I
-¡Es sordo como una tapia!- grita en escena el Marqués del Palmar.
Es aquel libreto que ya cité de la zarzuela María La O y en la que el primer personaje va a descubrir que el Conde de Las Vegas hace como que no escucha. Es ladina la respuesta del segundo:
-Ya sabes, la sordera mala es la que viene con los años, y nosotros todavía somos unos niños…
Deán Luis Reyes escribe sin responder a uno solo de mis veinte argumentos. Y los elude con un texto inundado de ofensas personales, a pesar de que en “Veinte razones para desmontar…” retiré toda palabra que pudiese prestarse al insulto.
Lo hace en el mismo tono soez que utilizó contra La Jiribilla, contra Fernando León Jacomino y Jorge Ángel Hernández Pérez. Un poeta de Fomento, Ángel Martínez Niubó, nos confiesa que ese texto está “escrito con saña, con rencor, como si cada palabra intentara ser un golpe. No se escribe con golpes.” O Harold Cárdenas Lema, a nombre de La Joven Cuba, que me reclama el no haber reconocido la postura editorial de este blog, al asumir que “Apoyamos la intención de cualquier cineasta o artista que se proponga humanizar la figura del Héroe Nacional, pero siempre desde el respeto”, aun cuando expresen otras consideraciones con las que este redactor no coincida. *1
La verdad sea dicha: Deán Luis Reyes ha sido incapaz de mostrar pruebas “por ahora”. Tampoco hace mucho esfuerzo por mantener una polémica como aquella entre Alfredo Guevara y Blas Roca que tanto le gusta citar. Y es tan alta la estima que tiene de sí mismo, que se compara con Eduardo Chibás en aquel histórico aldabonazo de 1951. Es casi gráfica la opinión que dejó en el muro de Jorge Angel Hernández Pérez el 10 de abril de este año: prefiero ser esa infantería que sugieres, que ir con la impedimenta que tan bien representas... Me mantendré publicando más y más evidencias de por qué Deán Luis Reyes miente. Y lo haré por partes, con precisos links por el aquello de “las bases de datos purgadas”, e imágenes muy reveladoras, en una época donde apenas leen quienes le animan con palabras como “musculoso” y “regio”, que a cualquiera darían vergüenza en su muro.
Lo haré incluso en el plano personal, como hice cada día en aquel llamado periodo especial, cuando en Tele Cristal se trasmitía el programa de debate titulado Al Pan, Pan… y yo evocaba en cámara a José Julián Martí y Pérez, con el siguiente parlamento: Y al vino, ¿cómo le llamamos al vino?, aunque sepa agrio es nuestro vino, La verdad aunque nos duela en el costado, porque se ha de vivir y morir aferrado a la verdad, y así, si se cae, es una honrosa compañía que enferma, pero que nunca muere.
II
El ICAIC es, quizás, la institución cultural que más conferencias de prensa ha organizado a través de sus seis décadas de existencia, y hoy las mantiene como política en el Centro Cultural “Fresa y Chocolate”. Que yo sepa, nunca se ha negado a dar la información de qué proyecta y dónde en la red de cines comerciales. Todos los datos estaban, y están, en ese mismo edificio de la calle 23 donde pululan las almas que Deán Luis Reyes tanto dice amar. Al menos yo, subí y bajé pisos en el ICAIC durante el apagón de estos días, para poder llegar al ocho donde está la oficina de Benigno Iglesias.
Igual pasé por donde ha estado la oficina de la Muestra, y me encontré a Octavio Fraga, el mismo de los tiempos de la AHS, y al que la productora del work in progress también promovió equivocadamente del cargo de director de creación artística al de Vicepresidente del ICAIC, cuando ella lanzó la primera piedra a la red de redes.
Fraga aún no sale de su asombro con la acusación de que el susodicho material sólo lo hayan visto dos funcionarios, justo porque esa fue la encarecida solicitud que le hiciera Martha María Ramírez en tono amable, evocando los derechos del creador. Ni siquiera se explica el “martazo” de decir que volvió a verlo, y que fue él quien le dijo que no se aceptaba el material, cuando en realidad nunca más se encontraron, y él cumplió estrictamente con no mostrar el asunto más allá de lo necesario, apegado a la palabra empeñada.
