Reimaginando nuestros museos


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Uno de los principales retos que enfrenta la Museología en la era contemporánea es la conceptualización de las colecciones y la interpretación desde una óptica actualizada del entorno patrimonial que da fundamento a un museo. Saber con exactitud las historias adecuadas a ser desarrolladas en un discurso museológico lleva de manera directamente proporcional a un proceso investigativo indagador de las comunidades candidatas a ser gestoras.

Un museo no puede darse el lujo de presentar como barniz la historia de grupos humanos que entregan con desenfado su experiencia de vida y de hechos definitorios en la conformación identitaria de su territorio. Hay que desmontar esas historias y con estricto apego a la verdad ir estructurando a manera de matriz de contenido un entramado donde cada elemento se reconozca en la colectividad. 

Leyendas, acontecimientos y personalidades pueden ser hilos conductores en la transversalidad entre el pasado, presente y la proyección futura. No es éticamente aceptable disponerlo desde un tiempo precedente. Saber determinar cuándo una comunidad ha fomentado con base una historia que necesita de continuidad, forjada en una sólida construcción de vivencias colectivas y aspiraciones encaminadas a fortalecer su identidad, constituye la primera meta a vencer.

Es de suma importancia conocer cómo se tiene constituido un sentimiento  comunitario que sea factor común en el plano cultural, con conciencia clara de posesión de esos elementos asumidos como patrimonio de todos. Entonces estaremos seguros de contar algo de interés mayoritario, solo así se garantiza revitalizar en cada visitante a un museo, una motivación vinculante.

El público de museos es un intermediario entre la historia de la comunidad, el objeto y un destinatario no siempre presente que se designa como primer emisor en un segundo proceso de comunicación. Este especial vínculo puede llevar mediante la socialización de conocimientos de la colección a extender la territorialidad de la institución. Cuando el visitante de otra región sea capaz de reconocerse en ese espacio podemos afirmar que se ha logrado la trascendencia, aspecto de vital importancia para ampliar ámbitos narrativos a escala superior de carácter nacional.

La municipalidad, la región y la nación son niveles determinantes en la estructuración narrativa, pues a pesar de conllevarnos a una misma finalidad, el matiz para lograrlo se torna variado, en eso consiste la diversidad que no se debe descuidar en ningún momento, como guionistas los museólogos no elaboran historias, simplemente facilitan herramientas para que la propia gente cuente su punto de vista históricamente formado.

Reimaginar es indagar apegado a la verosimilitud, buscar en cada componente lo perdurable de manera estructuradora en esa comunidad lo que sea potencialmente capaz de transitar por derecho propio al futuro. Para alcanzar ese propósito se necesita  fortalecer los sistemas de documentación en los museos, revisar cada atribución a los objetos con un espíritu crítico científico, en el binomio creer y dudar encontraremos un incentivo motivador para llevar a verdades convincentes.

Los museos no son espacios para experimentar, no se puede dejar lugar a la especulación de las atribuciones que ponen en valor ese patrimonio atesorado. Las personas, a veces por el solo hecho de estar expuesto un acontecimiento u artefacto en un museo, lo asumen como suficiente garantía. El proceso de desfuncionalización natural sufrida por las piezas al entrar a un museo debe documentarse adecuadamente, no debemos musealizar porque corremos el riesgo de cosificar algo que simplifica el acontecimiento que generó su puesta en valor.

Simplificar es casi pecado en la tendencia actual de reimaginar nuevos discursos en nuestros museos, la cuestión es no ser reiterativos ni dar argumentaciones extensas, es concretar la idea expresada como fundamento y ser convincente a la hora de demostrar las tesis de la narrativa expositiva. La clave está en seleccionar adecuadamente los temas, los hitos y las piezas. Los temas nos llevan a marcar el momento que un punto giro de un acontecimiento se convierte en hito y determinar cuál objeto es el apropiado para contar la historia. Esto hace se garantice un hilo conductor motivador para la reflexión de los visitantes desde una posición activa en la búsqueda, no de respuestas sino de generar nuevas preguntas.

Para reimaginar nuestros museos no basta con pensar en nuevas y atractivas tecnologías, sino estudiar cómo interconectar públicos, generaciones y épocas. La tecnología es infraestructura que necesita de datos para hacer su función, puede motivar sensaciones, estímulos visuales, conmover; pero tiene el primordial deber de informar. No se trata de “romper ojos” es necesario abrir corazones y calar en los cerebros de los visitantes, es un medio nunca un fin.

La inclusividad es algo que los museos deben tener en cuenta en sus proyecciones, los espacios museales son para todos, con capacidades aptas o con dificultades en ellas, ahí la tecnología debe desempeñar un papel determinante, sin embargo, de nada vale si no se fundamenta con informaciones autorizadas y quedarse en el esquema de decir algo como opción suficiente.

Una forma nueva de imaginar un museo es tener presente la participación activa de los visitantes en el recorrido, donde sus conocimientos sean escuchados y que permitan entablar diálogos aportadores de explicaciones más profundas. Juegos didácticos, visitas dramatizadas o informaciones mediante el uso de la informática, son tendencias que proliferan en los museos del mundo y en algunos de nuestro país.

El Centro de Interpretación de las Relaciones Europa –Cuba, el Museo de la Denuncia, el Museo de las Artes Palacio Ferrer, el Centro de Interpretación de Patrimonio y Turismo de Varadero y el Museo Memorial de Playa Girón dan fe de lo que se puede lograr con un trabajo serio de búsqueda para abordar nuevas narrativas. Las tecnologías son costosas, pero también se pueden lograr resultados impresionantes aplicando buen diseño a juegos tradicionales con una finalidad didáctica, solo es cuestión de activar la imaginación, otro elemento primordial en el proceso de reinventar museos.

Nada de lo expuesto tiene valor consustancial si no se aplican técnicas modernas de la educación patrimonial, asumir el proceso de interpretación como una dosificación de información a los visitantes en el consumo cultural presupuesto en una visita a una institución museal. Una sociedad informatizada necesita de museos que informen, eduquen y comuniquen, sólo así la socialización de la colección está debidamente promovida. No hay socialización sin una retroalimentación que permita trazar estrategias para hacer un manejo y gestión de tan vitales espacios culturales. En resumen, reimaginar en comprometerse a llevar de la mano a los museos por un mundo cambiante y una contemporaneidad muy variable.


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