Quizás eso explica, de modo simple, la frase reiterada de “Yo soy Fidel” porque a no dudar, cada uno de nosotros tenemos nuestro propio Fidel y no es poca cosa si lo conectamos con todos y cada uno de los momentos vividos en circunstancias irrepetibles, conscientes de que su sola presencia bastaba para dar impulso y aliento y salir adelante ante cualquier contingencia. Cuántas veces murmurábamos y nos interrogábamos, entre nosotros, ante problemas difíciles de la cotidianidad o de envergaduras mayores en lo nacional o lo internacional, ¿cuándo hablará Fidel? Aunque parezca fácil y sencillo, eso demuestra la forma intensa en que había calado en ese diálogo, en diapasón directo con el pueblo, cuyas vibraciones provocaban otras nuevas, como expresara el Che en “El socialismo y el hombre en Cuba”. Son cualidades extraordinarias por su intensidad, inteligencia y creatividad para poner en práctica un proyecto que rebasa la imaginación cuando valoramos lo realizado hasta aquí y cuánto de su voluntad y entrega nos legara en el difícil ejercicio del revolucionario
Mucho se reitera en la actualidad, sobre la historia de la Nación y de lo hecho hasta hoy, pero sin dudas, a pesar de sus detractores, lo realizado hasta el presente se centra en la convicción de nuestros principios éticos y la connotación de nuestra indiscutible cubanía. Las ideas, el pensamiento, los conceptos y la práctica que se desprenden de ellos y del actuar consecuente de un hombre como Fidel, encierra el máximo de aspiraciones soñadas en nuestra historia, sin tener que soslayar los errores cometidos y que nunca eludió, solo que esos errores han servido de puentes para reforzar los cimientos, por mucho que se han intentado destruir. Hoy, nuestro deber es seguir construyendo hasta alcanzar el verdadero socialismo como la expresión cimera de la voluntad y el bienestar del pueblo.
Sin dudas, pasado los años se imponen nuevos retos, nuevos caminos y nuevas formas, pero con una enorme ventaja, tenemos la posibilidad, siempre, de retornar y retomar el aliento y la vitalidad de un Fidel destinado por derecho propio a permanecer.
Ante proclamas adversas, seguir al Fidel que supo exaltar el valor de nuestra cultura y ponerla como escudo para defender el asedio de los enemigos y enfrentarlos con la espada y el filo de nuestras ideas, es la auténtica esencia en aras de promover la verdadera solidaridad y unidad de los pueblos. Mucho queda por hacer, por eso rememorar a Fidel es pensar en el peso de sus ideas y en la voluntad de actuar unidos, fortalecer la conciencia para entender el verdadero socialismo como aspiración suprema, lo que sería el mejor tributo que pudiéramos hacerle.
Con es ese espíritu, las ponencias que se presentan son una breve muestra del tributo que queremos rendirle. Decir que la Revolución Cubana y Fidel están imbricados por lazos indestructibles no es simple retórica.
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