¿Es que hará falta acaso una asamblea para aprobar la proyección pública de un filme? ¿Por qué Deán Luis Reyes insiste en querer ignorar que el Instituto Cubano de Artes e Industria Cinematográficos tiene ese derecho, refrendado en la ley y en las Palabras a los intelectuales de Fidel: “Dentro de la Revolución, todo. Contra la Revolución, ningún derecho.”?
Cuando él no paga la entrada al cine, con la identificación que le acredita como prensa cinematográfica, reconoce sin dudas que es esta institución, —entre las dos primeras fundadas por la Revolución—, la que financia todas esas muestras, envía las cintas a certámenes en el mundo, y paga hasta la corriente eléctrica de los locales donde las estrena, algunas de ellas en coproducción o independientes. Hoy el cine cubano se promueve de tal manera, que en el 2017 llegó a más de cien festivales y muestras internacionales; mientras unos trecientos cineastas, productores y directivos viajaron a presentar sus filmes.
El gasto de la subvención anual del estado cubano al ICAIC es de más de treinta millones de pesos, dentro de una entidad que compensa parte de sus gastos con los ingresos que genera. Con esos fondos pudieron programarse en la red comercial de cines las trescientas veintiocho cintas, de cuarenta y cuatro países, y donde mucho más de la mitad eran estrenos.
Y es que en todas las capitales del planeta, lo primero que se hace antes y después del rodaje de un filme, es buscar el posible distribuidor. En la pura lógica de las Distribuidoras, la película QHUP será de sus creadores, financiada en internet por más de siete mil euros en crowfunding, y tienen que ser sus autores los que convinieran su exhibición con el ICAIC, de esta o de cualquier otra cinta en Cuba. Se trata de una institución cultural, no de un atajo de policías rastreando qué se estrena como cine independiente en eventos fuera del país. Benigno Iglesias me explica —hay que hablar con gente que sabe lo que dice—que en esos festivales no se le da a los realizadores explicación alguna del por qué no se selecciona un filme, y allí nadie habla de censura.
Deán Luis Reyes nos subestima incluso en la capacidad de funcionar —a mis compañeros como servidores públicos y a este redactor— y da por sentado que sólo dos personas vieron el material audiovisual, como mismo lo hicieron mis conocidos en la EICTV, allí donde él daba clases y alguna vez debe haber reconocido que, cuando se escribió el artículo decimoprimero de la Ley 169 de creación del ICAIC, no existía el cine independiente, porque era en el año 1959.
Como no se debe confundir lo bajo con lo astuto, lo reto a buscar en la red de redes que el ICAIC o el Ministerio de Cultura hayan colgado en algún sitio la llevada y traída escena de QHUP, que se haya filtrado a las web de las instituciones de la cultura o a sus páginas de redes. Las palabras ética y decoro deben saber ser sostenidas hasta el final, aunque se haya tratado de un triste show mediático…
III
He hablado con los redactores de “El Caimán Barbudo”, los de antes y los de ahora, ante la insistente solicitud de nuestro crítico. Tengo con ellos una relación muy singular, pues en mi libro de debates culturales ¿No nos entendemos?, publicado por Ediciones Holguín, cuestioné el por qué no se ha puesto un cartel en la casona de la calle Paseo, que avise a los nuevos que llegan: Aquí se hizo periodismo combatiente desde la Cultura y las Ideas.
Sé que tampoco sabe que mi primer reconocimiento como periodista lo obtuve allí cuando Paquita de Armas —la misma apasionada directora que mandó a publicar la caricatura del gallego Posada sobre Fidel Castro— enviara al jurado del Premio Abril mi reportaje “La Cultura en Ciego de Ávila: Dándose Cabezazos”. Y mucho menos que en sus páginas están publicadas mis fotos y entrevistas de lo que entonces llamamos “La generación de los Topos”, frase que pertenece a mi hermano Joaquín Borges Triana, aunque hayan querido acreditármela.
