Itinerario es el título con el que la Fundación Ludwig de Cuba nombra todas las exploraciones acometidas dentro del arte contemporáneo en los últimos tiempos.
Se trata de un proyecto necesario si del arte joven hacemos referencia. Esta vez, una artista novel entra en esta vorágine de exhibición ráfaga o experimentación efímera del Itinerario.
Yaritza Delgado Cabezas, o Yari Delgado es una creadora que se reinventa. De formación informática, el arte llega a ella por la rama familiar, entre los libros y la curiosa necesidad de repetir las obras plásticas que encontraba.
Trabaja la ilustración, la fotografía y la tradicional técnica del óleo sobre lienzo, aunque el espectro se abre cada vez más en lo que a técnicas artisticas concierne. La experimentación y la prueba son las vías que utiliza para responder a sus cuestionantes sobre el mundo externo e interno.
En esta ocasión, los pasillos elucubrados de la Fundación Ludwig acogen su más reciente propuesta. Es una simbiosis entre el videoarte, series fotográficas, performance e instalación.
Estudios de las sombras es una muestra en la que trabaja los cuerpos, o la fragmentación de los cuerpos, mostrándola detrás de una tela. El obstáculo al que nos referimos deja ver una parte de las formas, mas no todo está develado.
Evidencia un propósito anónimo de los sentimientos y los colores, que pueden ser amarillos, verdes, rojos, azules, violetas muy marcados. Se percibe la estancia en el vientre de la madre. Se experimenta la protección, pero al mismo tiempo es claustrofóbico y desesperante. Algunas de sus obras tienen la sensación de humedad, una humedad fría de las que calan los huesos, y las almas de sus huéspedes. Lo mejor de la artista es su capacidad de inferir con el menor de los recursos, su idea primigenia.
Las obras pueden adquirir un formato de videoarte, aprovechando evidentemente, su conexión con la tecnología. Es un soporte más de expresión personal. En otras ocasiones, la fotografía es enmarcada en contornos circulares, dato vital al completamiento hermenéutico. Es una suerte de círculo ya reiterado en el instante in situ del que sus personajes se ven atrapados.
Yari Delgado, además, nos propone una relación con lo migracional, a partir de su ascendencia árabe, producto de los mismos desplazamientos a los que se vieron forzados sus familiares.
Un diario entre luces y un performance de hombres-conejos que resguardan la urbe de cristal es el último acercamiento, cuando seguimos la línea curatorial de la Ludwig. Es el último de los espacios destinados a mostrar las obras de la fotógrafa.
Aunque difieren los colores y el entorno de enclaustramiento ya no es colorido —como en sus Estudios de sombras— sentimos la misma fuerza de la movilidad, la fuerza de ser arrancado del lugar que nos vio nacer y salir solo con los pensamientos sobreimpresos, una y otra vez sobre ese diario iluminado.
En el medio del espacio están colocadas las notas, sobre una base, aludiendo a la conmemoración, de igual forma que se realiza con los bustos de los héroes de las luchas en Cuba. La oscuridad y los “soldados” vestidos con ironía aterradora, protegen la pieza, mas solo durante el tiempo que dura el performance.
Podría tratarse de los miedos y las inseguridades, esos mismos miedos igualados a las fotografías y las extremidades presas detrás de las telas. Queda mucho por atrapar en el arte de Yari Delgado, pero su estética nos indica la calidad de su ímpetu.
La Fundación Ludwig de Cuba es una institución no gubernamental, sin afán de lucro, ubicada en último piso del número 509, de la calle 13, entre D y E, en el Vedado capitalino.
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