El Consejo Nacional de Patrimonio Cultural declaró al Bolero como Patrimonio Cultural de la Nación, propuesta realizada por la Comisión para la Salvaguardia del Patrimonio Cultural Inmaterial, en aras de contribuir a la sostenibilidad, visibilidad y viabilidad de una expresión de la identidad nacional.
La cita para dicha actividad se realizó en los Jardines de la UNEAC en la sede de 17 y H en el Vedado, La Habana. Estuvo a cargo de Sonia Virgen Pérez Mojena, presidenta de dicha Comisión y a la vez del Consejo Nacional de Patrimonio Cultural la lectura de la Declaratoria. Presentes además, funcionarios del Ministerio de Cultura, representantes de la Embajada de México especialistas del Consejo Nacional de Patrimonio Cultural y del Instituto Cubano de la Música, metodólogos del Consejo Nacional de Casas de Cultura y musicólogos del Centro de Investigación y Desarrollo de la Música Cubana, el CIDMUC, portadores de la expresión y demás invitados.
El bolero, género vocal, instrumental y bailable del movimiento de la canción, nace en la ciudad de Santiago de Cuba en 1883 y se extiende a todo el territorio nacional, convirtiéndose en elegante expresión poético musical de la cancionística cubana. Tristezas de José “Pepe” Sánchez es conocido como el primer bolero de la historia.
Desde finales del siglo XIX y durante las primeras décadas del XX, el bolero se cantó en las casas de los propios autores e intérpretes y fue ejecutado por cantautores en espacios en boga, en peñas informales y serenatas nocturnas; en este período fue el tipo de canción más cultivado en el país. Puede ser ejecutado en cualquier espacio físico, ya sean grandes teatros o pequeños auditorios; su arraigada práctica es muy accesible a todo el que se sienta atraído por esta expresión.
El alto vuelo poético de sus textos, la dulzura de sus melodías y el carácter bailable en tempo sosegado, hicieron del bolero un recurso ideal para expresar las pasiones amorosas, hecho que lo convirtió en un género popular constantemente recreado y usado tanto por sus portadores como por receptores del género.
Su capacidad para asimilar códigos estético musicales pertenecientes a otros estilos, le ha permitido fusionarse con diversos géneros de la música popular como el son, el danzón, el mambo y el chachachá; todo lo cual contribuye a su desarrollo y vigencia, sin que pierda su esencia. No solo posee rasgos de identidad musical, sino que cuenta con códigos estéticos y de estilo que determinan una forma particular de vestir, gesticular y de comportarse, signada por la elegancia para los portadores y practicantes de esta expresión.
Ha sido cultivado por ilustres cantautores cubanos de todos los tiempos como Sindo Garay, Manuel Corona, Benny Moré, César Portillo de la Luz, Soledad Delgado, entre muchos otros.
En la actualidad algunos portadores del bolero hacen uso de sus conocimientos y técnicas para recrear la manifestación en su forma más tradicional, como: José Loyola, Orlando Vistel, Marta Valdés, Josefina Carbonel, mientras que otros lo hacen de manera fusionada con géneros diversos, como: David Torrens, Kelvis Ochoa, Osdalgia, Leoni Torres, entre otros.
Desde hace muchos años se desarrollan en Cuba eventos y peñas relacionadas con el Bolero como son: los Festivales Boleros de Oro, Federico Sariol, Daniel Cruz y las diferentes peñas que tienen lugar a lo largo y ancho del país realizadas en las casas de cultura o las sedes de la Unión de Escritores y Artistas de Cuba UNEAC en cada provincia, así como en los museos y otras instituciones culturales.
La práctica del Bolero no solo está relacionada con figuras profesionales, sino también que puede ser ejecutada por artistas aficionados. Esta expresión ha trascendido las fronteras nacionales y se ha posicionado como un género de preferencia en otras regiones, siendo altamente cultivado y popular en otros países de la región latinoamericana y caribeña: México, Colombia, República Dominicana, Puerto Rico, entre otros.
Será misión y compromiso proteger este elemento identitario de la Cultura popular y tradicional mediante medidas encaminadas a garantizar la viabilidad del Patrimonio Cultural Inmaterial, comprendidas la identificación, documentación, investigación, transmisión y revitalización de la misma y básicamente a través de la enseñanza formal y no formal.
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