Como Deán Luis Reyes augura que ya esto no es ni un diálogo de sordos, y de paso me espeta “manipulaciones groseras disfrazadas de sentido común”, tomo prestado este argumento a uno de los que él considera defenestrados en otra época: y que, en lo particular, siempre leo en su blog con mucha atención: “Una polémica es un tipo extremo de diálogo.” *2 Es de allí, exactamente del mes de febrero de este año, que leo este comentario exquisito de Emilio Ichikawa: “La verdad es que (El Caimán Barbudo) ha dado gente que se puede recordar de buena gana: Fernando Rojas, Jesús Díaz, Manuel Henríquez Lagarde, Norge, Zurbano, Josué, y por supuesto Bladimir Zamora, el mejor de todos.” *3
Y como la obsesión personal de Deán Luis Reyes parece haberse desplazado hacia quien usó el seudónimo de “Cristian Alejandro”, y la posibilidad de que hayan desaparecido los archivos de La Jiribilla misteriosamente de la web, lo conmino a buscar este link que no le voy a regalar, nada menos que una entrevista de Cristian a Mijaíl Rodríguez bajo el título “Los jóvenes como protagonistas de la gestión y producción cinematográfica” en el año 2015.
Lo increíble es que, aun cuando en el traspaso de plataformas se perdieron algunos números, todos los textos a que alude Deán Luis Reyes, y otros afines, pueden localizarse en la propia web, como acabo de hacer en estos días en que encontré dentro del propio buscador de la publicación los seis textos de Cristian Alejandro, que el crítico asegura han desaparecido.
Por cierto, uno de ellos está acompañado por otros de Gustavo Arcos y Manuel Iglesias en el número 748, y respondido por Arturo Arango en el 750, donde hay además una respuesta editorial de La Jiribilla, junto a textos de Juan Carlos Tabío y Juan Antonio García Borrero. O sea, una polémica en toda regla, con opiniones muy, muy diversas, y en la que La Jiribilla expresó su posición editorial sin que eso haya dañado la reputación de nadie. Aquí van en las notas a pie de página los links de aquel debate, de esos que ya no aparecen en la prensa cubana. *4
Sería útil solicitar a la hemeroteca aquellos números del Caimán de hace veinte años, y publicar otra vez los textos. Ratifico lo que expresé en mi comentario anterior y dejo una referencia del mismo Caimán a un libro de Elvia Rosa publicado posteriormente. *5
Tanto Elvia Rosa como Fowler han trabajado con las instituciones. Fowler todavía lo hace, por encima de cualquier discrepancia coyuntural. Acaba de comentar que más que esta polémica, le interesa que yo escriba sobre el trabajo de las direcciones provinciales de cultura y cómo lograr que estas hagan lo que hicimos en Holguín, —lo que hicimos nosotros, juntos los creadores, y los funcionarios que calumnia, y que son igual gestores culturales.
No creo que Víctor Fowler y Elvia Rosa Castro se hayan sentido perseguido o condenados. Ellos han trabajado como incansables promotores, escrito sus libros y publicado por ende en muchísimas revistas, incluyendo La Jiribilla, que en ninguna parte he dicho sea una publicación ejemplar, y puede haber cometido en quince años algunos errores como cualquier publicación periódica.
Lo mismo me ocurre con el “Preguntemos a Eduardo del Llano y a Lina de Feria” Supongo que se refiere a las entrevistas a cada uno de estos autores, que localicé entre los más de veinte textos relacionados con su labor. La del cineasta y crítico Eduardo del Llano continúa en el mismo sitio. Puede copiarse el link. La de la poetisa Lina de Feria está en página similar, y tampoco desapareció “misteriosamente de la web”. *6
Las declaraciones fueron publicadas en el 2005 y 2006, es decir, más de una década atrás, lo que a los más jóvenes puede parecer remoto pero es aquello en lo que nuestro autor se ha especializado. Ambos creadores son intelectuales que han decidido vivir en su patria y merecen todo el respeto por su obra y coherencia. Si se trata de que hablen en esas entrevistas de la Revolución, ¿es ese el problema, y como siempre lo plantea Deán Luis Reyes de manera sinuosa? Conozco a Del Llano en su honestidad como creador, y sé que no le temblaría la mano en hacer una demanda a una revista digital por manipulación. Ambos autores podían haber reclamado si no eran sus declaraciones. Me asegura Nirma Acosta, que hoy trabaja en Buenos Aires, Argentina, pero que siempre está con su país, que ello no sucedió nunca.
