Debemos conservar La Habana pues perderla sería de una gravedad extraordinaria.
Eusebio Leal Spengler
El 14 de diciembre de este año, fecha en la que se conmemorará en todo el país el día del trabajador de la cultura, el Centro Histórico de La Habana cumplirá 40 años de haberse declarado Patrimonio de la Humanidad por la Organización de Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (UNESCO). Las autoridades cubanas de entonces solicitaron a esa organización su contribución a la restauración y conservación de la ciudad. De ahí que su director general dirigiera en julio de 1983 un comunicado a la comunidad internacional para que se contribuyera al rescate de la Plaza Vieja y, en general, de La Habana, una de las primeras villas fundadas por la colonización española en 1515 con el nombre de Villa de San Cristóbal de La Habana.
¿Cómo salvaguardar una ciudad caracterizada por valores singulares y bienes patrimoniales que ejemplifican parte de la historia del continente americano? La Habana es reflejo de una mezcla de estilos arquitectónicos y del testimonio de diferentes épocas: colonia española, británica, francesa y estadounidense. Desde los años 30 del siglo XX se comenzó a profundizar y debatir sobre la protección de edificaciones y monumentos históricos. Una de las mayores victorias de entonces, en palabras del Dr. C. Eusebio Leal Spengler, fue la fundación de la Oficina del Historiador de la Ciudad, institución que representaría a la cultura nacional, al unísono con la americana, y la impulsaría a un estatus superior, es decir, más universal.
En 1981 la Oficina es designada para conducir la rehabilitación de La Habana Vieja que es hoy uno de los lugares más atractivos y visitados del mundo. Las acciones de restauración se concentraron en las principales plazas (de la Catedral y de Armas) y su entorno, así como en las calles Oficios, Mercaderes, Tacón y Obispo. Se emprendió también la restauración de la iglesia del antiguo Convento de Santa Clara, inmueble que por un tiempo albergó el Centro Nacional de Conservación, Restauración y Museología (CENCREM), creado en 1982 para el estudio y protección del patrimonio cultural cubano. Otras instituciones formaron parte del programa de restitución como: el Palacios del Marqués de Aguas Claras, Conde de Casa Bayona y Conde de Jaruco, el antiguo Colegio San Francisco de Sales y las casas de Martín Aróstegui, Franchi Alfaro, Beatriz Pérez Borroto y de Lombillo, en la Plaza Vieja. También se llevó a cabo un proceso de recuperación de las fortificaciones de los Tres Reyes del Morro, y de San Carlos de la Cabaña, obras definidas como titánicas por el Dr. C. Eusebio Leal Spengler, que regaló a la ciudad un parque monumental.
De conjunto con Eusebio Leal, al hablar de restauración, indudablemente hay que mencionar la figura histórica del Comandante en Jefe Fidel Castro, quien, en los primeros meses de 1993, abrazaba la idea de hallar un mecanismo que permitiera preservar el Centro Histórico de La Habana y dar continuidad a las labores que se desarrollaron en la década pasada. Tras varios meses de arduo trabajo fue promulgado el Decreto Ley 143 que declaró al Centro Histórico “Zona priorizada para la Conservación”. El decreto otorgaba licencia de operación a la Oficina del Historiador para continuar con los planes de restauración del patrimonio de la ciudad. De esa manera nació el Plan Maestro que ha conducido los estudios del Centro Histórico, desde el punto de vista urbanístico, al desarrollo integral del territorio. En 1995 aparece una nueva legislación gubernamental, el Acuerdo 2951, que proclama al Centro Histórico “Zona de alta significación para el turismo”. Mediante este acuerdo se ampliaron las facultades de acción de la Oficina en ese campo específico. Como parte de ello, se crearon varias compañías como la Habaguanex, encargada de generar una creciente estructura de hoteles, restaurantes, mercados y otros servicios, que tienen como finalidad la recolección de fondos para emplearlos directamente al proceso de restauración. Debido a ello, la Oficina ha podido intervenir en la creación de un ambiente distinto y más placentero en hoteles como Florida, Ambos Mundos, Santa Isabel, Telégrafo, así como un conjunto de pequeños hostales en mansiones y palacios que han recobrado su esplendor.
La labor asumida por la Oficina del Historiador en estos años ha sido inmensa en el rescate y conservación de la ciudad, dejando a su paso conjuntos y sitios urbanos totalmente reanimados. Las acciones ejecutadas han mejorado considerablemente no solo la imagen arquitectónica de la ciudad como parte de su desarrollo cultural, sino también la de sus habitantes. La Oficina ha rehabilitado hogares maternos como el Doña Leonor Pérez, clínicas de rehabilitación como la infantil Senén Casas Regueiro, centros como geriátricos como el Santiago Ramón, viviendas y otras edificaciones con destinos básicamente sociales.
La historia aún no tiene fin. Debemos conservar La Habana –expresó su insigne historiador Eusebio Leal Spengler– pues perderla sería de una gravedad extraordinaria.
Los resultados de estas obras han recibido el reconocimiento de sus ciudadanos, del Estado y en especial de aquellos que trabajan por salvaguardar los valores del patrimonio cultural cubano desde cada una de sus esferas. Sean ejemplos de lo que ha sabido hacer esta patria chica, a pesar de las circunstancias difíciles por la que ha transitado, en la conformación de una patria verdaderamente grande y orgullosa de su pueblo y su cultura.
Referencia bibliográfica:
Leal, Eusebio (s.f.) “La rehabilitación del Centro Histórico de La Habana: una obra esencialmente humana”. Consultado el 12 de enero de 2021 en https://www.cccb.org/rcsgene/eusebioleal.pdf
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