Zurbano publicó en el New York Times que “la revolución para los negros cubanos no ha comenzado”. *7 Un grupo de intelectuales reaccionaron, por cierto, con diversidad de criterios, y La Jiribilla publicó ese texto de Zurbano y el de otros escritores y periodistas. Después de ello, Roberto Zurbano siguió trabajando en Casa de las Américas. Por cierto, la práctica de publicar opiniones contrapuestas en las revistas cubanas está muy extendida. Cualquiera puede consultar publicaciones como Temas y La Gaceta.
Es evidente que Deán Luis Reyes no tiene prueba alguna de que algún “funcionario” haya manipulado o escrito textos para desacreditar a nuestros intelectuales. Son puras especulaciones, desatadas con toda intención y que Gustavo Arcos recogió, Si tiene otras “evidencias”, preséntelas de una vez. Y como Deán Luis Reyes públicamente me ha exigido que hablara con tantas personas, lo hice incluso con el tal Cristian Alejandro. Claro que no tendría que decirme el primero quién es el segundo. Cristian me ha comentado que va y a lo mejor hasta escribe de nuevo para saludarle.
IV
Hace rato que esta polémica dejó de ser sobre el cine cubano. Quiero dejar constancia que escribí y publiqué “no estoy acusando a Deán Luis Reyes, ni a Gustavo Arcos, ni a ninguno de quienes discrepo…”, etc., etc. Así que no me toca a mí demostrar para nada lo contrario.
Sólo he tenido algunas dudas cuando, al leer de nuevo la réplica en su muro –¡qué tremendo que Mark Zuckerberg nos amenace con cobrar Facebook!- he encontrado visibles y al alcance de cualquiera, esta foto que habla por sí sola: el anhelado estreno en el MOMA de la muestra Cuban Cinema Under Censorship, y tiene como patrocinador al Instituto Hannah Arendt, el mismito que ya se ha denunciado tantas veces porque vive no solo del crowfunding, sino del otro por ciento que le aportan los que financian la guerra cultural que se nos hace.
Cual no será mi sorpresa al ver a toda pantalla, y con sus créditos originales, a la sin par Tania Bruguera, yo que acreditaba la autoría original a Deán Luis Reyes y resulta que es únicamente el curador principal. Por cierto, me contaron que, a diferencia de la inauguración, el estreno de Santa y Andrés en el MOMA tuvo muy poco público, y que ella andaba por allí convocando a sus fans para llenar asientos. Como se sabe, la Bruguera sí está en las nóminas, y no necesita negarlo ante tantas evidencias. Esta imagen del debate sobre el escenario aparece en su propio muro, no en el de Deán Luis Reyes, —lo reconozco.
Ella usa la misma exhortación a “cómo perder el miedo”, aunque por ahora de una manera pacífica. Casi las misma idea fija de nuestro crítico, que debe haber matriculado el taller en esta vivienda en La Habana Vieja, donde se embauca a turistas e investigadores socioculturales, y cuya única legalidad es el carné de cuentapropista de Tania Bruguera, concedido por la Dirección Municipal de Trabajo, como profesora repasadora a domicilio de niños de primaria y secundaria básica.
Adjunto de paso una imagen del blog estrictamente personal del que tiró las fotos en el MOMA, para que vean que sus puntos de vista son muy constructivos.
«No debemos crear asalariados dóciles al pensamiento oficial ni “becarios” que vivan al amparo del presupuesto, ejerciendo una libertad entre comillas», dijo el Che. ¿No será nuestro Deán Luis Reyes uno de esos becarios que viven al amparo del presupuesto de nuestras instituciones, mientras cumplen al pie de la letra, ejerciendo una libertad entre comillas, los tópicos de la agenda anticubana y buscan de paso becas más jugosas?
Prefiero seguir confiando en que no sea así. Por lo pronto, no cuestionaré quién paga sus gastos de internet, si acaso la TV Cubana, y le sugiero que retire de Facebook la imagen de ese rostro de perfil, con dos esparadrapos negros en la boca, no por el hecho de hablar de la censura o de quien se trate, sino porque no me parece adecuado que alguien que me desafía a buscar pruebas de su vínculo con estas temáticas, tenga esa foto con el archiconocido logotipo de TV Martí en su propio muro. Hay mucha gente que ya sabe hacer print screen.
Comprendo entonces la razón y la sinrazón de tanto golpe bajo y tanto ataque a los que dirigen instituciones del estado. Este es el momento en que, como en los filmes de Tomás Gutiérrez Alea, nuestro querido Titón, el asunto pasa a “otro departamento...” Esta no ha sido la batalla cultural en la que nuestro crítico quiere participar… ha sido y es apenas otra guerrita para desacreditar a la institución, que se ha negado a exhibir en un cine de la red comercial, el diálogo ofensivo contra el Héroe Nacional de Cuba.
V
Existe la posibilidad de acusar a alguien por difamación o calumnia en los tribunales cubanos, sea por afirmar que fui sancionado tras la reunión sucedida “en la Facultad de Periodismo de la Universidad de La Habana de fines de los 80”; como por querer, además, asociar a todos quienes le hemos enfrentado, con “una casta de funcionarios” que se mueven en autos lujosos, tienen conexión de internet hasta en sus casas, y una sarta de falacias de las que mejor prefiero ni acordarme —yo, que vivo alquilado en La Habana como el que más…—
Pero “nosotros”, un término que le molesta al crítico, somos servidores públicos. Estamos bajo el permanente escrutinio y la crítica de los artistas y escritores, y de organizaciones como la UNEAC, la Asociación Hermanos Saiz, el Sindicato Nacional de la Cultura y dieciséis organizaciones más, entre ellas algunas del medio audiovisual. Sus asambleas y sus órganos colectivos critican de manera permanente “lo nuestro”, incluido el trabajo de las instituciones y de las revistas culturales, y mucho más sobre La Jiribilla, que es mucho más efectiva en la red de redes que cualquiera de las peores diatribas de sus contrarios.
En mi caso, conservo las pruebas y están vivas las personas capaces de demostrar que fui a cumplir con mi servicio social a Holguín por una decisión absolutamente personal y por sentido del deber. Me gradué de la Universidad de La Habana en 1988, con un trabajo de diploma titulado: “¿Cumple Juventud Rebelde su papel de Diario de la juventud Cubana?”, y a mi propia solicitud, lo fui a debatir en la sede de ese órgano de prensa. El oponente que invité, Julio García Luis, maestro de periodistas y quien entonces ocupaba el cargo de presidente de la UPEC, solicitó al tribunal la máxima calificación, a pesar de haberme confesado desde el primer minuto que discrepaba de mis hipótesis iniciales.
Deán Luis Reyes hace el rol de escribano de oídas, cuando repite lo que le dijeron de mi supuesta sanción. A mí, como ha quedado en evidencia, apenas me conoce, pero le sugiero cuidarse de una Paquita de Armas plena y actuante desde el Vedado capitalino, en cuya lengua le sugiero no caer ni en remojo: fue ella la que coordinó la posibilidad de hacer la práctica de periodismo de tercer año en su ciudad natal, a mi pedido en el canal Tele Cristal de 1985, porque la UH no atendía ni ubicaba estudiantes en esas provincias orientales.
Está igual, vivita y coleando contra los mediocres, mi maestra de periodismo, la historiadora María Julia Guerra, la inspiradora de esta solicitud de ubicación, justo dos años antes de la reunión con Fidel, pues trabajaba como funcionaria en la Unión de Periodistas de Cuba en La Habana, y fue la primera en seducirme con la idea de ir a trabajar a la emisora La Voz del Níquel, que ella ayudó a fundar.
La verdad es que en Moa supe /…del amor/, /y del último estallido/ fundamos la primera Casa del Joven Creador en un municipio, junto al trovador y realizador Fernando Cabreja: se trataba de una nave abandonada, con escenario y todo, al lado de la planta radial, lo que nos permitió trasmitir en vivo la inauguración un 28 de enero. Hasta allí llegó Silvio Rodríguez en su “Gira por La Patria”, que consta en nuestro periódico impreso “El Aldabonazo”, y recuerdo en especial su diálogo conmigo, cuando me invitó a subir mis cinco picos.
Los que desde esa emisora salimos graduados de mejores periodistas y realizadores, pueden dar fe de todo lo que digo. Allí viví la más hermosa e intensa de mis aventuras, hasta cuando llevamos el camión de control remoto a aquel centro telefónico analógico, y comenzamos a llamar y comunicar entre sí a todos los que se fueron a trabajar a las ciudades más disímiles de la Isla. El programa para jóvenes ¿Cómo te va? arrasó con los principales premios del Festival Nacional de la Radio que se celebraba ese año en Santa Clara.
Y el día en que un nuevo director de radio municipal me argumentó, que allí no había plaza para mí al término de mi servicio social —era demasiado el ejercicio de la democracia socialista en el consejo artístico—, decidí que siempre habría tiempo para volver a casa, y que yo me quedaba feliz en Holguín.
Dormí de nuevo en el albergue de Tele Cristal, que era el mismo de la filial del ISA, y de paso pude aprender televisión, y salir en vivo con mi propio rostro para todo el país en el programa “Hoy mismo” con el querido Héctor Rodríguez. Y entonces sucedió que me propusieron los de Moa y Mayarí para la presidencia de la AHS en la provincia, y gané las elecciones por voto secreto y directo, —un procedimiento que defendimos para elegir la presidencia, y permanece incólume en los estatutos de nuestras organizaciones de creadores.
En síntesis, puse a prueba “la férrea censura” en mi grato exilio que, desde el primer minuto, era acompañada con una tarjeta de Periodista Municipal y Corresponsal del programa Exclusivo de Radio Rebelde. Bastó que discutiera mi derecho a servir allí donde fuera más útil, para que siguiera siendo protagonista de sucesos como el nacimiento de las nuevas Romerías de Mayo, la fundación del Cine Pobre con Humberto Solás, el reimpulso a la Fiesta de la Cultura Iberoamericana, y tantos otros. Que se lo pregunte a Moraima Pérez en Holguín, hoy directora provincial de radio, que me entregó dos horas diarias de radio en CMKO para el programa Con mayor amistad durante más de dos años.
Lo cuento, porque he sido conminado a explicar lo que Deán Luis Reyes considera mi “reconversión estatal”, y por ende abarca hasta el cuestionamiento de cuando Jorge Luis Sierra Cruz, el joven secretario del Partido Comunista, me comunicó, después de casi diez años como dirigente de la Hermanos Saiz, que habían decidido designarme director provincial de cultura.
Como teníamos criterios sobre el funcionamiento del sector de la cultura, que los lleváramos a cabo. Alguien ripostó en la presentación que yo, “en vez de dinamizar la cultura, iba a dinamitar la cultura.” Sierra respondió sin inmutarse que, si era contra la inercia de ciertas instituciones culturales, resultaría preferible.
VI
Como regalo de despedida a nuestro interlocutor, he reservado una imagen que no pertenece a la reunión de la Escuela de Periodismo con Carlos Aldana, a propósito de las deficiencias en la política informativa, que planteamos durante los debates de la obra La Opinión Pública, llevada a escena por el Grupo Teatro Estudio. Sobre esos momentos, que son parte de mi historia y orgullo personal, no pienso regalarle testimonio alguno por ahora. Como en la canción de Silvio, por el aquello de /mi abuelo habló con Martí/.
Como en QHUP, “todo está grabado.” Y lo que yo tenía que decir, en lo que mantengo criterios sobre el ejercicio de nuestra prensa, y en lo que pedí disculpa si hubo exceso, todo está escrito: es una carta que envié en 1994, el mismo día de los sucesos de agosto y donde le contaba a Fidel que, si no coincidíamos nunca más, supiera que en mi casa y entre los míos, se alzaba cada año el vaso de ron para celebrar y pedir nuevas victorias. Carta que nadie sabe el por qué el propio Fidel pidió que le leyeran, en plena sesión de un congreso de la UPEC, como me lo atestigua Mildred Legrá Colón, la amiga periodista holguinera que me fue a buscar en su FIAT polaco a la casa de mi amada en Moa, y cargó mi maleta con aquella resolución de ¡Dale, que hay que seguir palante!
La foto que adjunto es la conversación con Fidel, durante una de las sesiones del primer congreso de la AHS, en el momento en que decidió en persona despedir a los presidentes que terminaban su mandato. En la lista estábamos Fernando León Jacomino, Omar Valiño, Norma Rodríguez, Fidel Díaz Castro, Roberto Zurbano, y tantos otros compañeros que defendimos a capa y espada la necesidad de la existencia de esta organización juvenil en tiempos de tormentas.
Mi nombre fue el segundo en mencionarse, si mal no recuerdo, y a cada quien él le entregaba en sus manos una hermosa reproducción que atesoro en la sala de la casa. Ya le habíamos hablado en la plenaria de nuestra Utopía en fundar un Festival Mundial de Juventudes Artísticas y Promotores Culturales para Holguín, y queríamos la autorización para que nuestros amigos de otros países, casi siempre con pocos recursos económicos, se quedaran en nuestras propias casas. Le contamos también, Tatiana Zúñiga y yo, de los murales que los pintores de Holguín habían donado a la Escuela de Trabajadores Sociales.
Y creía poder dar por cumplida mi participación en el Palacio de Convenciones, como una persona más que terminaba una década de su vida en una labor determinada. Quería dedicar más tiempo al ejercicio periodístico, entre otros asuntos personales. Mas cuando subí al estrado de la presidencia, y le extendí la mano, casi más de diez años después, Fidel me dijo, mirándome como solía hacer, directo a los ojos: —Sigue trabajando.
Mi mente asoció la frase con aquella tarde en Holguín, en que le pusieron en la televisión el programa Al Pan, Pan…y durante media hora presenció aquella mesa del set donde se servía un plato de potaje en pleno periodo especial, y los panelistas debatíamos lo mismo la baja de producción en la industria azucarera, el por qué los nacionales no podían entrar a los hoteles, o si podíamos promover la cultura desde Holguín al mundo. Entonces me aseguró Sierra que le dijo:
—Dile que me alegro de verle así, que siga trabajando…
A mí, esta vez, lo único que me pasó por la cabeza fue pedirle un abrazo. Y así lo hizo, desde una grandeza que fulminaba en segundos cualquier posible error humano, y que este redactor - reportero de prensa jamás podrá olvidar.
¿Entenderá alguna vez Deán Luis Reyes las tantas razones en estas páginas?
Sinceramente, ya lo dudo.
NOTAS AL PIE DE PÁGINA
*1- Sobre el editorial del blog La Joven Cuba:
https://jovencuba.com/2018/04/02/revista-ljc-14-y-unas-palabras-sobre-marti/
*2- Sobre el blog de Emilio Ichikawa:
http://eichikawa.blogspot.mx/2016/08/bladimir-zamora.html?view=classic
*3- Otras referencias a Emilio Ichikawa, esta vez en El Caimán Barbudo:
Cartas presenciales, El Caimán Barbudo280.Pag. 20.
Algo más que una portada. 282.(Pag. 31)
Metodología (I). 285.(Pag. 19)
Notas sobre el intelectual, Chomsky y el postmodernismo. 286.(Pp. 12 y 13.)
El asunto del cinismo: Discutir antes que blasfemar. 290.Pag. 10-13)
Estudios poscoloniales y pensamiento postcolonizado. 293.(Pag. 24-25)
Un libro azul con tapas rojas. 297. (Pag 30.)
*4 - http://www.epoca2.lajiribilla.cu/articulo/11295/a-proposito-el-rey-ha-muerto
http://www.epoca2.lajiribilla.cu/articulo/11296/el-cine-cubano-el-carpe-diem-o-el-jinete-sin-cabeza
http://www.epoca2.lajiribilla.cu/articulo/11297/el-cine-cubano-y-su-carpe-diem
https://cinecubanolapupilainsomne.wordpress.com/category/polemicas/
http://www.epoca2.lajiribilla.cu/articulo/11409/sobre-el-articulo-de-manuel-iglesias
http://www.epoca2.lajiribilla.cu/articulo/11408/las-manipulaciones-de-la-jiribilla
http://www.epoca2.lajiribilla.cu/articulo/11407/las-antimanipulaciones-de-la-jiribilla
*5- Referencias al libro de Elvia Rosa:
*6- Referencias a las declaraciones de Eduardo del Llano y Lina de Feria a La Jiribilla en su segunda época como publicación:
http://epoca2.lajiribilla.cu/2005/n199_02/199_29.html.
http://epoca2.lajiribilla.cu/2006/n248_02/248_16.html.
*7- Sobre las declaraciones de Roberto Zurbano al The New York Times:
https://www.nytimes.com/2013/03/24/opinion/sunday/for-blacks-in-cuba-the-revolution-hasnt-begun.html
19 de Abril de 2018 a las 19:30
Ante la perseverancia, laboriosidad y lealtad de Alexis hay que quitarse el sombrero.
20 de Abril de 2018 a las 19:04
VUELEN COMO EL CONDOR Alexis Triana invoca dos veces mi “santo y seña” en este texto (a propósito, lo hace mal: soy Paquita Armas Fonseca, tal vez de armas tomar, como me escribió un poeta que admiro, pero el DE antes de Armas, sobra). Soy cobarde para cruzar una calle con mucho tránsito, subir a un ascensor o encontrarme con un gusano (los insectos, no los otros), pero en asuntos trascendentes siempre he defendido la verdad (y estoy consciente que no hay “verdades absolutas”, eso lo aprendí del “querido” de mi vida, Carlitos Marx), por lo menos en lo que he palpado o he sido testigo. En este cruce doy fe de que: 1- Asistí a esa reunión de la Escuela de Periodismo, que nombran Dean Luis y Alexis por lo que fui participante directa de todo lo que se dijo, y lo que sucedió en los días siguientes. 2- Alexis fue al Caimán y allí le dije “Fidel te va a llamar”. Conocía demasiado al hombre más grande del siglo XX para pensar que dejaría al “chama” estudiante en las garras de ortodoxos y extremistas. 3- Efectivamente, le mandó un emisario y entonces los colegas de Alexis (estudiantes) y míos (profesionales) volvieron a hablarle a él (y otros tres amigos) en la sala del te de la UPEC, porque, la mayoría le había dado la espalda. 4- Alexis NUNCA fue a Moa sancionado, fue porque pidió hacer algo heroico: Angola o Moa, y le concedieron ir a aquel lugar, importante obra de choque de la UJC. 5- En Moa hizo maravillas para la radio, como en Holguín. Es una verdadera lástima que no ejerza el periodismo como labor primordial porque siendo un estudiante yo le dejaba páginas abiertas en El Caimán Barbudo cuando lo dirigí con pasión y razón. Pero, reconozco, que en su trabajo de director de cultura de la provincia Holguín fue tenaz, soñador y valiente para emprender acciones culturales estelares en la tierra donde nací. Sigue en otro comentario: el blog no lo admite completo
20 de Abril de 2018 a las 19:06
II Parte del comentario: Ahora bien, soy una defensora de la polémica y desde aquí recomiendo a todos los que leen esta controversia que busquen el libro de Graziella Pogolotti Polémicas culturales de los sesenta (2OO6) y Dinosauria soy: memorias (2011), porque ha faltado altura. No voy a entrar si hubo censura o no, de lo que si estoy convencida es que el arte no necesita que lo empujen para caminar: 1- El filme El ojo del canario, de Fernando Pérez Valdés muestra a José Martí masturbándose, defecando y orinando. Ha recibido múltiples premios, se ha transmitido no se cuantas veces por la televisión, así que no creo que el origen de este “jirigay” actual (como decimos en el campo) sea sólo por frases (que considero ofensivas) en un fragmento de guion que todavía no entiendo por qué se divulgó. 2- Dean y Alexis son ambos hombres hechos y derechos, con cultura, para que entren en un juego que desde el principio sólo perjudicó a la Muestra de jóvenes realizadores. 3- Si los críticos quieren polemizar acerca del arte, aplausos, pero deben hacerlo a la altura de Alfredo Guevara y Blas Roca, o Desiderio Navarro y Guillermo Rodriguez Rivera (textos estos últimos que publiqué en el Caimán en los años 80), porque de lo contrario pueden conseguir que se “vote el sofá”, es decir, ahora, “hay líos con la muestra, pues se acabe la muestra”, lo que sería un imperdonable error de la política cultural. 4- Es desgastante seguir dándole vuelta a la noria cuando se acabó la muestra, con premios, promoción, asistencia de los que acostumbran a ir, en fin ¿por qué continuar? 5- Si el tema de la polémica es otro “tomen el toro por los cuernos”, pero por favor emprendan el vuelo del cóndor… no del aura. Desde El Vedado, con olor a la Loma de la Cruz, Paquita Armas Fo
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